Oficios de ciclistas
Zabel consigue derrotar por vez primera a lo largo de la temporada a Petacchi
A Alejandro Valverde e Isidro Nozal les encantaba, de ni?os, mancharse las manos de grasa hurgando en el motor del cami¨®n de sus padres. Recorr¨ªan mundo. Viajes interminables, sue?os agitados en las literas del Pegaso o el Renault de caja cuadrada. Valverde, desde Las Lumbreras, en Monteagudo, hasta Madrid, Barcelona o poco m¨¢s. Nozal, desde Guriezo, m¨¢s lejos, hasta Italia, con su padre. "Le a?oraba cuando se iba sin m¨ª, porque me quedaba en la escuela, y ¨¦l ahora me a?ora a m¨ª, siempre viajando", dice el l¨ªder de la Vuelta, fatalista, tan n¨®mada como su padre, como Valverde. Quiz¨¢s cuando se retiren, cuando dejen su m¨¢quina, que tambi¨¦n tiene ruedas, que tambi¨¦n les mancha de grasa, monten una empresa de transportes. A Gianni Bugno le gustar¨ªa ser camionero, conducir autobuses. Giovanni Lombardi nunca ser¨¢ camionero.
A Lombardi le encantaba, de jovencillo, comprarse dos pares de zapatos y pon¨¦rselos cambiados: el izquierdo, de charol, negro; el derecho, de piel vuelta, azul o marr¨®n. Tambi¨¦n, la bicicleta. Fue pistard y campe¨®n ol¨ªmpico en Barcelona 92. Era r¨¢pido y se hizo sprinter. Trabaja para Mario Cipollini y le gusta hablar de Gianmarco Ortenzi o Gianni Barbato, fin¨ªsimos... dise?adores de zapatos. Lombardi, que de vez en cuando gana etapas, se pasea elegante con un traje de rayas de cebra, negras sobre blanco, y botines a juego cubriendo sus zapatillas. Lleva en el bolsillo cuatro v¨ªrgenes de Lourdes, de pl¨¢stico, rellenas de agua milagrosa, pero es ateo. "Ya se sabe", dice; "estaba en Lourdes, ese supermercado de la religi¨®n, y llam¨¦ a la familia, a Italia. Y mi madre, mi abuela, mi t¨ªa... Media familia me pidi¨® una virgen". Lombardi es lombardo, de Pav¨ªa, y vive en Madrid, en la calle de Piamonte. All¨ª tiene una zapater¨ªa, la m¨¢s moderna. Modelos extravagantes, imposibles, de piel de canguro, de elefante, de avestruz..., car¨ªsimos. Por menos de 300 euros, nada. Cuando no es ciclista, es zapatero. Y, cuando cierra la tienda, se pasea, moderno, por Chueca, cena en Azul Profundo, compra ropa en el mercado de Fuencarral... Tambi¨¦n trabaj¨® para Erik Zabel.
Con Zabel no se puede hablar de camiones, zapatos o antidepresivos, una materia que le encanta al bipolar Petacchi. En su universo s¨®lo gira la bicicleta. De enero a diciembre, desde los cinco a?os, cuando entr¨® en la escuela de Berl¨ªn Este, hasta ahora, los 33 cumplidos: 300 d¨ªas al a?o fuera de casa, pedaleando. Nada le distrae. En febrero o marzo, como las etapas se le hacen cortas, se da luego otro paseo en la bici: 60 o 70 kil¨®metros. Y ganando, como ayer, en Sabadell. A Zabel, antes sprinter imbatible, le cuesta cada vez m¨¢s ganar. "Los a?os me hacen menos r¨¢pido, pero m¨¢s resistente", dice; "pero no por eso voy a dejar de ser ciclista. Al final, siempre llega una oportunidad". Zabel lleva 170 victorias desde hace diez a?os, ocho en 2003. Ha ganado cuatro veces la Mil¨¢n-San Remo y seis, un r¨¦cord, el maillot verde de la regularidad del Tour. "Todo llega", repite despu¨¦s de ganar este a?o, por fin, al casi imbatible Petacchi, el de las seis etapas del Giro, las cuatro del Tour y las dos de la Vuelta tambi¨¦n en 2003. Ayer, en la etapa que baj¨® a toda velocidad de los Pirineos al Mediterr¨¢neo, Zabel sali¨® de la sombra del italiano -lanzado demasiado pronto contra el viento en un sprint desordenado- para seguir reivindicando su oficio de ciclista puro.
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