Los fallos de Windows y la desidia del internauta favorecen la propagaci¨®n de virus
Decenas de pat¨®genos han causado epidemias gracias a agujeros de seguridad conocidos desde hace meses
12 de agosto de 2003. Aproximadamente dos millones de personas de todo el mundo detectan en su ordenador un problema que les impide mantener el sistema encendido m¨¢s de cinco minutos. Est¨¢n infectados por Blaster, un gusano afortunadamente inocuo que, por mor de un error de programaci¨®n, delata su presencia a las pocas horas de activarse.
El esp¨¦cimen se ha filtrado a trav¨¦s de un agujero de seguridad de Windows conocido como DCOM RPC, descubierto, descrito y documentado el 16 de julio por Microsoft. El parche ha estado a disposici¨®n de todos los internautas durante casi un mes, y podr¨ªa haber evitado la propagaci¨®n de Blaster y la de sus sucesores, Autorooter y Nachi; este ¨²ltimo no s¨®lo se propagaba a trav¨¦s del DCOM RPC, sino que tambi¨¦n explotaba la vulnerabilidad WebDAV, identificada desde el 17 de marzo.
Parad¨®jicamente, Nachi no se infiltraba en los ordenadores para infectarlos, sino para protegerlos e instalar en ellos los parches que habr¨ªan evitado la epidemia mundial provocada por Blaster, una de las mayores de la historia de Internet.
No son los primeros casos de virus que se reproducen a trav¨¦s de agujeros de seguridad previamente documentados; son los m¨¢s recientes. A principios de 1999 todav¨ªa circulaba de buz¨®n en buz¨®n uno de los bulos pioneros de la mitolog¨ªa intern¨¢utica, el del virus Good Times. No hab¨ªa usuario m¨¢s o menos avezado que no se riese al leer que Good Times podr¨ªa formatear su disco duro con s¨®lo leer un mensaje portador. ?C¨®mo iba un programa a ejecutarse en su ordenador por abrir un correo? Con los a?os la leyenda perd¨ªa gas, ya muy pocos eran tan cr¨¦dulos como para temer un ataque semejante. El 10 de noviembre de ese a?o, sin embargo, todo cambi¨®. Bubbleboy, un gusano de origen argentino, obr¨® la taumaturgia y el bulo de Good Times se hizo profec¨ªa.
Posible lo imposible
Bubbleboy irrumpi¨® con dos giros conceptuales en el panorama de la virolog¨ªa inform¨¢tica: el primero, ser capaz de hacer posible lo aparentemente imposible: convertir cada e-mail en una amenaza potencial de infecci¨®n; el segundo, aplicar el corpus te¨®rico de los expertos en detectar vulnerabilidades inform¨¢ticas (como el espa?ol Juan Carlos Cuartango o Georgi Guninski) en la praxis v¨ªrica, aprovechar los puntos d¨¦biles de Windows para encontrar v¨ªas de propagaci¨®n.
Se trataba de dejar de depender de la interacci¨®n del usuario para conseguir que un virus pudiese autoejecutarse en una m¨¢quina remota, y el de Bubbleboy fue un primer paso decisivo en tierra firme.
Todo fue posible gracias a la vulnerabilidad Scriptlet.Typelib, descubierta el 31 de agosto y corregida desde el 2 de septiembre en los ordenadores de todos los usuarios que se hubiesen interesado en proteger su sistema: pocos.
Cabr¨ªa haber esperado una r¨¢pida reacci¨®n por parte de millones de internautas asustados por el impacto del virus, pero la realidad es que la desidia a la hora de instalar el parche de Microsoft trajo la aparici¨®n de epidemias similares, como el gusano chino Unicle.
Otro v¨¢stago de la misma subespecie, el ruso Kak, delat¨® en julio de 2000 que, ocho meses despu¨¦s, todav¨ªa cientos de miles de ordenadores segu¨ªan siendo vulnerables. La sangre, sin embargo, no lleg¨® al r¨ªo. Bubbleboy era un especimen de laboratorio; Unicle hab¨ªa sido programado para funcionar s¨®lo en China, y Kak era un pat¨®geno inocuo, a pesar de su longeva prevalencia en Internet.
Tambi¨¦n lo era el virus Sadmind, descubierto el 22 de mayo de 2001, a pesar de que atacaba una vulnerabilidad del IIS (Internet Information Server, el servidor de p¨¢ginas de Microsoft) documentada apenas tres semanas antes. Pero el camino hab¨ªa quedado abierto y debidamente sembrado.
Hubo que esperar hasta el 10 de agosto para topar con las primeras consecuencias econ¨®micas de consideraci¨®n derivadas de una negligencia a la hora de parchear el sistema.
El gran colapso
El agujero, similar al explotado por Sadmind y recogido en la web de Windows desde el 18 de julio, propici¨® la aparici¨®n en escena de CodeRed y CodeGreen; el primero cobr¨® especial prevalencia en empresas y provoc¨® uno de los mayores colapsos recordados en Internet, equiparable a los de Melissa o I love you. No en vano, CodeRed, al igual que ha sucedido en el caso reciente de Blaster, tambi¨¦n tuvo su Nachi: un pat¨®geno de las mismas caracter¨ªsticas y calificable como "benigno", CodeBlue, surgi¨® con el cometido de vacunar los ordenadores y desinfectar o prevenir el ataque de CodeRed.
La oleada de los Code, no obstante, tuvo una repercusi¨®n m¨ªnima entre los usuarios, dado que la aplicaci¨®n IIS est¨¢ dedicada de manera casi exclusiva al uso empresarial.
Poco despu¨¦s aparici¨®n la vulnerabilidad IFRAME. Microsoft la descubri¨® el 29 de marzo de 2001, pero por motivos que nunca han sido explicados con claridad, transcurrieron dos meses hasta la distribuci¨®n del parche de protecci¨®n.
Demasiado tarde. Y suficiente para que se aprovechara Vecna, un veterano brasile?o del panorama v¨ªrico, reconocido como uno de los mejores autores a nivel internacional.
Miles de copias de su gusano Puron fueron localizadas en Internet el 9 de mayo, pero Microsoft no movi¨® pieza hasta el d¨ªa 25. Por suerte, la distribuci¨®n del pat¨®geno brasile?o, al encarnar un ensayo conceptual m¨¢s que un intento de epidemia, no lleg¨® a traducirse en t¨¦rminos cr¨ªticos; pero el precedente quedaba sentado para que otros lo emulasen y superasen.
La vulnerabilidad IFRAME, heredera directa de Scriptlet.Typelib (la que Bubbleboy explotaba), permite la autoejecuci¨®n de c¨®digo arbitrario sin aquiescencia o conocimiento por parte del usuario, bastando la simple lectura de un correo portador para desencadenar una infecci¨®n local.
Es la m¨¢s peligrosa, junto con DCOM RPC (empleada por Blaster), y tambi¨¦n la m¨¢s prol¨ªfica. De ella se han aprovechado ya m¨¢s de diez virus, encabezados por Klez y Nimda, que aun hoy, transcurrido m¨¢s de un a?o desde su aparici¨®n, se encuentran entre los cinco pat¨®genos m¨¢s activos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.