Bochorno veraniego
Populares y socialistas abrieron el pasado domingo -en paralelo- la campa?a para los comicios madrile?os del 26 de octubre; mientras los dirigentes nacionales y territoriales del PSOE rodeaban a Rafael Simancas en la Plaza de Vista Alegre, el presidente del Gobierno y su heredero al frente del PP encabezaron en el Palacio de Exposiciones el apoyo de su partido a Esperanza Aguirre. Todos los oradores coincidieron en subrayar la condenable irregularidad de ese llamamiento a las urnas sin precedentes, convocado s¨®lo tres meses despu¨¦s de celebradas las mismas elecciones auton¨®micas; sin embargo, la causa de esa anomal¨ªa (el transfuguismo de los diputados socialistas Tamayo y S¨¢ez, que bloque¨® la investidura de Simancas y forz¨® la disoluci¨®n de la Asamblea) recibi¨® interpretaciones y cr¨ªticas antag¨®nicas en uno y otro escenario. All¨ª donde el PP diagnostic¨® exclusivamente la irremediable manifestaci¨®n de las mezquinas ri?as por el poder dentro de la Federaci¨®n Socialista Madrile?a (FSM), el PSOE denunci¨® la compra de los dos esca?os por una trama pol¨ªtico-inmobiliaria para anular el veredicto de las urnas.
Tras el frustrado intento socialista de que el Tribunal Superior de Justicia de Madrid y la Fiscal¨ªa Anticorrupci¨®n tipificaran como delito de cohecho las conductas de Tamayo y S¨¢ez, los trabajos realizados durante los meses de julio y agosto por una comisi¨®n de encuesta de la Asamblea para esclarecer ese oscuro caso de transfuguismo no se cerraron con un dictamen oficial: los dos diputados investigados ten¨ªan la llave del pleno para aprobar o rechazar cualquier resoluci¨®n al respecto. Las sesiones parlamentarias -retransmitidas por televisi¨®n- constituyeron una afrenta a la dignidad de las instituciones democr¨¢ticas; el bochorno pol¨ªtico result¨® mas insoportable que el t¨®rrido verano. El PP utiliz¨® su mayor¨ªa absoluta en la comisi¨®n (gracias a la obligada ausencia de los tr¨¢nsfugas) para desnaturalizar sus objetivos y manipular su desarrollo: adem¨¢s de rechazar las solicitudes de documentaci¨®n y las peticiones de comparecencias plenamente justificadas de los socialistas, confi¨® la presidencia de la comisi¨®n a un diputado que traicion¨® sus deberes arbitrales de neutralidad en aras de un c¨ªnico sectarismo partidista.
Las casi insuperables cortapisas a la investigaci¨®n puestas por el PP y la incapacidad del PSOE para superarlas frustraron las expectativas socialistas de hacer aflorar una inequ¨ªvoca conexi¨®n causal entre la deserci¨®n de sus dos diputados tr¨¢nsfugas y una trama pol¨ªtico-inmobiliaria organizada por el PP para dar la vuelta a las elecciones. Sin duda, la febril comunicaci¨®n telef¨®nica de Tamayo con el constructor Bravo y el abogado Verdes -militantes ambos del PP- inmediatamente antes o despu¨¦s de su deserci¨®n y la irrupci¨®n en esa comedia de enredo de Romero de Tejada -secretario general de los populares madrile?os con despacho en la calle de G¨¦nova- no parecen simples casualidades y dan un fundamento razonable a esa sospecha. Sin embargo, tampoco cabe descartar la existencia de redes locales de corrupci¨®n pol¨ªtica transversal formadas por militantes de diferentes partidos a espaldas de sus dirigentes nacionales. Pero ni los socialistas (resueltos a descargar la culpabilidad exclusiva sobre el PP) ni los populares (temerosos de verse salpicados por el esc¨¢ndalo si admit¨ªan responsabilidades compartidas) se preocuparon de analizar una posibilidad especialmente amenazadora para los partidos y para el sistema democr¨¢tico.
Los ciudadanos que vieron en televisi¨®n, escucharon por radio o leyeron en la prensa las declaraciones de los tr¨¢nsfugas y de otros comparecientes quedaron probablemente sobrecogidos al atisbar la mugrienta realidad que se esconde en los subsuelos de los partidos. No ser¨¢ f¨¢cil para los votantes del PSOE metabolizar que Tamayo y S¨¢ez figuraban en la lista cerrada y bloqueada que introdujeron el 26-M en la urna; los esfuerzos del PP para atribuir m¨®viles ideol¨®gicos a la decisi¨®n tomada por los dos tr¨¢nsfugas (su aversi¨®n a los comunistas de Izquierda Unida) no se tienen en pie. Y tampoco habr¨¢ sido agradable para los votantes de Esperanza Aguirre saber que Romero de Tejada -secretario general del PP en Madrid- minti¨® a la comisi¨®n y ocult¨® que una copisteria le paga sin trabajar un sueldo mensual y la cuota de la Seguridad Social.
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