Demolici¨®n
"DEJAR ACERCARSE a las cosas": es lo primero que escribe, aislando la frase con un punto y aparte, lo que la convierte en un or¨¢culo que domina todo el torrencial relato restante, el pintor Lefeu, un superviviente de todo, de la Historia, de la Vida, de la Vanguardia, del Arte mismo, mientras aguarda que se cumpla la amenaza de demolici¨®n del edificio, donde est¨¢ su cochambroso apartamento parisiense que se niega abandonar por todos los medios a su alcance, los cuales, obviamente, son m¨¢s que insuficientes. Ya en la cincuentena, y habi¨¦ndose obstinado en pintar siempre lo que quiso o necesit¨®, sin atender las buenas razones esgrimidas por sus colegas triunfadores, los sol¨ªcitos galeristas y el coro de administradores de esa quimera voraz e infatigable que llamamos "actualidad", cr¨ªticos, periodistas, directores de museos y comisarios de modas emergentes, Lefeu se ha quedado m¨¢s solo que la una, si bien, por no ser enf¨¢tico ni en eso, circunstancialmente comparte su lecho con una extravagante poeta, empe?ada en enhebrar met¨¢foras tan in¨²tiles y despreciadas como sus cuadros. Es durante esa ansiosa espera de la demolici¨®n cuando Lefeu medita en voz alta c¨®mo ha decidido enfrentarse al devastador mundo que le acosa a trav¨¦s de la ruina en la que se ha convertido su vida y su obra, que, ¨¦l lo sabe, est¨¢n de m¨¢s. De esta manera, su fracaso pondr¨¢ en evidencia el fracaso generalizado de un mundo demoledor, el nuestro, que no existe ya nada m¨¢s que por lo que destruye y al que ¨¦l revisa, por su parte, sin dejar de destruir cada uno de sus fundamentos; o sea: he aqu¨ª la confesi¨®n de un artista arruinado que se ha propuesto, por as¨ª decirlo, demoler la demolici¨®n. En esta lucha desigual, el final est¨¢ cantado y, como premonitoriamente su nombre indica, el pintamonas parlanch¨ªn acaba ardiendo en la hoguera que ¨¦l ha atizado, con lo que: "?Lefeu au feu!", "?El se?or Fuego al fuego!".
El autor de esta deprimente par¨¢bola sobre nuestro mundo actual es el escritor Jean Am¨¦ry, la nueva identidad adoptada por el que fuera un intelectual austriaco Hans Meyer, herido superviviente de la barbarie nazi, el cual, cuatro a?os antes de suicidarse, en 1978, public¨® la novela-ensayo titulada Lefeu o la demolici¨®n (Pre-Textos), ahora vertida al castellano en edici¨®n a cargo de Enrique Oca?a. No conforme con la despiadada requisitoria de Lefeu, al terminar ¨¦sta, el propio Am¨¦ry, en un primer ep¨ªlogo, nos relata de qu¨¦ manera concibi¨® y escribi¨® la tragedia del pintor, su trasunto existencial, mientras que, en el segundo y ¨²ltimo, la historia del pintor real y amigo suyo, Erich Schmid, en cuya desastrosa vida y descarriamiento art¨ªstico se inspir¨®.
Pues bien, de una manera o de otra, Am¨¦ry, Schmid y Lefeu, fuera cual fuera la naturaleza real o imaginaria de su ser, coinciden los tres en esa pat¨¦tica reivindicaci¨®n de "dejar acercarse a las cosas", el santo y se?a de los artistas que hoy est¨¢n de m¨¢s y se consumen por no dejar de estarlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.