Adi¨®s al mejor jugador de ataque
Sampras tuvo a Laver como referente y aport¨® un corte cl¨¢sico y una gran profesionalidad
En un mundo en el que priman los beneficios y cada cual intenta ampliar sus dividendos hasta el ¨²ltimo suspiro, resulta reconfortante encontrar una personalidad tan dispar como la de Pete Sampras. Este estadounidense de 32 a?os, considerado por muchos el mejor tenista de la historia y por la mayor¨ªa el m¨¢s grande jugador de ataque de todos los tiempos, anunci¨® su retirada oficial la semana pasada, al inicio del Open de Estados Unidos. Fue honrado consigo mismo. En realidad, su adi¨®s se produjo en el mismo momento en que gan¨® su 14? t¨ªtulo del Grand Slam, en septiembre de 2002, precisamente en Flushing Meadow. All¨ª cerr¨® su ciclo y dej¨® de jugar. No quiso especular m¨¢s con el deporte que le hab¨ªa convertido en una leyenda simplemente porque lo siente muy dentro.
Emilio S¨¢nchez: "Su segundo saque, profundo y a 160 o 170 km/h, marcaba las diferencias"
?lex Corretja: "Siempre ten¨ªas la sensaci¨®n de que jugar al l¨ªmite no era suficiente contra ¨¦l"
"Su espejo fue Rod Laver y eso ya lo explica todo", sentencia Manuel Orantes, campe¨®n del torneo norteamericano en 1975; "no fue un innovador, aunque introdujo algunos conceptos nuevos en el juego. Pero, para m¨ª, su gran aportaci¨®n al tenis fue una gran profesionalidad, su corte cl¨¢sico y una seriedad bastante inusual en la pista. Quiere a este deporte y, cuando descubri¨® que mentalmente ya no era capaz de seguir ofreci¨¦ndole el nivel de sacrificio y trabajo necesario para mantenerse arriba, se despidi¨® con sencillez y humildad. Muchos otros habr¨ªan seguido estrujando el cofre en busca de los ¨²ltimos d¨®lares. Pero no ¨¦l".
De acuerdo con su palmar¨¦s, Sampras es el mejor tenista de la historia. No s¨®lo porque gan¨® 14 grand slam, sino porque lo hizo cuando los mejores lidiaban en el mismo circuito, tras la declaraci¨®n del tenis open y la incorporaci¨®n de los profesionales en 1968. ?Qu¨¦ fue lo que le distingui¨®? Cuando irrumpi¨® en 1990 ganando el Open de Estados Unidos, a los 19 a?os, coincidi¨® con el final de John McEnroe y Jimmy Connors y tuvo que frenar el empuje de campeones del calibre de Ivan Lendl, Boris Becker, Stefan Edberg, Mats Wilander, Jim Courier y Andre Agassi. Hab¨ªa mucho para elegir. Pero Sampras opt¨® por un estilo personal, dando prioridad a dos aspectos fundamentales: su saque y su juego de ataque.
Si algo le diferenci¨® de los dem¨¢s fue la calidad y la efectividad de su saque y el hecho de que era capaz de atacar la bola cuando a¨²n estaba en su par¨¢bola ascendente. "M¨¢s que el primer saque, con el que lograba porcentajes del 90% de efectividad", indica Emilio S¨¢nchez Vicario, "lo que marcaba diferencias era su segundo servicio porque lo enviaba muy profundo y a una velocidad de 160 o 170 kil¨®metros por hora. Eso le permit¨ªa volear muy c¨®modamente. Esa fue una de las claves de su ¨¦xito. La otra fue la velocidad que imprimi¨® al juego: desbordaba tanto con su saque como con su derecha cuando la pegaba a plena potencia. Lendl, Becker y Edberg no lo resistieron".
La impresi¨®n que causaba a sus rivales era de desolaci¨®n. "Siempre ten¨ªas la sensaci¨®n de que jugar al l¨ªmite no era suficiente", explica ?lex Corretja, campe¨®n del Masters en 1998, tras salvar tres bolas de partido ante Sampras en las semifinales; "fue ambicioso, regular y fantasioso. Y supo convivir con el estrellato durante muchos a?os, algo en lo que muchos sucumben. Fue un claro ejemplo de que el aspecto mental en el tenis supone el 95% del ¨¦xito".
"Ten¨ªa un drive plano cruzado que pegaba en carrera impresionante y un rev¨¦s cortado que le serv¨ªa para acercarse a la red, donde con su envergadura cubr¨ªa mucho espacio", agrega Javier Duarte, ex entrenador de Corretja. Orantes afirma: "Cuando Sampras jugaba a tope, desbordaba a cualquier rival, no le dejaba jugar". Y S¨¢nchez Vicario recuerda: "Jugu¨¦ contra ¨¦l una vez en Indian Wells y nunca encontr¨¦ por d¨®nde atacarle. Me pareci¨® intratable".
Su punto m¨¢s vulnerable fue siempre la tierra batida. Nunca super¨® las semifinales de Roland Garros y, aunque gan¨® 64 t¨ªtulos del circuito, s¨®lo tres fueron en esa superficie: Kitzbuhel (1992), Roma (1994) y Atlanta (1998). No le gustaba cambiar su forma de jugar. "Para jugar en tierra deb¨ªa hacer un esfuerzo demasiado may¨²sculo", dice S¨¢nchez Vicario. Una vez, en Saddlebrook, se enfad¨® con uno de sus sparrings porque le mandaba bolas liftadas cuando estaba prepar¨¢ndose para Roland Garros. "Eso es lo que vas a encontrarte en Par¨ªs", le respondi¨®; "as¨ª es como juegan los espa?oles y los argentinos". "Me da igual", cerr¨® ¨¦l.
Lo que m¨¢s se le ha criticado es su falta de carisma. "El glamour no fue una prioridad para ¨¦l. Sampras eligi¨® el tenis y las victorias. Quiz¨¢s no tuvo mucho carisma. Pero ha tenido una gran despedida", agrega S¨¢nchez Vicario. "Creo que ha sido un gran n¨²mero uno desaprovechado", concluye Duarte; "verle jugar a su mejor nivel era un espect¨¢culo, aunque muchos prefer¨ªan a Agassi. Pero, al final, se ha demostrado que tambi¨¦n le quer¨ªan a ¨¦l".
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