Y ocurri¨® que Israel atac¨® a Arafat
?Qu¨¦ pasar¨¢ si efectivamente expulsan a Arafat de la escena pol¨ªtica o si le deportan a Gaza o si le liquidan con un disparo, como proponen los principales ministros del Gobierno israel¨ª? ?Aumentar¨¢n entonces las posibilidades de alcanzar un acuerdo entre Israel y los palestinos y cesar¨¢n de inmediato los atentados terroristas? ?Es que acaso as¨ª surgir¨¢ un l¨ªder que pueda unir a los palestinos, conducirlos a la paz, a pesar de las dolorosas concesiones que eso implica?
Tan s¨®lo un iluso podr¨ªa creer en algo as¨ª. Es cierto que Arafat es, sin duda, un l¨ªder problem¨¢tico, voluble y nada fiable, un l¨ªder que trajo la desgracia a su pueblo cuando en septiembre de 2000 perdi¨® la ocasi¨®n de convertir las propuestas de Ehud Barak en un trampol¨ªn para alcanzar un acuerdo satisfactorio para los palestinos. Arafat es un obst¨¢culo para que triunfe el proceso de paz, nos dicen una y otra vez los expertos en seguridad. Pero, aunque el coraz¨®n tienda a creer en ellos, conviene andar con reservas y pensar que Arafat es un obst¨¢culo para la paz tal y como el Israel-de-Sharon ve la paz; por cierto, tambi¨¦n habr¨ªa que considerar al mismo Sharon un obst¨¢culo. Pero, a pesar de que lo que dice y hace Arafat resulta ser causa de problemas, ser¨ªa un error por parte de Israel, adem¨¢s de un crimen, atentar contra su vida. Es verdad que las manos de Arafat est¨¢n manchadas de sangre. Tambi¨¦n lo est¨¢n las manos de Sharon. Actualmente, son muy pocos los l¨ªderes en cualquiera de los dos lados cuyas manos no est¨¦n manchadas de sangre. Pero, a fin de cuentas, todos sabemos que ambas partes tendr¨¢n que darse alg¨²n d¨ªa la mano, aunque est¨¦ manchada por la sangre del otro.
Atentar contra un dirigente enemigo es propio de una organizaci¨®n terrorista, no de un Estado de derecho. Un atentado contra Arafat humillar¨ªa al pueblo palestino hasta el punto de que las relaciones volver¨ªan a ser las que eran antes de que hubiera contactos, intentos de conciliaci¨®n, antes de que ambos lados madurasen y alcanzasen cierta lucidez a pesar de lo doloroso que eso resultaba. Por supuesto que ese atentado acabar¨ªa con la posibilidad de proseguir con las negociaciones, ya que todo l¨ªder que viniera despu¨¦s tendr¨ªa en primer lugar que demostrar a su pueblo su fidelidad a Arafat. Y es obvio que ning¨²n l¨ªder "nombrado" indirectamente por Israel y Estados Unidos, como realmente fue el caso de Mahmud Abbas, recibir¨¢ apoyo entre el pueblo ¨¢rabe.
No hace falta ser un genio en pol¨ªtica para entender que en un conflicto como el que viven israel¨ªes y palestinos solamente un l¨ªder palestino que de forma activa haya luchado contra la ocupaci¨®n, que haya adquirido fama en esa lucha y se declare fiel a los objetivos que la mueven, conseguir¨¢ ganarse a la opini¨®n p¨²blica, incluyendo a parte de los miembros de Ham¨¢s. ?sa es la raz¨®n por la que los palestinos consideran a Arafat un s¨ªmbolo nacional, exactamente del mismo modo en que ven en la humillaci¨®n que sufren una materializaci¨®n m¨¢s de su destino. En realidad, por razones parecidas eligi¨® Israel como l¨ªder a Sharon cuando estall¨® la Intifada en vez de elegir al conciliador Barak.
Adem¨¢s, no olvidemos un hecho: igual que s¨®lo Sharon, ese guerrero famoso por su inflexible actitud hacia los palestinos, es hoy en d¨ªa el ¨²nico dirigente capaz de ganarse la confianza de la mayor¨ªa de los israel¨ªes en caso de que decidiese asumir las duras concesiones necesarias para la paz, tambi¨¦n s¨®lo Arafat, y no Mahmud Abbas ni Ahmad Karie, es el ¨²nico l¨ªder palestino que por ahora puede obtener el apoyo de la mayor¨ªa de la poblaci¨®n palestina en caso de decidir aceptar las costosas concesiones que deber¨ªa asumir para conseguir la paz.
Por otra parte, la idea de deportarle a Gaza es totalmente descabellada. Sobre todo refleja la confusa actitud del Gobierno israel¨ª hacia Arafat y las negociaciones de paz, ya que obviamente, en Gaza, Arafat seguir¨¢ siendo Arafat, es decir, un s¨ªmbolo admirado para su pueblo y un peligroso terrorista para Israel. Su deportaci¨®n s¨®lo har¨¢ que aumente su influencia y su poder como s¨ªmbolo. Disfrutar¨¢ del halo de l¨ªder exiliado cuando en realidad seguir¨ªa viviendo en su propia tierra. Y a¨²n m¨¢s, su deportaci¨®n a Gaza dar¨ªa m¨¢s importancia a la misma zona de Gaza, esa Gaza donde cada vez son mayores la frustraci¨®n, la humillaci¨®n, la pobreza y el fanatismo religioso, todo ello frente al car¨¢cter laico de la clase media palestina m¨¢s moderada y m¨¢s democr¨¢tica y liberal que vive en Cisjordania, donde actualmente reside Arafat.
Sharon sabe muy bien que da?ar el estatus de Arafat debilitar¨ªa a los palestinos moderados, a los que est¨¢n m¨¢s dispuestos a llegar a un acuerdo, y fortalecer¨ªa en cambio a los grupos m¨¢s extremistas. Tambi¨¦n sabe que, aunque un atentado contra Arafat unir¨ªa por un tiempo a las distintas facciones dentro de los palestinos, al final acabar¨ªa desintegrando la debilitada sociedad palestina que ser¨ªa arrastrada a un guerra civil y, en definitiva, a una situaci¨®n en que Israel s¨ª podr¨ªa decir que no tiene ning¨²n partner con quien negociar.
No obstante, pens¨¢ndolo mejor, cabr¨ªa preguntarse: ?realmente es esto lo que quiere Sharon? ?Es ¨¦sta la situaci¨®n que le ayudar¨ªa a "probar" de nuevo que tiene raz¨®n, ya que siempre la violencia que ha empleado ha conseguido "justificar" a posteriori sus argumentos y deteriorar cada vez m¨¢s la situaci¨®n y, finalmente, alejar m¨¢s y m¨¢s la posibilidad de paz, am¨¦n de la necesidad de pagar un precio haciendo concesiones?
?Qu¨¦ es entonces lo que empuja a Sharon a seguir esa empecinada lucha contra Arafat? Como es sabido, es dif¨ªcil saber qu¨¦ pensamientos y estrategias urde. Durante tres a?os, casi ha logrado enga?ar a todo el mundo, y especialmente a los israel¨ªes. Con una admirable astucia, ha conseguido que muchos de los que dudaban de ¨¦l acabasen d¨¢ndole su apoyo creyendo sus declaraciones relativamente moderadas. E inmediatamente, como un artista que camina sobre la cuerda floja, compensa esas declaraciones con acciones belicistas. Pues bien, ese artista, ese gran estratega, ha hecho que Israel se encuentre en su peor situaci¨®n desde hace muchos a?os. Si de verdad atenta contra Arafat ahora o despu¨¦s del pr¨®ximo atentado, ser¨¢ lo m¨¢s grave y peligroso que haya hecho desde que fuera a visitar la Explanada de las Mezquitas en septiembre de 2000. Todos sabemos que no le asustan esas provocaciones y que, por el contrario, ve en ellas una forma de ir consiguiendo sus metas pol¨ªticas. En fin, parece que el fuego que Sharon provoca una y otra vez s¨®lo sirve al mismo Sharon y a nadie m¨¢s, y, seg¨²n se deduce de su actuaci¨®n en los ¨²ltimos a?os, su verdadero objetivo es terminar su carrera pol¨ªtica sin haber pasado a los libros de historia como aquel que fund¨® el Estado palestino.
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