El campe¨®n desconocido
I?igo Mart¨ªnez ha logrado el oro en el Campeonato de Espa?a y el bronce en el Mundial de motos acu¨¢ticas
Sobre una Kawasaki triplaza de 150 caballos, que alcanza los 67 o 68 nudos, I?igo Mart¨ªnez ha firmado el mejor verano de su vida deportiva. Ha conseguido la medalla de bronce en el Mundial, adem¨¢s de ganar el Campeonato de Espa?a, la Copa del Rey y una prueba de la Copa del Mundo, en Marbella. Unos meses redondos para ¨¦l, un vizca¨ªno de Santurtzi que ma?ana cumplir¨¢ 40 a?os y que ha sorprendido a todos porque el a?o anterior apenas hab¨ªa podido competir por falta de dinero.
Los ¨¦xitos de Mart¨ªnez han pasado casi desapercibidos. Al fin y al cabo, la competici¨®n de motos acu¨¢ticas no ocupa portadas ni atrae a las masas. El Pa¨ªs Vasco apenas cuenta con una veintena de pilotos federados y s¨®lo dos o tres acuden regularmente a las competiciones. "Se necesita tiempo, infraestructura y dinero", admite el campe¨®n de Espa?a.
?l ha podido reunir un material m¨ªnimo, sin lujos. Con su moto de serie, ligeramente modificada (de unos 18.000 euros) y subida a un carro enganchado a su autom¨®vil, se ha ido moviendo todo el verano de carrera en carrera. Propietario de Planeta Jets, una tienda de motos n¨¢uticas sita en el puerto deportivo de Getxo, se patrocina a s¨ª mismo. Es el precio de su afici¨®n.
Su especialidad es la resistencia, las largas distancias. El Mundial, por ejemplo, se celebra cada a?o en la isla francesa de Ol¨¦ron, al norte de Burdeos, frente a Rochefort, unida al continente por un largo puente. All¨ª, los cerca de 70 competidores, alineados en la salida al estilo Le Mans (en fila, todos a la vez), deben recorrer m¨¢s de 400 kil¨®metros repartidos en dos jornadas. "El primer d¨ªa me ca¨ª, y acab¨¦ s¨¦ptimo. El segundo d¨ªa gan¨¦", recuerda. As¨ª consigui¨® hacerse con la medalla de bronce.
La moton¨¢utica no s¨®lo depende de la velocidad de las m¨¢quinas y la habilidad de los pilotos. Tambi¨¦n influye la orientaci¨®n. A cada uno se le ordena pasar por una serie de puntos de control, que debe localizar con una carta n¨¢utica. "Mi fuerte", asegura I?igo Mart¨ªnez, "es la mala mar; me desenvuelvo mejor cuando hay mucho oleaje. Normalmente, se va m¨¢s por el aire que por el agua". "Mi debilidad", confiesa, "es la orientaci¨®n".
Curiosamente, la mayor¨ªa de sus ¨¦xitos este a?o se han producido en el Mediterr¨¢neo, un mar tranquilo. No ha habido pruebas en el Cant¨¢brico, entre otros motivos por culpa del Prestige. El campeonato de Espa?a tuvo cinco pruebas: Marbella, Torre del Mar, Lopag¨¢n, Empuria Brava y Benidorm. En la general, gan¨® a David Sell¨¦s y a Jordi Arcarons, tercero, bien conocido por sus aventuras en el Par¨ªs-Dakar sobre motos con ruedas.
El pasado fin de semana acudi¨® a Sevilla, a una prueba nocturna en el Guadalquivir. Desde mayo, no para de sumar triunfos: "Todo ha salido bien. No he tenido ninguna aver¨ªa con la moto". Su cuerpo tambi¨¦n le ha funcionado. Estilizado, fuerte f¨ªsicamente, se entrena todos los d¨ªas en tierra firme y la moto s¨®lo la toca los domingos.
Ahora, con la temporada a punto de terminar, hace planes para el futuro. Ha recibido ofertas para participar en el campeonato nacional franc¨¦s, integrado en un equipo de aquel pa¨ªs. Tambi¨¦n espera el apoyo del Ayuntamiento de Santurtzi. Si se cumple todo eso, ya tiene claros sus objetivos: "Al menos repetir lo de este a?o, aunque con una diferencia, que no quiero acabar tercero el Mundial. Quiero ganarlo".
Una vida sobre el agua
I?igo Mart¨ªnez siempre se ha dedicado al mar, pero no a las motos acu¨¢ticas. Comenz¨® su carrera en la trainera de Santurtzi. All¨ª permaneci¨® 13 a?os. Como remero, gan¨® un campeonato de Espa?a y, de reserva, conquist¨® una Bandera de La Concha.
En 1994 se compr¨® su primera moto n¨¢utica y no tard¨® en animarse a competir. Primero fue con el modelo jet, el m¨¢s complejo de manejar, "aunque el m¨¢s divertido". Se proclam¨® subcampe¨®n de Espa?a en 1996.
En su carrera, se produjo una evoluci¨®n natural: del jet a la moto biplaza y, de ah¨ª, a la triplaza, su moto actual, apta para las pruebas de resistencia. En cada competici¨®n suma unas cinco o seis horas sobre la m¨¢quina repartidas en dos jornadas.
Hay quien vive de ello en Francia, Italia o Estados Unidos. "Claro que me gustar¨ªa ser profesional", admite, pero para eso se necesita una fortuna y residir en el extranjero.
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