Una casa en Madrid
Hab¨ªa una vez una casa situada en la ciudad de Madrid. Hab¨ªa una vez una espa?ola propietaria de esa casa y con 70 a?os que viv¨ªa en ella. Hab¨ªa tambi¨¦n unos se?ores que un buen d¨ªa se fijaron en los terrenos en los que se ubicaba dicha casa y decidieron que, dada la escasez de suelo existente en la ciudad y el desbocado aumento de precios de los mismos y la plusval¨ªa sustanciosa que con ellos se pod¨ªa obtener, eran bocado apetecible y la convirtieron en objetivo.
Para ello deb¨ªan contar con la colaboraci¨®n de las autoridades locales -Comunidad y Ayuntamiento- y, juntos, iniciar un proceso de expropiaci¨®n mediante el sistema de Junta de Compensaci¨®n. Tras establecer el justiprecio que esta h¨¢bil maniobra requer¨ªa -no mucho, en comparaci¨®n con lo que el territorio se hab¨ªa revalorizado- y el futuro uso del mismo (hay que tender a la optimizaci¨®n del beneficio)-, las personas afectadas recurrieron la contrapartida. Hab¨ªa otro peque?o inconveniente: cumplir la ley.
Conocieron que este proceso lleva aparejada la obligaci¨®n de realojar a las personas afectadas (por lo visto, la disposici¨®n adicional 4?, punto 1), pero con la inestimable ayuda de la Empresa Municipal de la Vivienda, pagando una cantidad de 2,5 mil¨ªmetros de las antiguas pesetas y 100 metros de suelo, el problema desaparec¨ªa como por ensalmo. Y aqu¨ª viene la parte triste del cuento: en el censo elaborado por la EMV alguien se olvid¨® o no tuvo a bien incluir a la persona de la que hablamos (se realoj¨® a otros colonos, pero a ella no).
La EMV remite a la junta, quien a su vez remite a la EMV. Callej¨®n sin salida. Ahora esta persona espera que alguien dicte una orden de derribo y se encuentre en la calle. El cuento que relato no es nuevo ni presenta variaciones apreciables con respecto a otros ya conocidos, si exceptuamos que se trata de una persona real, de unos promotores inmobiliarios, que la expropiaci¨®n tiene como fundamento real la construcci¨®n de viviendas privadas y no p¨²blicas.
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