Magia blanca
Ya tenemos una certeza sobre Zinedine Zidane: aunque no conseguimos acostumbrarnos a sus diabluras, ¨¦l ha hecho de sus diabluras una costumbre. Hay adem¨¢s en su repertorio un recurso sorprendente: maneja la pelota como esos ilusionistas que burlan la fuerza de la gravedad. Suspenden en el aire un globo de vidrio, lo dirigen a voluntad, lo ocultan tras una cortinilla, lo encierran en una caja y lo hacen pasar por el aro en una asombrosa relaci¨®n de dominio que nos hace pensar en el domador y la fiera. En realidad, ZZ va m¨¢s lejos en su transgresi¨®n de los equilibrios; buscando el m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa, es capaz de convertir medio kilo de piel de vaca en una pompa de jab¨®n.
Sin embargo, no termina ah¨ª su misterio. ?Sabemos, por ejemplo, si consigue divertirse con sus habilidades o su ce?o indica que el juego s¨®lo es un compromiso profesional? Ensimismado en su propia piel de capuchino, ¨¦l parece meditar sobre el secreto de cada una de sus jugadas. Desmiente la ley de la gravedad y, acto seguido, baja la cabeza, se concentra en la hierba y busca una excusa para el siguiente desaf¨ªo.
Cuando el equipo pierde la pelota, ¨¦l tampoco tiene inconveniente en buscarla como un despose¨ªdo. En ese caso suele aparecer por todos los arrabales; merodea por las bandas, repasa la l¨ªnea de fondo, ronda el c¨ªrculo central, se mueve con desenvoltura en las reyertas del ¨¢rea y se limpia las u?as con el bander¨ªn de c¨®rner. En esa esforzada disposici¨®n no es distinto de cualquier jornalero puntual; con la camiseta manchada de grasa, de grasa verde, cumple el horario de trabajo sin mirar el reloj. Es m¨¢s, a ratos act¨²a con una sa?a marsellesa tan compatible con los bajos fondos como con la alta competici¨®n. Entonces enciende una de esas miradas que matan: se encara sin remilgos con los contrarios y les recorre el cuerpo de los pies a la cabeza como si estuviese calculando el tama?o del ata¨²d. Con pelota o sin ella, manifiesta un firme impulso ganador que le permite colgar adornos y tender emboscadas en todas las esquinas del campo.
M¨¢s all¨¢ de su entrega y su prestancia, el juego de Zinedine Zidane es una nueva forma de expresi¨®n corporal en la que se suman la habilidad del mago, la elasticidad del bailar¨ªn y la inspiraci¨®n del m¨²sico. Con el bal¨®n atrapado en la vertical del pie compone una danza natural en la que se combinan espl¨¦ndidamente los pases, las zancadas, las piruetas, los recortes y los ejercicios de levitaci¨®n.
Despliega un cuadro esc¨¦nico en el que todo, hombres, uniformes y maniobras, se integra en un solo decorado.
S¨®lo las chispas de sudor pueden iluminar tan asombrosa coreograf¨ªa.
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