Aznar-Bush, ?sin Aznar?
En el caso de que Mariano Rajoy sea el siguiente presidente del Gobierno espa?ol, ?perdurar¨¢ la actual relaci¨®n entre EE UU y Espa?a, la que muy personalmente han establecido Bush y Aznar? Si Zapatero gobierna, es evidente que no. Pero Rajoy ha prometido que "habr¨¢ continuidad en la pol¨ªtica exterior", aunque est¨¢ por ver si la habr¨¢ en el mundo, o incluso si Bush ser¨¢ reelegido, pues para bailar agarrao hacen falta dos. Por primera vez desde el 11-S, una mayor¨ªa de estadounidenses encuestados se pronuncian por un cambio en la presidencia. Tambi¨¦n puede ocurrir que sea Bush el que cambie de orientaci¨®n, a la vista de los problemas en Irak a los que le han llevado los temerarios en su Administraci¨®n.
Rajoy, o Zapatero, no saben ingl¨¦s ni tienen experiencia internacional suficiente. Pero, aunque un poco m¨¢s viajados que este presidente Bush cuando entr¨® en la Casa Blanca, muchos l¨ªderes no la ten¨ªan al llegar: ni Aznar, ni Clinton, ni Blair, etc¨¦tera. Ganar, en democracia, aun en la era de la globalizaci¨®n, sigue siendo un asunto esencialmente local. Y luego se aprende; o no. Dicho esto, la visi¨®n de Aznar, para cuajar, necesita de al menos una legislatura suplementaria o algo m¨¢s. Los tiempos no est¨¢n descaminados, pues en esta transici¨®n global estamos en la segunda d¨¦cada, probablemente la definitoria (aunque no la definitiva), en la que el entorno de Espa?a cambia m¨¢s: diez nuevos pa¨ªses en la UE, pasar a ser contribuyente neto, m¨¢s demandas sobre las Fuerzas Armadas espa?olas (que habr¨¢ que afrontar), etc¨¦tera. El cambio del mundo fuerza a un cambio de Espa?a, aunque hay varios guiones posibles. Aznar eligi¨® uno. Incluso si Rajoy quisiera, no es seguro que pueda seguir el mismo.
Aznar pareci¨® partir de que EE UU era ya la ¨²nica superpotencia, pero que, adem¨¢s, tras el 11-S, esta posici¨®n se hab¨ªa reforzado, adem¨¢s de ser una econom¨ªa y sociedad m¨¢s din¨¢mica, a imitar. Adem¨¢s, la universalizaci¨®n del discurso antiterrorista le resultaba tambi¨¦n a Aznar internamente. Pero esta mutaci¨®n se ha hecho a un coste: la distancia de Espa?a con Francia y Alemania se ha agrandado, lo que tampoco facilita ese papel especial que busca el PP para Espa?a en las relaciones entre Europa y Estados Unidos. Est¨¢ por ver en qu¨¦ posici¨®n acaba Francia si finalmente llega a un acuerdo sobre Irak en el marco de la ONU y se supera lo m¨¢s grave, que es la crisis de confianza entre Par¨ªs y Washington.
El cambio de pol¨ªtica se ha hecho sin labor pedag¨®gica en contra de la opini¨®n p¨²blica espa?ola, que no ha cambiado a este respecto en su pro-europe¨ªsmo y tradicional recelo de EE UU. La invasi¨®n de Irak no ha sido la guerra del Golfo para liberar Kuwait en 1991, ni la de Kosovo. Ni siquiera el aparato de Exteriores, la diplomacia, ha seguido en este camino de cheque en blanco a la pol¨ªtica de Bush. Pero a imponer esta l¨ªnea en contra de estas resistencias se llama en el PP "liderazgo", ahora que el consenso parece pasar de moda politol¨®gica. Y por eso cabe anticipar que Aznar va a intentar dejar colocadas piezas b¨¢sicas en la Administraci¨®n -algunos de sus colaboradores de la escuela de La Moncloa que le han ayudado a dise?ar esta l¨ªnea- para mantener este rumbo. Pero ha sido un rumbo muy personal que no necesariamente perdurar¨¢.
Claro que lo interno pesa en lo externo, y viceversa. Si el debate interno sobre Espa?a centra la vida pol¨ªtica de forma divisoria, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil seguir por esta l¨ªnea exterior, porque el "liderazgo" se requerir¨¢ hacia adentro antes que hacia afuera. Aunque tambi¨¦n podr¨ªa Rajoy encontrar alianzas externas para reforzar el flanco interno. M¨¢s ¨²tiles, entonces, ser¨¢n las europeas que las estadounidenses. A un Estado descentralizado le van quedando pocos instrumentos. Por eso, la pol¨ªtica exterior y la europea ser¨¢n prioritarias para el pr¨®ximo morador de La Moncloa, sea quien sea.
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