El peso de la sombra
Como una sombra pegada al cuerpo, Elia Kazan arrastr¨® desde 1952 el pegajoso episodio de sus delaciones pol¨ªticas ante el Comit¨¦ de Actividades Antiamericanas, efectuadas el 10 de abril de 1952. Ciertamente, en su declaraci¨®n anterior, del 14 de enero, reconoci¨® haber militado durante 19 meses en el Partido Comunista y se neg¨® a citar nombres de sus antiguos camaradas, y esta confesi¨®n le coloc¨® en una situaci¨®n dificil¨ªsima, entre la presi¨®n de la industria y la amenaza de ser procesado por "desacato al Congreso", como lo ser¨ªa m¨¢s tarde su amigo y colaborador Arthur Miller. La comparecencia voluntaria de abril se produjo cuando acababa de estrenarse ?Viva Zapata!, lo que le proporcion¨® un eficaz amortiguador ideol¨®gico ante el comit¨¦ por su brillante escenificaci¨®n del desencanto revolucionario. En esta ocasi¨®n dio los nombres de 15 personas, alguna fallecida y otras que ya hab¨ªan abandonado el partido, como Clifford Odets y Paula Miller, convertida en esposa de Lee Strasberg.
M¨¢s tarde reconoci¨® que delat¨® a sus camaradas por desquite personal
El semillero comunista del mundo teatral norteamericano proced¨ªa del Group Theatre, creado en Nueva York en 1931 por Strasberg, Harold Clurman y Cheryl Crawford, y precursor del Actor's Studio. El clima de depresi¨®n econ¨®mica y el entonces admirado modelo sovi¨¦tico se conjugaron para engrosar al partido con 12.000 miembros, m¨¢s de los sectores intelectuales que de sindicalistas (su m¨¢ximo se alcanzar¨ªa en 1944, con 80.000 miembros). Otto Katz, al servicio del trust M¨¹nzenberg, hab¨ªa llevado su mensaje hasta Hollywood, aunque nunca pretendi¨® que la industria realizase pel¨ªculas revolucionarias, sino que sus profesionales simpatizaran con su causa. ?ste era tambi¨¦n el perfil de Kazan cuando ingres¨® en el partido en 1934, con la ventaja de que el teatro resultaba ideol¨®gicamente m¨¢s permisivo que el cine. Cuando tuvo que explicar, mucho m¨¢s tarde, por qu¨¦ delat¨® a sus ex camaradas, reconoci¨® que se trat¨® de un desquite personal contra las humillaciones que hab¨ªa sufrido, obligado a recitar autocr¨ªticas ante sus superiores por sus desviaciones ideol¨®gicas.
Ciertamente, la repugnancia hacia el estalinismo estuvo en la base de su ruptura, pero la raz¨®n personal fue su desquite contra unas personas que consideraba mediocres y que le daban ¨®rdenes. Aunque, al delatar a sus miembros al comit¨¦, hizo Kazan exactamente lo que hac¨ªa entonces el estalinismo: un ejercicio de polic¨ªa ideol¨®gica, denunciando bajo amenazas a los disidentes del sistema pol¨ªtico. Y, en este caso, al servicio de unos inquisidores que infring¨ªan el derecho constitucional a la libertad ideol¨®gica y de afiliaci¨®n pol¨ªtica. En 1973 confesar¨ªa a Michel Ciment que todav¨ªa abrigaba "sentimientos ambivalentes" hacia aquella actuaci¨®n.
El desenga?o de Emiliano Zapata fue el pre¨¢mbulo de Fugitivos del terror rojo (1953), filme con el que fue absuelto p¨²blicamente por la Fox (productora que hab¨ªa iniciado el ciclo de la guerra fr¨ªa en 1947 con El tel¨®n de acero, de William Wellman). Defini¨® Kazan esta pel¨ªcula a Jeffrey Young como "un purgante para m¨ª". Tras este panfleto, La ley del silencio constituy¨® en 1954 una aportaci¨®n mucho m¨¢s sofisticada en la que Marlon Brando, disgustado por el comportamiento pol¨ªtico del director, particip¨® s¨®lo para poder seguir sus sesiones de psicoan¨¢lisis en Nueva York, seg¨²n explic¨® en sus memorias. La ley del silencio predic¨®, en los medios sindicales portuarios, la delaci¨®n como deber cristiano, con una iconograf¨ªa final del h¨¦roe-delator como Ecce homo y definido por Kazan en sus memorias como "un hombre que ha pecado y se ha redimido" (en la novela de Budd Schulberg en que se inspir¨®, el protagonista mor¨ªa apu?alado). Arthur Miller le replic¨® con Panorama desde el puente (1955), drama protagonizado por un descargador de puerto italoamericano de Brooklyn.
La alargada sombra de su deslealtad personal, a medias por despecho y a medias por las amenazas institucionales, le acompa?ar¨ªa toda su vida, como demostraron las luces y sombras pol¨ªticas, nada inocentes, entre las que se debatieron significativamente sus ¨²ltimas pel¨ªculas: Am¨¦rica, Am¨¦rica (1963), sobre el mito de los or¨ªgenes; El compromiso (1969) y El ¨²ltimo magnate (1976), sobre el sinsentido del american dream, y Los visitantes (1972), sobre el desgarro vietnamita.
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