Memorias de un 'mugalari'
Ya octogenario, Manuel Iturrioz empez¨® a recordar en un cuaderno todos los avatares que vivi¨® mientras pertenec¨ªa a la red
En la recta final de su vida, cumplidos ya los 80 a?os, Manuel Iturrioz comenz¨® a escribir diariamente a mano, con tembloroso pulso y caligraf¨ªa imperfecta, en un peque?o cuaderno. "?Qu¨¦ est¨¢s haciendo?, ?qu¨¦ escribes?", le preguntaba movido por la curiosidad su hijo Andoni. "Nada", contestaba como siempre, lac¨®nico, monosil¨¢bico y parco. Su padre no era de mucho hablar.
Con el tiempo cay¨® en sus manos ese cuaderno que guardaba la memoria oculta de su progenitor. Lo ley¨® a borbotones, en una noche y no daba cr¨¦dito: ignoraba casi todo sobre su padre. ?l nunca les hab¨ªa hablado de su etapa de pasador, en la red Com¨¨te, ni de su vida llena de riesgos, aventuras y supervivencia, ni de su pasado.
Lo ley¨® a borbotones, en una noche y no daba cr¨¦dito: ignoraba casi todo sobre su padre
Las primeras p¨¢ginas contaban una infancia solitaria entre cabras en las bordas de su pueblo, Orexa, el m¨¢s peque?o de Guip¨²zcoa, donde naci¨® y vivi¨® aislado, con el euskera como ¨²nica lengua, hasta los 20 a?os, cuando aprendi¨® a leer y escribir para acceder al Cuerpo de Miqueletes. De ah¨ª le vino el dominio de la monta?a. Luego, la guerra, la derrota y el exilio a Francia. Hab¨ªa que sobrevivir, as¨ª que aplic¨® sus conocimientos de guardia a hacerse contrabandista.
Entonces trabaj¨® para los de Com¨¨te y conoci¨® a Ded¨¦e de Jongh, "la chica", como le llama en sus memorias, aquella joven que tanto asombraba a un aldeano acostumbrado a ver a las mujeres encerradas en la casa, la cocina y la iglesia. "La chica siempre sonr¨ªe, nunca se cansa y nunca se queja. A veces, en medio de la marcha, saca una petaca de co?ac. Lleva un hatillo con ropa limpia. Cuando cruzamos el Bidasoa se cambia y se viste la falda. Se pone guapa, como una se?orita".
Con las memorias de su padre en la mano, Andoni Iturrioz comenz¨® a constatar los datos, a peregrinar, buscando testigos que confirmaran su relato, a verificar la autenticidad de aquella especie de novela de aventuras.
Viaj¨® a Roma con una vieja fotograf¨ªa de boda de su padre para entrevistarse con Jean Fran?ois Nothomb, Franco, el antiguo jefe de la red. Franco refresc¨® sus recuerdos repasando del pu?o y letra de Manuel Iturrioz el m¨¢s dram¨¢tico de los itinerarios, el de diciembre de 1943.
La narraci¨®n de los hechos de Iturrioz en sus memorias coincide sustancialmente con la de Franco y con la versi¨®n del historiador Juan Carlos Jim¨¦nez Aberasturi en su agotado libro Vascos en la Segunda Guerra Mundial. La red Com¨¨te en el Pa¨ªs Vasco. Tras varias horas de marcha, la expedici¨®n lleg¨® a un Bidasoa caudaloso y amenazante.
Franco lo recordaba bien: "Primero pasaron los cuatro aviadores de la USAF con los pantalones al cuello, desafiando la corriente, acompa?ados por los gu¨ªas Manuel Iturrioz y Errazquin. Luego fui yo, mientras los compa?eros Ancia y Cartier esperaban en la orilla francesa. Despu¨¦s Manuel regres¨® para ayudarles a cruzar, pero cuando se encontraban en medio del Bidasoa sonaron cuatro disparos en la oscuridad".
"En ese momento", sigui¨® el viejo jefe de la red cont¨¢ndole a Andoni Iturrioz, "Jacques Cartier se precipit¨® al agua arrastrando a tu padre y a Albert Ancia con los que hac¨ªa cordada. Tu padre, logr¨® salvarse y lleg¨® nadando a la orilla espa?ola. Ancia alcanz¨® la margen m¨¢s abajo, donde fue detenido por la Guardia Civil, pero faltaba Cartier. Pronto escuchamos un silbido en la noche. Era ¨¦l. Entr¨¦ de nuevo en el r¨ªo y all¨ª estaba, temblando, sin ropa, en la orilla francesa. Intentamos de nuevo el paso, desafiando a una corriente brutal, pero pronto sonaron nuevos disparos de la Guardia Civil. Resbalamos y ca¨ªmos al agua".
Franco, extenuado, conseguir¨ªa sujetarse en unas ramas del lado franc¨¦s. Cartier, muy d¨¦bil, fue engullido por las negras aguas. Muri¨®. En la confusi¨®n ocasionada por los disparos, el aviador, Jim F. Burch, se lanz¨® r¨ªo abajo. Su cad¨¢ver fue hallado d¨ªas despu¨¦s flotando en el Bidasoa. El resto de los fugitivos resultaron detenidos. Los gu¨ªas Mart¨ªn Errazquin y Manuel Iturrioz lograron huir.
Muchos a?os despu¨¦s, Manuel escribir¨ªa las memorias de un mugalari octogenario que antes de morir quiso confesar a sus hijos todo lo que hab¨ªa vivido.
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