Los esp¨ªas brit¨¢nicos creen que el Gobierno forz¨® el informe de Irak
Un alto cargo del espionaje militar revela el malestar que caus¨® la gesti¨®n de los datos
El Gobierno brit¨¢nico sufri¨® ayer un espectacular rev¨¦s al trascender que los cient¨ªficos de la inteligencia militar cuestionaban numerosos datos del pol¨¦mico informe de los 45 minutos sobre Irak. Un alto cargo y un colaborador ocasional del DIS, el cuerpo de inteligencia militar, declararon ayer al juez Hutton que algunos de los datos incluidos en ese informe estaban forzados, que el detalle de los 45 minutos era puesto en cuesti¨®n por los expertos cient¨ªficos y que ¨¦stos estaban "preocupados y descontentos" porque no se les hac¨ªa caso.
La declaraci¨®n de Jones puede tener efectos terribles para el Gobierno de Blair
Las declaraciones m¨¢s contundentes fueron realizadas por Mister A, un funcionario especializado en armas qu¨ªmicas que declar¨® de manera an¨®nima a trav¨¦s de una audioconferencia. Pero el testimonio m¨¢s devastador fue el de Brian Jones, recientemente jubilado, que en el momento de la elaboraci¨®n del informe era jefe de equipo en la Direcci¨®n Cient¨ªfica y T¨¦cnica del Cuerpo de An¨¢lisis de la Inteligencia Militar brit¨¢nica. En virtud de su cargo, Jones tuvo conocimiento directo de la elaboraci¨®n de ese informe.
Tanto Jones como Mister A dejaron patente que el cient¨ªfico David Kelly tuvo tambi¨¦n pleno conocimiento de los pormenores de ese informe, del que hab¨ªa le¨ªdo y discutido los borradores de manera pormenorizada y que globalmente lo apoyaba, desmintiendo as¨ª los comentarios del Gobierno de que pr¨¢cticamente no hab¨ªa tenido ninguna relaci¨®n. Kelly ten¨ªa acceso directo a la gente de Jones y estaba autorizado a ver ciertos materiales clasificados, aunque probablemente no pudo acceder a la informaci¨®n directa en que se bas¨® la c¨²pula de la inteligencia brit¨¢nica y el Gobierno para incluir el pol¨¦mico dato de los 45 minutos [Seg¨²n el informe, el r¨¦gimen de Sadam Husein ten¨ªa capacidad para lanzar un ataque con armas de destrucci¨®n masiva en ese espacio de tiempo].
La declaraci¨®n de Jones ante el juez puede tener efectos terribles para el Gobierno de Tony Blair por la credibilidad de su testimonio. En todo momento sopes¨® cuidadosamente sus palabras, haciendo largas pausas antes de contestar a las preguntas m¨¢s comprometidas en lo que parec¨ªa un intento de mantener su lealtad de funcionario. Y se empe?¨® en subrayar que, a pesar de los muchos peros que acababa de dejar caer contra el informe, "lo importante es que en ning¨²n momento argumentamos que esos datos de inteligencia no deb¨ªan haber sido incluidos".
Su queja principal, como la que la BBC atribuye al finado David Kelly, es que los datos no estaban matizados.
Cuando, a la vuelta de dos semanas de vacaciones, Brian Jones se reincorpor¨® a su despacho el 18 de septiembre de 2002, sus subordinados le explicaron tanto la "inusual" presi¨®n con que hab¨ªan estado trabajando esos d¨ªas como las numerosas dudas que albergaban sobre su redactado. Estaban preocupados "por la tendencia a, podr¨ªamos decir, a forzar ciertas estimaciones; en particular, en relaci¨®n con la producci¨®n de armas qu¨ªmicas".
Jones declar¨® que ¨¦l personalmente hab¨ªa cuestionado la veracidad de las informaciones sobre los 45 minutos y defendido, en vano, la opci¨®n de incluir ese dato como meramente "indicativo". A su juicio, la informaci¨®n de que los iraqu¨ªes pod¨ªan lanzar un ataque con armas de destrucci¨®n masiva en tan poco tiempo no pod¨ªa presentarse de manera tajante por tres razones. Primero, porque aunque la fuente de la informaci¨®n era fiable, ¨¦sta se basaba en una segunda fuente "y parec¨ªa m¨¢s interesada en influir que en informar". Segundo, porque "no aclaraba si el ataque pod¨ªa ser con armas qu¨ªmicas o biol¨®gicas, y ¨¦sa es una diferencia muy importante". Y en tercer lugar, porque no hab¨ªa ninguna informaci¨®n adicional que corroborara la versi¨®n de la fuente informante.
El funcionario escribi¨® una nota a su superior jer¨¢rquico el 19 de septiembre, cinco d¨ªas antes de que se publicara el informe, d¨¢ndole cuenta de las "reservas" que ten¨ªan los cient¨ªficos sobre su contenido. El pasado 8 de julio, Jones envi¨® una carta al sucesor de su antiguo jefe en la que le da cuenta de la nota del a?o anterior y le subraya que precisamente aquel escrito es la prueba de que el ministro de Asuntos Exteriores, Jack Straw, estaba equivocado cuando declar¨® ante la Comisi¨®n de Asuntos Exteriores de la C¨¢mara de los Comunes que "no ha habido ninguna queja de los miembros de los servicios de seguridad y de inteligencia sobre el contenido del informe" de septiembre de 2002.
Ayer, en la sala 73 del palacio de Justicia, las quejas de los servicios secretos salieron por primera vez a la luz p¨²blica de manera oficial.
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