Despu¨¦s de Pujol, ?qu¨¦?
EL 16 DE NOVIEMBRE, Catalu?a elegir¨¢ nuevo presidente. La jubilaci¨®n de Jordi Pujol cierra un largo ciclo. En cierta ocasi¨®n le cont¨®, en mi presencia, su secreto a una entusiasta electora que se le acerc¨®. "No soy Robert Redford, se?ora. ?Sabe por qu¨¦ gano? Porque soy bajo, feo, calvo, gordo y antip¨¢tico, y como que muchos catalanes tambi¨¦n lo son se sienten identificados conmigo". ?ste es Pujol, mezcla de socarroner¨ªa, fe patri¨®tica y pragmatismo sin reservas. Su presencia garantizaba la cohesi¨®n del espacio nacionalista. Cualquier pacto contra natura patri¨®tica pod¨ªa convertirse en sacrificio por la patria si Pujol lo cargaba sobre sus espaldas. Posibilismo pol¨ªtico y moralismo ideol¨®gico: a Pujol nada le estaba vedado porque todo lo que ¨¦l hac¨ªa estaba justificado por el bien de la patria. Y como que la patria es el bien supremo, todo le estaba permitido, con la venia de unos adversarios muy domesticados. Pero Pujol, que conoce bien la pulsi¨®n conservadora de las clases medias catalanas, nunca se sali¨® de los ra¨ªles: lealtad constitucional y aliento permanente de la llama de la fe nacionalista. Manejando la ambig¨¹edad con maestr¨ªa, Pujol ha ganado m¨¢s tours que Indur¨¢in. Las pr¨®ximas elecciones aclarar¨¢n dos interrogantes: ?Es posible la alternancia en Catalu?a? ?Qui¨¦n tendr¨¢ la hegemon¨ªa en el espacio nacionalista despu¨¦s de Pujol?
El Estado de las autonom¨ªas ha generado una versi¨®n posmoderna del tradicional sistema caciquil que hace que la alternancia en el poder en las comunidades aut¨®nomas sea m¨¢s dif¨ªcil que en el Gobierno del Estado. La naci¨®n catalana no ha sido una excepci¨®n. Pujol ha gobernado sobre un muy trabado sistema de intereses perfectamente distribuido por todo el territorio catal¨¢n. El sistema empieza a dar s¨ªntomas de ineficiencia. El tan cacareado cambio generacional es una manera de decir que el cors¨¦ que el pujolismo puso sobre Catalu?a es demasiado estrecho. Si los comicios son en clave estrictamente nacionalista (como intenta CiU), lo l¨®gico es que la ciudadan¨ªa vote al original, no a la copia. Y que los que ven¨ªan absteni¨¦ndose -los que no se sienten concernidos por estas elecciones- lo sigan haciendo. Aunque en este caso algunos podr¨ªan llegar a pensar que el original es Maragall y que la copia es Mas.
La alternativa de Maragall consiste "en pensar Catalu?a en grande", porque, dice, la Catalu?a ideal de Pujol se ha construido a costa de la Catalu?a real. La red catalana de ciudades es la base articular de su apuesta. Frente a la ausencia de un proyecto de CiU para Espa?a, Maragall defiende una idea de Espa?a plural de regusto regeneracionista, porque est¨¢ convencido de que la Espa?a de Aznar y la Espa?a de los nacionalismos perif¨¦ricos son, finalmente, la misma cosa. Pero la voluntad de cambio en Catalu?a siempre es un misterio y aparece sin previo aviso, como ocurri¨® en las elecciones del Bar?a. Y no hay que olvidar que lo que all¨ª pas¨® es que los hijos (Laporta) vencieron a los pap¨¢s (Bassat), pero todo qued¨® en casa.
Mientras Espa?a, desde que el PP ha consolidado la unificaci¨®n de la derecha, avanza hacia un bipartidismo ligeramente corregido por IU y por los nacionalismos perif¨¦ricos, el tardopujolismo ha reforzado el multipartidismo catal¨¢n. De modo que la pol¨ªtica de alianzas ser¨¢ decisiva. Y me parece que ser¨ªa exigible a los partidos mayor claridad en sus intenciones. CiU gobernar¨ªa con Esquerra o con el PP, seg¨²n los resultados, lo cual evidentemente determinar¨ªa pol¨ªticas completamente distintas. E incluso podr¨ªa darse que gobernara con el PSC, opci¨®n preferida de buena parte del poder econ¨®mico catal¨¢n. Esquerra juega permanentemente a los dos pa?os: CiU y PSC, y ha hecho de ello un signo de identidad del partido.
Aqu¨ª aparece la segunda gran cuesti¨®n del 16-N. La disputa por la hegemon¨ªa nacionalista en el pospujolismo. El pacto CiU-PP y la retirada de Pujol han hecho crecer a Esquerra Republicana, que las encuestas sit¨²an con capacidad decisiva para formar Gobierno. Toda la estrategia de Carod tiene un objetivo: robarle a medio plazo a Converg¨¨ncia la primac¨ªa en el nacionalismo catal¨¢n. Sus alianzas poselectorales ser¨¢n en funci¨®n de este dato. Y a nadie se le escapa que el sue?o de Carod es que Mas, llegando detr¨¢s de Maragall pero sumando mayor¨ªa absoluta con Esquerra, le ofrezca la coalici¨®n y le d¨¦ la presidencia.
Las elecciones catalanes tienen su clave espa?ola. Una victoria de Maragall insuflar¨ªa ¨¢nimo al alica¨ªdo PSOE poscrisis de Madrid. ?Ser¨¢ raz¨®n suficiente para movilizar a la abstenci¨®n socialista? El PP parte con un papel secundario, Esquerra Republicana parece destinada a robarle la condici¨®n de minor¨ªa determinante.
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