Leni Riefenstahl, genial propagandista del Tercer Reich, muere a los 101 a?os
La directora de 'El triunfo de la voluntad' defendi¨® hasta el final que su cine era "apol¨ªtico"
Su obra, pocos lo dudan, raya en la genialidad. As¨ª lo demostr¨® sobre todo en dos grandes documentales: El triunfo de la voluntad (1935) y Olimpiadas (1938). Ambas fueron pel¨ªculas propagand¨ªsticas del Tercer Reich, y de all¨ª se desprende la paradoja que cargar¨ªa siempre consigo Leni Riefenstahl: la de un inconmensurable talento art¨ªstico puesto al servicio de lo peor que ha dado la humanidad. La directora, que falleci¨® el lunes por la noche a los 101 a?os, nunca quiso resolver esta contradicci¨®n. Hasta el final de sus d¨ªas se parapet¨® tras su supuesta ingenuidad y el pretendido car¨¢cter apol¨ªtico de sus filmes.
Riefenstahl muri¨® sin mayor padecimiento, como si estuviese durmi¨¦ndose, en su casa a orillas del lago de Starnberg, al suroeste de M¨²nich. "Su coraz¨®n, sencillamente, se par¨®", confirm¨® su ca-mar¨®grafo y compa?ero, Horst Kettner, 42 a?os m¨¢s joven que ella, que hab¨ªa cumplido 101 hace dos semanas, el 22 de agosto. Ante sus ojos pasaron todas las transformaciones y los horrores del siglo XX. Ella, por regla general, prefiri¨® mirar para otro lado. Lo suyo fue la belleza pura.
A los 16 a?os comenz¨® a tomar clases de pintura, dibujo y danza. Entre 1920 y 1926 se forj¨® una carrera de prima ballarina, incluida la convocatoria al principal escenario alem¨¢n, el Deutsches Theater. Despu¨¦s, desembarc¨® en el cine: hasta 1933 ser¨ªa la divina y casi sobrehumana protagonista de cinco largometrajes. Pel¨ªculas de monta?ismo, de nevadas, de la lucha del ser humano y de la belleza femenina contra la naturaleza.
Pero no quiso limitarse a la subordinaci¨®n de ser actriz: en 1932 dirigi¨® su primera pel¨ªcula, La luz azul, otro filme situado en los Alpes, otra vez ella en el papel principal. La fuerza de sus im¨¢genes le vali¨® un premio en la Mostra de Venecia. Y la admiraci¨®n de Adolf Hitler y los dem¨¢s jefes nazis, para entonces ya a punto de llegar al poder, el 30 de enero de 1933.
El ascenso de Hitler precipit¨® la salida al exilio de los grandes del cine, el arte y la literatura alemana, entre ellos los directores Fritz Lang y Robert Wiene. Leni Riefenstahl se qued¨®. Fue la consentida del r¨¦gimen, agasajada por el ministro de Propaganda Joseph Goebbels y cortejada por el mism¨ªsimo F¨¹hrer, supuestamente enamorado de ella. En sus manos se pusieron todos los recursos financieros y t¨¦cnicos que requer¨ªa para sus pel¨ªculas, incluso cuando la guerra ya impon¨ªa severas restricciones a los dem¨¢s cineastas.
Riefenstahl emple¨® estos privilegios en filmar, primero, otra pel¨ªcula de aventuras, y, posteriormente, dos filmes sobre los congresos nacionalsocialistas en N¨²remberg, La victoria de la fe y El triunfo de la voluntad. Sobre todo este ¨²ltimo es un monumento est¨¦tico, con magistrales puestas en escena de la turba nacionalsocialista, de sus l¨ªderes y de sus s¨ªmbolos.
?ngulos de filmaci¨®n y t¨¦cnicas de montaje hasta entonces desconocidos: Riefenstahl multiplicar¨ªa estos recursos en el registro de los Juegos de Berl¨ªn en 1936. Una vez filmados los esculturales atletas, la directora tard¨® 18 meses en producir Fiesta de los pueblos y Fiesta de la belleza. Conocidas ambas bajo el r¨®tulo de Olimpiada, fueron estrenadas en una proyecci¨®n privada para el F¨¹hrer el d¨ªa de su cumplea?os, en 1938.
Leni Riefenstahl hab¨ªa llegado a la c¨²spide de su carrera. En 1941, con trabajadores esclavos del Tercer Reich como comparsas, alcanz¨® a rodar otra pel¨ªcula, Tierra baja. Depurado de propaganda, el filme tan s¨®lo se estren¨® en 1954. Con la derrota del nacionalsocialismo, para Leni Riefenstahl y muchos otros hab¨ªa comenzado la ¨¦poca de las justificaciones. Desde su primer interrogatorio por parte de un oficial estadounidense hasta su ¨²ltima entrevista televisiva, su postura fue la misma: hab¨ªa pecado de ingenua, pero sin mala voluntad.
"Yo no sab¨ªa de pol¨ªtica, s¨®lo la filmaba". "No me deten¨ªa a pensar en el efecto de mis im¨¢genes". "A nosotros nadie nos inform¨® con anterioridad sobre los campos de concentraci¨®n". "No considero El triunfo de la voluntad un filme pol¨ªtico". Y as¨ª, sucesivamente, hasta ya s¨®lo permitir dos conclusiones: o esta gran cineasta realmente fue tonta, al menos en todo aquello que no tuviera que ver con su oficio, o, m¨¢s probablemente, hab¨ªa decidido aparentarlo.
Por sus labios, en todo caso, nunca pas¨® un incondicional "lo lamento". Tras varios proyectos fracasados, en los a?os setenta volvi¨® a llamar la atenci¨®n con extensos viajes para documentar en fotograf¨ªas al buen salvaje que ella crey¨® haber descubierto entre los nubios de Sud¨¢n. De nuevo, estas im¨¢genes impresionaron por su fuerza, pero tambi¨¦n dejaron la duda -hecha expl¨ªcita en un famoso ensayo de Susan Sontag- de si Riefenstahl segu¨ªa siendo adepta de la est¨¦tica fascista.
Ella, en todo caso, sigui¨® su camino, aunque prefiri¨® eliminar de ¨¦l al ser humano. Desde mediados de los a?os setenta comenz¨® a fotografiar arrecifes de coral, un tema que incluso le permiti¨® filmar una ¨²ltima pel¨ªcula, ya absolutamente vaciada de contenido, Impresiones bajo el agua. Este mediometraje, algunas de cuyas tomas las hizo con sumersiones acu¨¢ticas a los 97 a?os, se estren¨® el a?o pasado.
Vital y nunca decr¨¦pita, para entonces Riefenstahl hab¨ªa cumplido 100 a?os. Gracias tambi¨¦n al reconocimiento internacional de sus m¨¦ritos art¨ªsticos, Alemania hab¨ªa hecho las paces con ella, dedic¨¢ndole ocasionales retrospectivas, respetuosas entrevistas y alguna valoraci¨®n positiva de su obra. Leni Riefenstahl dej¨® de ser un paria. Aunque s¨®lo hasta cierto punto. Las condolencias oficiales ayer no provinieron, como es usual, del canciller Schr?der, y del presidente, Johannes Rau, sino de la ministra de Cultura, Christina Weiss, que volvi¨® a recordar el papel que la fallecida jug¨® en el Tercer Reich.
Babelia
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