"Ni han encontrado armas de destrucci¨®n masiva ni las van a encontrar"
"Ni han encontrado armas de destrucci¨®n masiva ni las van a encontrar". As¨ª de rotundo se manifiesta Faiz al Berkdar, m¨¢ximo responsable cient¨ªfico de la Comisi¨®n Iraqu¨ª de Energ¨ªa At¨®mica hasta el pasado junio. Al Berkdar, que recibe a EL PA?S en el barrio bagdad¨ª de Al Mansur, asegura que Washington y Londres est¨¢n obsesionados con un programa secreto que nunca existi¨®. "No me han presionado, pero se ha perdido la confianza y a los iraqu¨ªes no nos creen", concluye, impotente ante su retiro anticipado a los 57 a?os.
"Tras los interrogatorios [de los agentes estadounidenses y brit¨¢nicos] me dijeron que pod¨ªa ir a donde quisiera, pero en la Comisi¨®n a¨²n no me han devuelto el pasaporte", denuncia Al Berkdar. Familiares y allegados aseguran que ha recibido presiones para que revele la existencia de un supuesto programa armament¨ªstico secreto, pero el cient¨ªfico niega este extremo. Tambi¨¦n desmiente que ¨¦l o alguno de sus antiguos colegas hayan recibido ofertas para trabajar en Ir¨¢n. "Es una intoxicaci¨®n para justificar la retenci¨®n de los pasaportes", aduce, convencido de que detr¨¢s hay rencillas profesionales.
Al Berkdar es uno de los cient¨ªficos interrogados por el equipo de David Kay. Este antiguo inspector de armas de la ONU dirige el Irak Survey Group, una fuerza de trabajo de 1.200 especialistas en las diferentes disciplinas relacionadas con las armas de destrucci¨®n masiva, que desde hace cinco meses peina Irak en busca de huellas de su existencia. A finales del mes en curso, Kay debe presentar un informe de sus actividades.
Como director general de Proyectos de la Comisi¨®n de Energ¨ªa At¨®mica, Al Berkdar estuvo al tanto de todas las investigaciones en marcha durante el r¨¦gimen de Sadam Husein. "Despu¨¦s de 1991 perdimos la capacidad para iniciar un programa de armas; no ten¨ªamos ni el material ni el equipo", subraya antes de concluir que "era imposible". "Una instalaci¨®n nuclear no es f¨¢cil de esconder. Se detecta f¨¢cilmente desde el aire".
El cient¨ªfico asegura que no hab¨ªa tampoco intenci¨®n de trabajar en ese sentido, tal como dedujo de una conversaci¨®n que entonces mantuvo con Sadam: "Le expliqu¨¦ que est¨¢bamos fabricando material que pod¨ªa emplearse para fabricar un condensador r¨¢pido, que es un dispositivo el¨¦ctrico que se usa en las armas; me respondi¨® que estaba fuera de lugar, que eso era algo del pasado y que ya no ¨ªbamos en esa direcci¨®n".
?Y las armas qu¨ªmicas y biol¨®gicas? Al Berkdar se muestra convencido de que se destruyeron tras la guerra del Golfo. En las semanas anteriores al ¨²ltimo conflicto, fue su departamento, el Centro de Investigaci¨®n Nuclear, rebautizado Centro de Investigaci¨®n Cient¨ªfica en 1991, el encargado de analizar los dos vertederos en los que, seg¨²n las autoridades iraqu¨ªes, se enterraron los desechos. "Los an¨¢lisis de uno de los sitios demostraron la destrucci¨®n de los agentes qu¨ªmicos, pero para los biol¨®gicos hubi¨¦ramos necesitado un mes m¨¢s porque los residuos estaban dispersos en un ¨¢rea muy grande".
Este cient¨ªfico, que se doctor¨® en f¨ªsica del l¨¢ser en la Universidad de Edimburgo, concede que esas armas son m¨¢s f¨¢ciles de producir y de esconder que las nucleares. Sin embargo, tampoco cree que pudieran reanudarse los programas. "Quienes trabajaban en esos campos no s¨®lo son colegas, sino amigos", manifiesta. "Recuerdo que comentaban que hab¨ªan logrado una soluci¨®n, pero que no pod¨ªan transformarla en polvo", declara esc¨¦ptico. Al Berkdar reconoce que en los primeros d¨ªas tras la ca¨ªda de Sadam tuvo miedo. "Todo era posible", admite sin terminar de aclarar si le preocupaba ser silenciado por los antiguos responsables o ser v¨ªctima de una venganza. Hoy parece m¨¢s preocupado por la criminalidad rampante que por las consecuencias de su participaci¨®n en los proyectos para fabricar una bomba at¨®mica. "Mi trabajo en la Comisi¨®n no ten¨ªa nada que ver con la pol¨ªtica; quienes trabajamos all¨ª somos cient¨ªficos", defiende.
"Me present¨¦ yo mismo ante el comandante norteamericano que se instal¨® en el hotel Palestina, el 13 de abril", recuerda. "Les expliqu¨¦ que en la sede de la Comisi¨®n hab¨ªa mucho material delicado y les ped¨ª que lo protegieran de los saqueos", recuerda. A partir de ah¨ª, fue de un oficial a otro hasta que el 11 de mayo le dijeron que ten¨ªan toda la informaci¨®n que deseaban.
"M¨¢s tarde los brit¨¢nicos vinieron a mi casa y volvieron a preguntarme por el programa secreto", relata moviendo la cabeza incr¨¦dulo. "Ante mi negativa, me preguntaron si les estaba diciendo que regresaran a Londres, les respond¨ª que si les gustaba el clima, pod¨ªan quedarse en Bagdad", a?ade a¨²n divertido con la ocurrencia. Le amenazaron con un detector de mentiras, pero no han vuelto desde entonces.
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