El curro del votante
Que los madrile?os tengan que ir otra vez a las urnas no es lo de menos, pero el coste econ¨®mico de la repetici¨®n tampoco es balad¨ª. Conocidos ya tanto los culpables de estos comicios como sus c¨®mplices, aunque no haya manera de que por ahora paguen el rev¨¦s, con multa incluida, convendr¨ªa saber a cu¨¢nto asciende el coste de la nueva jugada, y no para evitar el gasto inevitable, sino por conocer el importe econ¨®mico de la estafa. Aqu¨ª nunca nos enteramos de nada en cuanto al gasto y, casi de refil¨®n, hemos sabido lo que nos cuestan nuestros representantes. Pero es imposible adem¨¢s conocer la evoluci¨®n de sus cuentas corrientes y sus respectivos patrimonios, como han demostrado algunos intentos llevados a cabo en ese espect¨¢culo indecoroso del oscurantismo de la indecencia que fue llamado comisi¨®n de investigaci¨®n.
Eso lo sabe bien Gallard¨®n, inquieto a la hora de animarnos a votar, y supongo que tambi¨¦n sabr¨¢ que el trabajo del votante va a ser a partir de ahora muy duro. As¨ª, a primera vista, no parece que pasarse un domingo por un colegio electoral y depositar un voto suponga un gran esfuerzo, pero cualquiera que haya votado a Tamayo y a S¨¢ez sabe ya del riesgo que corre de votar a un malhechor (supuesto, por supuesto) sin saberlo. Se deduce de eso que para volver a las urnas, sin riesgo de que la fiscal¨ªa pueda llegar a determinar que la responsabilidad de lo que pase despu¨¦s es de los electores por incautos, uno ha de pertrecharse de no pocos conocimientos. Votar es un gozo democr¨¢tico, como sabemos bien los que durante muchos a?os no pudimos hacerlo, pero es tambi¨¦n una decisi¨®n responsable y, tal como est¨¢n las cosas, votar en la inopia puede conducirte a ser estafado por imb¨¦cil. As¨ª que el trabajo de un votante en conciencia va a ser realmente arduo si no quiere pasar por irresponsable o por idiota. Habr¨¢ que leerse detenidamente los programas, claro est¨¢, aun dudando de su cumplimiento, para que con cualquier eufemismo no se nos venda la ambici¨®n de suelo como amor pur¨ªsimo a la tierra.
Pero en cuanto a los candidatos en lista no bastar¨¢ con la mera relaci¨®n biogr¨¢fica, que poco tiene que ver que hayan estudiado en el Pilar o en un colegio p¨²blico de Getafe, que fueran jefes del Movimiento con Franco o nietos de Pablo Iglesias, al lado de lo que supone frecuentar ciertas bodas provechosas, contar con amiguetes del alma en la construcci¨®n, conseguir trabajo sin tener que trabajar para que te paguen o que los intereses de una mam¨¢ anciana puedan chocar con los intereses p¨²blicos. La verdad es que entrar en la investigaci¨®n de ese laberinto del pijer¨ªo es un trabajo de chinos, y a poco que uno se descuide se ve metido en las alcobas de los elegibles y hasta en sus lunas de miel, pero no es menos cierto que sin tomarse ese trabajo aqu¨ª no se puede votar con tranquilidad de conciencia y sin riesgo de que venga Cardenal a por ti, ya que no ir¨¢ nunca a por ellos. Ya no valen las declaraciones juradas, que hemos visto c¨®mo se las gastaban los que nos juraban por su madre en la comisi¨®n que eran decentes y se olvidaban hasta de d¨®nde les ven¨ªa el dinero. Tampoco basta el relato de los m¨¦ritos universitarios o los denodados trabajos de acci¨®n social, ni los puestos de jerarcas en los partidos. Y hablando de partidos, la diputada socialista Cristina Alberdi podr¨ªa montar una academia de ense?anza acelerada para votantes responsables: parece conocer tan de cerca y por dentro lo mismo al PP que al PSOE. Pero es tanto lo que hay que saber de aquellos a los que vamos a votar que hasta resultan necesarios certificados de independientes psic¨®logos y psiquiatras para que nos garanticen que no corren el peligro de que se les vaya la bola y nos den un gobierno por otro y m¨¢s elecciones nulas. Y hasta si me apuran, habr¨¢ que exigir esos certificados a sus familiares pr¨®ximos. Por ejemplo: si In¨¦s Alberdi vuelve a ser candidata del PSOE es f¨¢cil conocer su reputada carrera docente, su amplia obra de soci¨®loga reconocida, su patrimonio, sus amistades, su coherencia ideol¨®gica y su buen estado mental, pero entre sus familiares m¨¢s pr¨®ximos podr¨ªa contar con alguien afectado psicol¨®gicamente por esa trayectoria que pusiera en riesgo unas elecciones o llevara a la diputada a la cr¨®nica de sucesos: Ca¨ªn y Abel ya estaban en pol¨ªtica.
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