Un triunfo ca¨ªdo del cielo

Hay veces en el f¨²tbol que uno ganar¨ªa hasta sin propon¨¦rselo. Nadie duda de que el Deportivo quisiera ganar, pero costaba trabajo cre¨¦rselo viendo aquel pastiche de partido, el t¨ªpico producto de la torrija que le entra a los equipos a su regreso de Europa. Fue un tost¨®n con todas las letras, y el Depor no ofreci¨® nada de nada, ni siquiera alg¨²n detalle. Todo result¨® un f¨¢rrago in¨²til ante un rival muy d¨¦bil, que se limit¨® a cumplir sus obligaciones con decencia. Pero el Deportivo hubiese ganado aunque no lo quisiera. Y lo sab¨ªa. S¨®lo tuvo que esperar al inicio de la segunda parte, a dos saques de esquina en un par de minutos que desnudaron la candidez del Albacete.

Tan insustancial, tan espeso, tan poco aplicado andaba el conjunto de Irureta que por un momento hasta pareci¨® que el Albacete podr¨ªa hacerle da?o. De hecho, la primera vez que el partido entrevi¨® la posibilidad de un gol fue en el ¨¢rea local, despu¨¦s de una h¨¢bil acci¨®n de Pacheco, que dej¨® sentado a Manuel Pablo. El tiro de Viaud, desde el coraz¨®n del ¨¢rea, podr¨ªa haber cambiado el curso de la tarde. Pero el or¨¢culo hab¨ªa presagiado que el Depor deb¨ªa ganar, y el centrocampista del Albacete sigui¨® su dictado rematando como si quisiera poner el bal¨®n en ¨®rbita.

El Albacete cumpli¨® con lo b¨¢sico que se le supone a un equipo de su condici¨®n. No le faltaron ni orden ni laboriosidad. De todo lo dem¨¢s anduvo muy escaso, incluida la convicci¨®n. A la menor cosa que hiciera el Deportivo, el Albacete se derret¨ªa, se desataba el llanto y el crujir de dientes. Hasta los fallos locales hac¨ªan estremecerlo. Mediada la primera parte, Pandiani err¨® en lo que mejor sabe. Tuvo dos centros claros para rematar de cabeza y casi ni lleg¨® a tocar la pelota. El Deportivo iba a ganar, aunque sus prop¨®sitos fuesen dif¨ªcilmente descifrables en el aquel mar de tedio, de pases al contrario, de centros pifiados, de trotecitos de sal¨®n. El Depor ten¨ªa que ganar, aunque el p¨²blico, embargado de aprensi¨®n por las secuelas del s¨ªndrome postchampions, todav¨ªa siguiese suspirando de angustia cada vez que un jugador del Albacete se acercaba a menos de 40 metros de Molina.

Y el Depor gan¨®, claro que gan¨®. En un instante, sin cambiar de cara, sin hilvanar m¨¢s juego o sin poner m¨¢s inter¨¦s. Bastaron dos saques de esquina en el arranque de la segunda parte. En el primero, Pandiani volvi¨® a fallar el cabezazo, pero su error sirvi¨® de involuntaria asistencia a Naybet, que disfrut¨® de la gloria del gol, tan espor¨¢dica para ¨¦l. El tanto que cerraba el triunfo lleg¨® tambi¨¦n ca¨ªdo del cielo, en el c¨®rner siguiente. La defensa del Albacete se li¨® con el despeje, la pelota anduvo sin rumbo de un lado al otro del ¨¢rea y acab¨® cayendo en la boca de gol a los pies de Luque, quien dispar¨® con cierto pudor, como si le diese apuro aprovecharse de aquello. A partir de ese momento se entr¨® en el territorio de la jarana, con el Depor jugueteando sin gran resoluci¨®n. Tan f¨¢cil se hab¨ªa puesto que hasta Pandiani seren¨® la cabeza y la puso a punto para marcar su quinto gol en cinco partidos. Otra cosa no pod¨ªa ocurrir.