36 horas
Par¨ªs, 27 de agosto. ?tienne Mougeotte, vicepresidente de TF1, cadena privada de la televisi¨®n gala, presenta la nueva programaci¨®n para la presente temporada. Entre los nuevos espacios figura uno, titulado 36 heures, consistente en filmar, una vez al mes, a un pol¨ªtico compartiendo durante dos o tres d¨ªas el domicilio de una familia francesa. La productora del programa es 2P2L, una firma la mar de seria, responsable del programa Les yeux dans les Bleus, dedicado al equipo de f¨²tbol de Francia que gan¨® la copa del mundo en 1998, o la filmaci¨®n, desde los vestuarios, de la campa?a presidencial de Lionel Jospin.
La filosof¨ªa del programa no es otra que la de acercar, aproximar el hombre pol¨ªtico al resto de los ciudadanos, al tiempo que liberar el discurso pol¨ªtico de su caparaz¨®n ret¨®rico y vincularlo a la realidad cotidiana. Las reglas del juego son las siguientes: el hombre pol¨ªtico orienta a los responsables del programa sobre qu¨¦ tipo de familia desear¨ªa visitar -la familia de un obrero de la construcci¨®n, de un maestro, de un militar, de un matarife, de un acad¨¦mico... o bien una familia magreb¨ª, legitimista, circense (de acr¨®batas, de payasos, de ilusionistas...), o un matrimonio de ancianos, o una pareja de lesbianas, o una familia con problemas-, y los responsables del programa le escogen una, sin que el hombre -o la mujer- pol¨ªtico pueda rechazarla. Se le filma durante dos o tres d¨ªas -sin c¨¢maras ocultas, sin c¨¢maras fijas, sin pijama y sin que en ning¨²n momento veamos al personaje pol¨ªtico cantando en la ducha o tirando de la cadena del v¨¢ter. Luego, esas 36 o m¨¢s horas de filmaci¨®n se reducen a una, y sin que el personaje pol¨ªtico pueda sugerir cambio alguno se emiten en TF1.
Como el lector ya puede figurarse, esas 36 heures han sido acogidas de muy diversa manera por la clase pol¨ªtica gala. Una fuente pr¨®xima al presidente Jacques Chirac ha hecho saber que ¨¦ste se muestra fou furieux con dicho programa, lo que se traduce en la prohibici¨®n expresa del primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, a los miembros de su Gobierno de participar en el mismo (Jean- Fran?ois Cop¨¦, portavoz del Gobierno, ya hab¨ªa dado su consentimiento). Fran?ois Hollande, primer secretario del Partido Socialista franc¨¦s, tambi¨¦n se muestra hostil al programa, al igual que Alain Krivine, portavoz de la Ligue Communiste R¨¦volutionaire ("es rid¨ªculo, lamentable; va a contribuir a¨²n m¨¢s a la despolitizaci¨®n de la ciudadan¨ªa"), y el ultraderechista Jean-Marie Le Pen ("los pol¨ªticos no deben prostituirse, ni siquiera medi¨¢ticamente"). Pero tambi¨¦n los hay dispuestos a participar en el programa, como el diputado socialista Jack Lang, ministro de Cultura durante el reinado de Fran?ois Mitterrand y uno de los personajes m¨¢s populares de la gauche-caviar.
Estoy seguro de que pese a las cr¨ªticas el programa acabar¨¢ realiz¨¢ndose e imponi¨¦ndose m¨¢s pronto o m¨¢s tarde. Y es que la televisi¨®n, los h¨¢bitos televisivos, tienen una fuerza impresionante y todo acaba, incluida la pol¨ªtica, dobleg¨¢ndose ante ella. Imag¨ªnense lo agradecidas que ser¨ªan esas 36 horas (?reducidas a una!) ante el panorama electoral, plurielectoral, que se nos avecina. Despu¨¦s de ver y escuchar por en¨¦sima vez el di¨¢logo de sordos entre los se?ores Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, acus¨¢ndose mutuamente de una falta de verg¨¹enza pol¨ªtica y democr¨¢tica, qu¨¦ agradable ser¨ªa comprobar, con la ayuda de una familia de fabricantes de nubes o de aceituneros altivos, que en el fondo, pese a su diverso talante, les une el punto de cruz, la pesca del lucio, o la devoci¨®n al Ni?o Jes¨²s de Praga.
Ahora que tras 23 largos a?os -"moltes, moltes, moltes, molt¨ªssimes gr¨¤cies", dijo la criatura- el presidente Jordi Pujol nos abandona en una procelosa continu?tat, c¨®mo no cantar las excelencias de esas deseables 36 horas, unas horas que en el caso de Pujol hay que multiplicar, a lo largo de los 20 a?os de TV-3, por 1.000, por 10.000, por 100.000; unas horas que el presidente no ha compartido con tal o cual familia catalana, sino con toda Catalu?a, en un di¨¢logo, que a veces se quedaba en mon¨®logo, ininterrumpido con sus gentes, con sus piedras, con sus montes, con sus valles, con sus huertos y con la vaca Rosita del Mas de Can Banyes. Ahora que se despide el gran c¨®mico, el c¨®mico indiscutible de TV-3 -creo que fue Albert Boadella quien dijo que el d¨ªa que se marchase Pujol ser¨ªa un d¨ªa de luto para el teatro catal¨¢n-, ha llegado la hora del relevo para los Artur Mas, Pasqual Maragall, Josep Llu¨ªs Carod, Josep Piqu¨¦ y tutti quanti. Dif¨ªcil papeleta la de tener que sustituir a un campeon¨ªsimo como Pujol. Pero no hay m¨¢s remedio, hay que luchar y jug¨¢rsela. "Credere, obbedire, combattere", como dicen, prietas las filas, las gentes del PP. ?Qu¨¦ les parecer¨ªan 36 horas de Artur Mas en el domicilio de una peluquera del Eixample (de la dreta del Eixample) intentando convencerla de que, contrariamente a lo que dice el amigo Josep Ramoneda, su peinado no es "incompatible con cualquier veleidad subversiva"? ?O las 36 horas de Pasqual Maragall subido a la higuera del huerto de una familia gitana de Gr¨¤cia mientras encaja, sonriente, la gracia del peque?o Bernardo: "Cuanto m¨¢s alto trepa el mono, mejor se le ve el culo"?
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