Muertos de calor
Afirma el autor que el Pa¨ªs Vasco ha sido parte del problema de la tendencia hac¨ªa el incumplimiento con los compromisos de Kyoto por parte el Estado espa?ol.
"No tenemos inter¨¦s en aplicar el protocolo de Kyoto". Con esa frase lapidaria, Christine Todd Withman, la entonces directora de la Agencia de Protecci¨®n Ambiental (EPA) de EE.UU, anunciaba el 27 de marzo de 2001 que su pa¨ªs se retiraba del compromiso internacional sobre el cambio clim¨¢tico firmado en la ciudad japonesa en 1997. El pa¨ªs responsable de la cuarta parte de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero hab¨ªa roto la baraja y se hab¨ªa retirado de la mesa de negociaciones. La administraci¨®n republicana hab¨ªa iniciado una aut¨¦ntica contrarreforma ambiental en todos los frentes.
Poco importaba que ese mismo a?o, 2001, la comunidad cient¨ªfica internacional representada por el Panel Intergubernamental para el Cambio Clim¨¢tico (IPCC) hubiese emitido su tercer informe en el que, adem¨¢s de confirmar la responsabilidad humana directa en el calentamiento de la atm¨®sfera, empeoraba las previsiones de dicho calentamiento -incremento de la temperatura media global entre 1,4 y 5,8 grados entre 1990 y 2100.
"Es probable que la ola de calor haya provocado m¨¢s de 20.000 muertes este verano en Europa"
"EE.UU, responsable de la mayor parte de las emisiones de gases, ha roto la baraja"
Hay que recordar que el Protocolo de Kyoto era un modesto, si bien muy importante, paso en la direcci¨®n se?alada por el IPCC. Este organismo oficial, formado conjuntamente por las Naciones Unidas y la Organizaci¨®n Climatol¨®gica Mundial, hab¨ªa demandado a la comunidad internacional una reducci¨®n del 70% de las emisiones a lo largo del siglo XXI como ¨²nica forma de estabilizar la concentraci¨®n atmosf¨¦rica de gases de efecto invernadero.
El compromiso de Kyoto obligaba a las naciones m¨¢s industrializadas del planeta a disminuir un "modesto" 5,2 % entre 1990 y 2008-2012. Incluso ese primer paso molestaba a una administraci¨®n republicana trufada de pol¨ªticos estrechamente vinculados a sectores de la industria energ¨¦tica y petrolera estadounidense contrarios al mencionado compromiso.
Ante la hu¨ªda hacia adelante de la administraci¨®n Bush, el resto de la comunidad internacional decidi¨® aguantar el tipo y continuar con el Protocolo de Kyoto. La Uni¨®n Europea, muy presionada por la opini¨®n p¨²blica de sus sociedades, entendi¨® que deb¨ªa renovar su compromiso y vocaci¨®n de liderazgo internacional ante este grave problema ambiental. As¨ª, la Uni¨®n y sus Estados miembros firmaron el citado Protocolo el 31 de mayo de 2002. En estos momentos, son ya 100 los pa¨ªses que han ratificado el acuerdo en todo el mundo, si bien para su entrada formal en vigor necesita todav¨ªa la ratificaci¨®n por parte de Rusia (1).
Un reciente informe de la Agencia Europea del Medio Ambiente se?ala que, si bien las emisiones de gases de efecto invernadero de la Uni¨®n Europea han disminuido un 2,3% entre 1990 y 2001, las proyecciones apuntan hacia el no cumplimiento de los objetivos del Protocolo por parte de la Uni¨®n Europea. Estima dicho informe que, en ausencia de nuevas pol¨ªticas y medidas, la disminuci¨®n de las emisiones ser¨¢ del 4,5% en vez del 8% que le corresponde seg¨²n el acuerdo de Kyoto. En ese escenario, Espa?a es el pa¨ªs que peor cumple sus compromisos. Dadas las tendencias actuales, en el a?o 2010 sus emisiones ser¨¢n en torno al 48% superiores a las de 1990, es decir un 33% por encima del compromiso asumido por Espa?a dentro de la Uni¨®n Europea para alcanzar el objetivo de Kyoto. Un clamoroso incumplimiento que Espa?a prev¨¦ paliar mediante la compra masiva de permisos de emisiones a pa¨ªses de la Uni¨®n que hayan reducido las suyas por encima de sus respectivos compromisos.
En plena ola de calor azotando a Europa, el presidente del IPCC, el indio Rajendra Pachauri, afirmaba que "el calor insoportable en Europa se debe probablemente a la acci¨®n del hombre, al cambio clim¨¢tico. Se trata de una fuerte sospecha, sin que exista total certidumbre cient¨ªfica". Lo que no sab¨ªa mister Pachauri en el momento de efectuar sus declaraciones era que la citada ola iba a acabar provocando un verdadero drama humano, como si de una aut¨¦ntica tsunami clim¨¢tica se tratara.
Semanas despu¨¦s de sus declaraciones, las funerarias francesas han calculado en 11.435 los muertos en Francia a consecuencia del agravamiento de su salud como consecuencia de la ola de calor. En Espa?a, estimaciones preliminares cifran en unas 5.000 las personas cuyo fallecimiento est¨¢ relacionado con la ola de calor (2) de este verano. Cuando dentro de unos meses se conozcan los datos contrastados y definitivos sobre el n¨²mero de muertos en Europa este verano como consecuencia del golpe de calor, es muy probable que el n¨²mero de defunciones supere las 20.000 personas.
Pero la memoria es fr¨¢gil. Ya casi nos hab¨ªamos olvidado de que la d¨¦cada de los 90 fue la m¨¢s calurosa desde que comenzaron las mediciones en 1860. Ya casi nos hab¨ªamos olvidado de que las inundaciones que asolaron Europa central en agosto de 2002 fueron las peores en esa regi¨®n de los ¨²ltimos 150 a?os y que ocasionaron perdidas econ¨®micas a las compa?¨ªas aseguradoras por valor de m¨¢s de 5.000 millones de d¨®lares. Ya casi nos hab¨ªamos olvidado de que uno de los impactos previstos por los modelos de cambio clim¨¢tico es un incremento en la frecuencia y severidad de los denominados eventos clim¨¢ticos extremos tales como inundaciones, sequ¨ªas, olas de calor, huracanes, avalanchas, tormentas de viento....
La Estrategia Ambiental Vasca de Desarrollo Sostenible aprobada por el Gobierno vasco incluye el cambio clim¨¢tico como uno de los cinco grandes objetivos ambientales de los pr¨®ximos a?os. Sin embargo, los hechos no han demostrado estar, todav¨ªa, a la altura de la formulaci¨®n pol¨ªtica. Las emisiones de gases de efecto invernadero en la comunidad vasca disminuyeron en el a?o 2001 un 4,2 % respecto a las del a?o 2000.
Sin embargo, esa disminuci¨®n ven¨ªa tras tres a?os de un fort¨ªsimo incremento de las emisiones, debido a la insostenible pol¨ªtica de transporte desarrollada por el Gobierno vasco y las Diputaciones desde la segunda mitad de los a?os noventa. De hecho, las emisiones de CO2 -principal gas de efecto invernadero - del sector transporte en la Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco crecieron un 70% entre 1990 y 2000. En la actualidad, doce puntos porcentuales separan el nivel de emisiones de nuestra comunidad (3) con el que corresponder¨ªa al cumplimiento con el mencionado Protocolo.
Dicho con otras palabras, el Pa¨ªs Vasco ha sido parte del problema de la tendencia hacia el incumplimiento con los compromisos de Kyoto por parte del Estado espa?ol. Estar¨ªa bien que, a partir de ahora, fuese parte de la soluci¨®n. La Comunidad Aut¨®noma del Pa¨ªs Vasco ha alcanzado un alto nivel de desarrollo econ¨®mico; tiene una fuerte base tecnol¨®gica y una infraestructura industrial s¨®lida y modernizada; tiene bien formulada y desplegada su pol¨ªtica y estrategia ambiental y cuenta con instrumentos operativos, Ihobe, de reconocida capacidad y experiencia. Por ello, el Pa¨ªs Vasco tiene condiciones para desempe?ar un papel de liderazgo dentro del Estado, e incluso entre las regiones del sur de Europa, ante el tema del cambio clim¨¢tico, siempre y cuando se modifique sustancialmente la actual pol¨ªtica de transportes.
La creaci¨®n de una comisi¨®n interdepartamental espec¨ªfica para alcanzar los objetivos sobre las emisiones de gases de efecto invernadero dentro del Gobierno vasco, tal y como lo ha hecho recientemente la Generalitat de Catalu?a, ser¨ªa un paso en la direcci¨®n adecuada y enviar¨ªa una se?al importante a la sociedad sobre el inter¨¦s real del Gobierno vasco por el cumplimiento de los objetivos recogidos en el acuerdo de Kyoto.
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