Faluya pone precio a la sangre iraqu¨ª
Las familias de los polic¨ªas muertos a tiros por EE UU exigen una gran indemnizaci¨®n
Faluya est¨¢ tranquila, pero sus habitantes hierven por dentro. Esta ciudad de provincias, conservadora y tribal, a¨²n no ha reaccionado al ¨²ltimo error de las tropas estadounidenses: ocho polic¨ªas muertos y siete heridos. Los gritos de venganza lanzados durante las exequias han quedado suspendidos en el aire. ?Por cu¨¢nto tiempo? Nadie lo sabe. "La resistencia s¨®lo cumple la misi¨®n de Dios", susurra un miembro de las fuerzas de seguridad desde el anonimato. El alcalde, m¨¢s conciliador, s¨®lo pide justicia: "Las vidas de nuestros hombres no valen menos que las de un soldado norteamericano". Las familias exigen 20 millones de d¨®lares, lo mismo que Libia va a pagar por cada v¨ªctima del atentado de Lockerbie.
"Exigimos lo mismo que las familias de EE UU van a recibir de Libia por el atentado de Lockerbie"
El accidente ocurri¨® en el peor lugar para los estadounidenses. Faluya se ha mostrado especialmente beligerante contra las fuerzas de ocupaci¨®n. Desde que pocos d¨ªas despu¨¦s de tomar la ciudad los soldados mataran a 16 manifestantes, los ataques a sus convoyes son continuos. "El 90% de la poblaci¨®n apoya a la resistencia", confiesa un ciudadano. "Cuando el s¨¢bado despedimos a estos hombres que realizaban un trabajo honesto protegiendo la ciudad, muchos habitantes clamaron venganza, en especial las familias de las v¨ªctimas", admite el regidor de Faluya, Taha Bedawi Hamid, que no fue designado por EE UU, sino por un consejo local de notables. No obstante, trata de rebajar la tensi¨®n: "Los americanos han explicado que dispararon porque se vieron atacados y han pedido disculpas". "Tambi¨¦n nos han solicitado una lista de los m¨¢rtires para presentar condolencias a sus familias", a?ade, "aunque no sabemos cu¨¢nto van a pagarles".
El alcalde parece satisfecho con los pasos dados por los responsables militares. La clave est¨¢ en las indemnizaciones. En esta sociedad los feudos de sangre se han resuelto tradicionalmente con dinero. Ahora, adaptados a las nuevas circunstancias, el mun¨ªcipe y la comisi¨®n formada por el Consejo Civil hablan de "da?os y perjuicios", de "reparaciones materiales y morales". "En ocasiones anteriores ofrecieron 2.500 d¨®lares a las familias de los m¨¢rtires y 500 d¨®lares a los heridos, pero nunca han pagado m¨¢s de 1.500", explica Hamid; "es una cantidad baj¨ªsima". ?Cu¨¢nto quieren entonces? El alcalde no se pilla los dedos. "Ellos lo saben muy bien: lo mismo que pagan cuando matan por error a un soldado estadounidense", alega. Las familias de soldados norteamericanos muertos durante la guerra de Irak perciben un m¨¢ximo de 50.000 d¨®lares como indemnizaci¨®n.
Los t¨ªos de Omar Ismail Mizah son expl¨ªcitos. "Como m¨ªnimo, exigimos lo mismo que las familias estadounidenses van a recibir de Libia por el atentado de Lockerbie", afirma Abdul Wahid al Mohamedi; "la sangre iraqu¨ª no es menos valiosa que la americana y nosotros no hemos ido a ocupar su pa¨ªs". Omar, de 33 a?os, hab¨ªa sido teniente en el Ej¨¦rcito de Sadam, pero fue expulsado por no ser miembro del Partido Baaz. Lo cuenta otro t¨ªo suyo, el jeque Sami Abu Eid Farhum, y lo ratifica un compa?ero de la Fuerza de Protecci¨®n de Faluya (FPF), Ibrahim Abed Fayadh. Omar fue uno de los ocho agentes de ese cuerpo que resultaron muertos en el tiroteo del viernes. La FPF es una fuerza formada con ex militares y ex polic¨ªas para apoyar a la nueva polic¨ªa iraqu¨ª en la vigilancia de la ciudad tras la salida de las tropas estadounidenses el pasado 12 de julio.
En el hospital local, Abdul Yalil Abdul Mohamed, el conductor del coche en el que viajaba Omar, se recupera de varias heridas de bala. "Persegu¨ªamos al BMW que hab¨ªa disparado contra la comisar¨ªa cuando, a la altura del hospital jordano, unos veh¨ªculos militares emboscados tras los ¨¢rboles empezaron a disparar", relata con voz muy baja. "Los dos coches de la polic¨ªa que iban delante de nosotros lograron escapar a toda velocidad. Yo iba a 120 kil¨®metros por hora, pero un proyectil alcanz¨® el motor y el coche qued¨® inm¨®vil bajo un fuego intenso", a?ade perplejo porque todos sus esfuerzos por identificarse como polic¨ªas resultaran vanos.
De la intensidad del ataque dan fe los boquetes en la pared del vecino hospital, uno de cuyos guardas result¨® muerto y otro, herido. "No soy un experto, pero tuvieron que utilizar armas pesadas", dice el alcalde. Salta a la vista, pero en el hospital tienen instrucciones de no hablar con la prensa. Aunque los ataques de que han sido objeto en los alrededores de Faluya expliquen la reacci¨®n de p¨¢nico de los soldados estadounidenses, su respuesta parece desproporcionada.
Un portavoz militar anunci¨® el s¨¢bado la apertura de una investigaci¨®n interna. Sin embargo, nadie ha acudido a escuchar la versi¨®n del conductor del coche acribillado o de su compa?ero herido.
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