El Papa muestra nuevos signos de debilidad en Roznava
Ante 50.000 fieles, Juan Pablo II estuvo casi al borde del desfallecimiento
El sufrimiento f¨ªsico de Juan Pablo II se ha convertido en uno de los elementos m¨¢s visibles de su labor pastoral. Ayer, durante la misa al aire libre en la localidad eslovaca de Roznava, se mostr¨® f¨ªsicamente muy d¨¦bil, casi al borde del desfallecimiento, pero exhibi¨® de nuevo su voluntad de mantenerse activo hasta el fin. Un obispo eslovaco afirm¨® que el Papa encarnaba "el dolor del mundo" y, como Cristo en el Calvario, demostraba que el dolor pod¨ªa conducir a "la alegr¨ªa eterna".
El propio Pont¨ªfice pens¨® tal vez en su situaci¨®n cuando, en su homil¨ªa a los aproximadamente 50.000 fieles que acudieron a la misa de Roznava, cit¨® un proverbio eslovaco: "Las palabras predican, los ejemplos conmueven".
El obispo de Roznava, Vladimir Filo, agradeci¨® al Papa su presencia: "Gracias a usted, Santo Padre, hemos visto hoy el rostro de Cristo". "Con su aspecto", sigui¨® el obispo -en un texto distribuido a la prensa pero que no lleg¨® a leerse en la ceremonia-, "nos dice que el dolor del mundo, que usted encarna, es redentor y a trav¨¦s de ¨¦l podemos alcanzar la alegr¨ªa eterna".
Igual que el d¨ªa anterior, Juan Pablo II s¨®lo ley¨® algunos fragmentos de su mensaje. Habl¨® en checoslovaco, polaco y h¨²ngaro, aunque, como de costumbre, tuvo dificultades con este ¨²ltimo idioma, que se le resiste especialmente. Un miembro de su s¨¦quito le ayudaba con el dedo a seguir las l¨ªneas del texto. La voz se apagaba en ocasiones, pero resurg¨ªa. Entre los asistentes hab¨ªa unos 20.000 polacos, que hab¨ªan viajado al menos 400 kil¨®metros, y unos 20.000 h¨²ngaros, en su mayor¨ªa miembros de la minor¨ªa magiar en Eslovaquia. La jerarqu¨ªa eslovaca confiaba en congregar 200.000 personas en la misa, que deb¨ªa ser el acto m¨¢s multitudinario de la tercera visita del Papa al pa¨ªs; sin embargo, el n¨²mero de cat¨®licos presentes fue finalmente de unos 50.000.
Durante la ceremonia bes¨® a dos gemelas de cuatro a?os, Luc¨ªa y Andrea, que nacieron siamesas, unidas por la cadera y el abdomen, y pudieron ser separadas; la madre, conocedora del problema durante la gestaci¨®n, se neg¨® a abortar. El beso a las ni?as fue un acto simb¨®lico de rechazo a las leyes que permiten la interrupci¨®n del embarazo.
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