La mirada virgen de Medem
En La pelota vasca, la piel contra la piedra, Julio Medem ha dado voz y presencia a un heterog¨¦neo coro de personajes vascos con el declarado prop¨®sito de componer algo as¨ª como una plegaria colectiva a favor del di¨¢logo que nos acerque algo m¨¢s a la paz. A juzgar por la favorable reacci¨®n del p¨²blico que asisti¨® a la sesi¨®n especial del estreno, podr¨ªa, incluso, decirse que tan bienintencionada tarea ha culminado con ¨¦xito. A falta de datos objetivos que alimenten la esperanza, los vascos se apuntan con voluntarismo a los discursos bienpensantes del di¨¢logo y la distensi¨®n como f¨®rmula de conjurar la incertidumbre. Cualquier cineasta capaz de tocar las mismas fibras sensibles de los vascos con el buen hacer t¨¦cnico de Julio Medem habr¨ªa obtenido id¨¦ntico ¨¦xito hace 10 o 20 a?os.
El director donostiarra ha citado a sus personajes en las cimas de las monta?as, en los bosques y en los acantilados del Pa¨ªs Vasco, fuera del territorio donde se libra la batalla. No es s¨®lo una apuesta est¨¦tica, es la demostraci¨®n del idealismo en que se asienta su obra. Como no pod¨ªa ser menos, los personajes que acuden a confesarse al particular olimpo de Julio Medem desgranan sus agravios y sufrimientos, lanzan y devuelven reproches y acusaciones. Ya se sabe que todos los vascos se sienten v¨ªctimas y que la programada confusi¨®n en Euskadi acostumbra a ofrecer como resultado una nebulosa victimista que tiende al permanente empate moral entre unos y otros. El "p¨¢jaro de mirada limpia" que es Julio Medem detr¨¢s de la c¨¢mara no s¨®lo renuncia a mostrar las diferencias entre las v¨ªctimas reales de carne y hueso y las v¨ªctimas imaginarias, sino que llega a establecer expresamente un paralelismo entre la viuda de un ertzaina y su ni?o hu¨¦rfano y la esposa y el hijo de un activista de ETA encarcelado.
Envuelta en el enunciado de "dar la palabra a todos para que todos se reconozcan mutuamente y posibiliten el di¨¢logo", la pel¨ªcula discurre bajo una aparente y enga?osa falta de criterio pol¨ªtico. Podr¨ªa ser la obra de un cineasta extranjero, equidistante forzoso, incapaz de ponderar las realidades y los argumentos de unos y otros, pero lo cierto es que la pel¨ªcula est¨¢ notablemente escorada del lado nacionalista, y no s¨®lo por la adhesi¨®n ideol¨®gica de la mayor¨ªa de los entrevistados. Las v¨ªctimas de los asesinatos de ETA se encuentran muy poco presentes, y de ellas, caso del joven socialista Eduardo Madina, se aprovecha con esmero toda descalificaci¨®n vertida contra el PP, de forma que el PSE-PSOE aparece m¨¢s o menos dentro de la l¨ªnea pol¨ªticamente correcta por la que postula un filme, poblado, por lo dem¨¢s, de personajes situados en la ¨®rbita del denominado organismo para la mediaci¨®n, Elkarri. El segundo partido vasco, al que votan el 23% de los ciudadanos de Euskadi, est¨¢ completamente ausente. En efecto, se trata de una ausencia decidida voluntariamente por la direcci¨®n del PP, pero el equipo de Medem no ha logrado presentar una sola voz, aunque sea an¨®nima y borrosa, que defienda sus postulados. ?Es de extra?ar si se tiene en cuenta que Medem decidi¨® hacer esta pel¨ªcula "espeluznado", como ha dicho, por la campa?a contra el nacionalismo vasco desatada por el Gobierno espa?ol? No deja de ser sorprendente que un vasco como Julio Medem no haya encontrado otros motivos, otro momento, para sumergirse en el problema vasco.
El "p¨¢jaro de mirada limpia" renuncia a sacar mayores conclusiones de las ochocientas y pico v¨ªctimas, de los miles de vascos amenazados, de la historia vasca de las ¨²ltimas d¨¦cadas, evita moverse a ras de suelo y, desde luego, mirar bajo tierra para desenmascarar a los que hablan de di¨¢logo y paz mientras esperan el pr¨®ximo atentado, a los que invocan a la convivencia y no reconocen a m¨¢s vascos que los suyos, a los que le han marcado a Euskadi la deriva de los ¨²ltimos a?os y no tienen ning¨²n inter¨¦s en que las cosas cambien, a los que piden empezar otra vez como si no hubiera pasado nada. La pel¨ªcula de Medem es la mirada pretendidamente virgen del que se limita a captar las voces que le salen al paso. Y, sin embargo, hoy es imposible vivir en Euskadi y tener la mirada virgen de una ONG suiza. Los ojos de los vascos est¨¢n forzosamente cargados de im¨¢genes infames que conviene no borrar para sacar las conclusiones oportunas, aunque se mantenga la mirada democr¨¢tica, permanentemente limpia, escrupulosa y exigente.
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