Las torturas del l¨ªder
Isidro Nozal comienza a lamentar marchar el primero de carrera
A Isidro Nozal le gustaba llevar la visera de la gorra doblada hacia arriba, a la antigua. Era el ¨²nico. Se le distingu¨ªa a la primera, desde lejos, pero desde que es obligatorio llevar casco ya no pod¨ªa lucir su se?a de identidad. Era uno m¨¢s. Otro trabajador intercambiable. Hasta la Vuelta. En la Vuelta lleva siete d¨ªas vestido de l¨ªder. Deber¨ªa ser un tipo feliz, destacado sin necesidad de gorra, un sue?o hecho realidad, el futuro resuelto y todas esas cosas, bla, bla, bla, bla, bla, bla... Pues no lo es. "Si llego a saber todo lo que lleva consigo ser l¨ªder, no lo acepto", dice con un deje de amargura. "A m¨ª nadie me hab¨ªa dicho en qu¨¦ consiste".
Nozal ha tenido mala suerte. Es el reh¨¦n del eterno conflicto cainita del que se alimenta todos los a?os la Vuelta. Un a?o fue Olano contra Jim¨¦nez, otro Aitor contra Sevilla, Z¨¹lle contra Jalabert, Mauri contra Lejarreta... Personalidades fuertes que se buscaba enfrentar -o que se enfrentaban- dentro de un mismo equipo. Sangre. Este a?o el pretendido conflicto entre Nozal, el gregario que est¨¢ tan fuerte que no puede evitar ser el l¨ªder, e Igor Gonz¨¢lez de Galdeano, el l¨ªder oficial que no puede evitar ir segundo, es m¨¢s imposible por la discreta personalidad de ambos, poco dados a las declaraciones fuertes, a los retos o a las voces, pero tambi¨¦n es m¨¢s f¨¢cil por la tremenda personalidad de Manolo Saiz, su director, hombre que entra de frente a todos los micr¨®fonos y pol¨¦micas. Llegan las radios y para amenizar una Vuelta mortecina -s¨®lo alegrada por las revelaciones de Nozal y Valverde- y disputada en un trazado light organizan un juego casi inocente de entrevistas casi simult¨¢neas a Igor y a Isidro y machacan a ambos con una monocuesti¨®n: "?qui¨¦n es el l¨ªder del ONCE-Eroski?" Pierde quien primero pierda la paciencia. No aguantaron ni un minuto ni Galdeano ni Nozal ni mucho menos Saiz, quien ayer confes¨®: "Me han amargado la Vuelta".
Saiz intenta argumentar sensato. No le falta la raz¨®n cuando asegura que estrat¨¦gicamente la situaci¨®n es ideal, que Nozal s¨®lo aguanta porque sabe que tiene a Igor detr¨¢s, porque sabe que si falla -y piensa que un d¨ªa acabar¨¢ fallando- siempre estar¨¢ Igor detr¨¢s para asumir el mando, y que Igor va m¨¢s tranquilo as¨ª, a la sombra, de actor secundario. Pero una vez terminado el argumento, Saiz, el insurrecto, empieza a clamar contra sus pares que se dedican a hacer cr¨ªtica en las radios, los ex directores que nunca han ganado nada, los ex ciclistas frustrados. Las cr¨ªticas le desarman y transmite su estado de ¨¢nimo a sus corredores, que se sienten perseguidos, asediados, agobiados. "Es que se pasan mucho", se defiende Saiz. "En vez de preguntarme por an¨¦cdotas hermosas de Isidro, por ejemplos que demuestran su humildad, como el d¨ªa que fue a desayunar a mi casa y se puso a fregar los platos, o cuando pasa el aspirador por el autob¨²s, o por su generosidad en la carrera, que si ve que no hay que pueda bajar a por agua porque los compa?eros est¨¢n muertos o trabajando es el primero que toma la decisi¨®n, pues en vez de emocionarse por eso, nada, a meter el dedo en el ojo, a buscar el enfrentamiento. Y no es eso".
El d¨ªa de descanso, ayer, soleado Valencia, qu¨¦ playas, qu¨¦ paellas, qu¨¦ pinchos, novias de ciclistas en los hoteles, fue, sin embargo, un d¨ªa de tortura para Nozal, que no pudo ni echarse la siesta a gusto. "Cada cinco minutos me llamaban para decirme que hab¨ªa un periodista esperando", dice. "No s¨¦ a cu¨¢ntos he tenido que atender. Y el problema es que no me preguntaban por mi vida o por bonitos temas de ciclismo, sino que todos me hac¨ªan la misma pregunta: ?Qui¨¦n es el l¨ªder, Isidro?" Y Nozal, que se cre¨ªa fuerte e inmune, que pensaba que la cabeza tan bien amueblada que le rige le defender¨ªa de todos los males, se encuentra solo y desarmado ante lo que ve como una jaur¨ªa.
Quiz¨¢s Nozal envidie a Alejandro Valverde, el murciano del Kelme, quien, tambi¨¦n a su pesar, podr¨ªa haber sido la v¨ªctima de otro conflicto. Y aunque sab¨ªa que ser¨ªa la baza oculta de Belda, le salv¨® la ca¨ªda y los males de ?scar Sevilla, el l¨ªder oficial del equipo. Y Valverde, a quien la vida le sonr¨ªe, que s¨®lo sabe que estar delante desde que a los nueve a?os disput¨® su primera carrera -fue segundo en Jumilla-, sonr¨ªe el d¨ªa de descanso junto a su novia. Pero no todo es perfecto, a la hora de la siesta se registra en el mismo hotel una pareja de representantes. Llegan para renegociar el contrato leonino de Valverde -cinco a?os desde que lo ficharon hace tres como amateur- con el patr¨®n Quiles. En la Vuelta, efectivamente, el conflicto siempre acecha.
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