Poco de todo
Tiene la plaza de toros de Valladolid por tradici¨®n la celebraci¨®n de novilladas. La historia obliga. El ferial pucelano, un a?o m¨¢s lo abri¨® un festejo de novilleros. Los aficionados son de siempre apasionados de estos festejos menores; ven en ellos el futuro de la fiesta. La cantera de futuribles. Comprueban de paso el estado de los novillos que se lidian para consolidar opini¨®n de c¨®mo est¨¢ tal camada. De los novilleros advierten sus formas, actitudes, raza, clase y valor. El argot lo aclara. Se exige estar en novillero. Con que las ganas est¨¦n por encima de los conocimientos sirve. Podr¨¢n pecar de inexpertos, nunca de casta, de arrimarse. Los defectos, las carencias por falta de oficio se perdonan; la voluntad y la entrega, no.
Guti¨¦rrez / Perea, Aranda, Capea
Novillos de Pedro y Ver¨®nica Guti¨¦rrez: mansos, justos de presencia, manejables y flojos; 3?, devuelto por inv¨¢lido; sobrero, del mismo hierro, manso. Javier Perea: pinchazo, media estocada, dos descabellos -aviso- y descabello (palmas); estocada desprendida, descabello (oreja). Morenito de Aranda: dos pinchazos, estocada (oreja); dos pinchazos, estocada, cuatro descabellos (silencio). Pedro Guti¨¦rrez El Capea: pinchazo, estocada atravesada -aviso-, cuatro descabellos (palmas); pinchazo, estocada (oreja). Plaza de toros de Valladolid, 1? de feria, 6 de septiembre, media entrada.
Los aficionados, am¨¦n de ser unos benditos de Dios, son unos confiados. Los novillos fueron fiel reflejo de la caba?a de bravo actual: sin presencia, sin casta, sin raza y fuerza; eso s¨ª, nobles y tontos hasta decir basta.
La denuncia lleg¨® desde el tendido. "Ni para fiesta de pueblo", grit¨® un aficionado. Los novilleros no salieron a comerse el mundo, ni a las seis peras en dulce que les pusieron por delante. Los aprendices salieron de artistas. Mucho de gesto y de est¨¦tica escamoteando el toreo a la pala de los pitones. Es la moda. Los futuribles no tienen espejo en qu¨¦ mirarse. Dejaron poco de todo.
Javier Perea, en el que abri¨® feria, anduvo m¨¢s listo que puesto. Acertado con la distancia, dej¨® notas con ambas manos; tir¨® de est¨¦tica. La est¨¦tica no precisa de ajustarse con los novillos. La emoci¨®n no existi¨®. En su segundo, mucho m¨¢s entonado, dejando naturales de fina estampa y de poca hondura.
Morenito de Aranda en su primero pas¨® in¨¦dito con el capote. Su faena result¨® larga en exceso, aunque voluntariosa; de corte insulso por ambos pitones. El quinto, el ¨²nico novillo con motor de la corrida, result¨® que sab¨ªa lat¨ªn, pero el novillero no, y la cuadrilla, menos. La atropellada lidia que recibi¨® el animal le hizo llegar a la muleta con el doble de resabios de los que tra¨ªa de la dehesa. Aqu¨ª no cab¨ªa el arte. Morenito tuvo que echarle raza a la situaci¨®n. Fue la emoci¨®n de la tarde. La falta de t¨¦cnica la supli¨® con valor, todo cuanto hizo prendi¨® r¨¢pidamente en los tendidos. La cogida se ve¨ªa llegar. La suerte en esta ocasi¨®n estuvo con el torerillo. La afici¨®n se lo agradeci¨® con una grandiosa ovaci¨®n.
Pedro Guti¨¦rrez, El Capea, torero de dinast¨ªa, demostr¨® tener m¨¢s sitio y conocimientos que sus compa?eros. Seguramente tenga m¨¢s oportunidades. En su primero pas¨® inadvertido con el capote, aunque lo intent¨®. Faena con ambas manos, exagerado y retorcido, con conocimiento y vista. Muletero f¨¢cil que sabe lo que agrada a los tendidos. En el que cerr¨® festejo demostr¨® un conocimiento hondo de la lidia. Su cuadrilla estuvo a la altura. Faena entregada y vibrante, exenta de calidad.
El conjunto de los novilleros no defraud¨® a los siempre esperanzados aficionados, aunque, para ser sinceros, lo ¨²nico que se vio fue muy poco de casi todo.
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