Equilibrios en un estrecho sendero
Tras las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas se vaticin¨® que la estrech¨ªsima mayor¨ªa parlamentaria de CiU no le permitir¨ªa acabar la legislatura: aprisionada entre el PP y ERC, su margen de maniobra era, ciertamente, el m¨ªnimo imaginable.
Sin embargo, ah¨ª est¨¢: ante previsibles dificultades parlamentarias siempre ha encontrado, de forma alternativa, el apoyo amigable del PP o de ERC. Ante la opini¨®n p¨²blica, ante sus votantes e incluso ante muchos de sus militantes, su posici¨®n no ha sido c¨®moda ni brillante; parlamentariamente, en cambio, gracias a su habilidad y a la ineficacia de la oposici¨®n, ha disfrutado de una situaci¨®n confortable. A pocas semanas de las pr¨®ximas elecciones, nadie descarta que siga dirigiendo la Generalitat. Por el momento, todo un ¨¦xito.
Ahora bien, desde hace bastantes a?os, CiU est¨¢ obligada a hacer dif¨ªciles equilibrios en un espacio muy reducido, su actividad discurre por un sendero cada vez m¨¢s estrecho. Cualquier movimiento hacia un lado debe compensarse con otro en sentido contrario, todo gesto de amistad hacia el PP o hacia ERC debe equilibrarse con otro de enemistad. Y tanto en un caso como en otro, siempre demuestra su gran debilidad estructural: la contradictoria composici¨®n de su electorado.
Todo empez¨® en las primeras elecciones auton¨®micas, las de 1980. En las tres elecciones anteriores (las generales de 1977 y 1979, y las municipales de 1979), la izquierda (el PSC y el PSUC) hab¨ªa triunfado ampliamente en Catalu?a ante un centro y una derecha divididas y sin credibilidad. Los poderes econ¨®micos catalanes se asustaron y emprendieron una feroz batalla para controlar, al menos, la Generalitat. El inquietante fantasma de una Catalu?a roja comenzaba a alarmarles.
La campa?a "antimarxista" de Fomento del Trabajo fue decisiva para contener la ola izquierdista. Su estrategia fue muy simple: dividir a la izquierda (el PSC era aceptado s¨®lo en la medida en que descartara una alianza con el PSUC) y unificar a la derecha. Para esto ¨²ltimo s¨®lo ten¨ªan un instrumento que no acababa de gustarles, pero que aceptaron como mal menor: el partido, entonces relativamente peque?o, que lideraba Jordi Pujol. S¨®lo el populismo catalanista pod¨ªa frenar lo que en el imaginario franquista era una amenazante marea roja. Aceptar¨ªan el nacionalismo a cambio de una pol¨ªtica econ¨®mica y social conservadora. Pujol, que entonces predicaba de forma oportunista un vago socialismo a la sueca, acept¨® impl¨ªcitamente el trato. Muchos electores nada catalanistas pero de derechas votaron, con la nariz tapada, al nacionalista y antifranquista Pujol. La poca visi¨®n estrat¨¦gica de los socialistas permiti¨® que se le entregara todo el poder. Y en la siguiente elecci¨®n, en el a?o 1984, tras la disoluci¨®n de UCD, Pujol alcanz¨® la mayor¨ªa absoluta al recibir el voto que antes hab¨ªa ido a parar al partido de Su¨¢rez. El electorado de CiU ten¨ªa dos componentes b¨¢sicos: el nacionalista y el conservador.
El reinado absoluto de Pujol dur¨® tres legislaturas consecutivas. A partir de 1993 dio apoyo parlamentario en Madrid a los socialistas. Lo pag¨® caro en las elecciones auton¨®micas siguientes, las de 1995: una parte de su voto conservador fue a parar al PP, que dobl¨® el n¨²mero de sus diputados. Para no seguir perdiendo voto por la derecha, Pujol se vio obligado a pactar con Aznar en 1996, cuando ¨¦ste ocup¨® la presidencia del Gobierno. Entonces CiU empez¨® a sangrar por el otro costado, por el sector nacionalista, cuyo voto hasta entonces le hab¨ªa sido fiel: ERC, el PSC de Maragall en menor medida y, sobre todo, la abstenci¨®n fueron sus claros beneficiarios. Estamos ya en 1999, al comienzo de la actual legislatura.
CiU se dio cuenta entonces de que deb¨ªa intentar recomponer su electorado primigenio, el de su gran ¨¦poca de mayor¨ªas absolutas, aun sabiendo que aquellos felices tiempos no se iban a repetir. Escoge para suceder a Pujol a un tipo pragm¨¢tico, joven, conservador, m¨¢s t¨¦cnico que pol¨ªtico, sin pasado catalanista y, aparentemente por lo menos, de la confianza de Pujol y de su entorno familiar; entorno familiar que, por cierto, a partir de la retirada forzada de Roca Junyent se ha convertido en el principal grupo de presi¨®n dentro de Converg¨¨ncia. ?Podr¨¢ recuperar esta nueva CiU sin Jordi Pujol parte de los votos conservadores y nacionalistas que durante los 10 ¨²ltimos a?os ha ido perdiendo por el camino?
Los viejos y esplendorosos tiempos no volver¨¢n, eso es seguro. CiU ya no discurre por la gran autopista de los a?os ochenta, sino por un estrecho camino de monta?a. Con los votos perdidos, ERC y el PP se han ido recolocando. En realidad, se ha cumplido el pacto de 1980: CiU ha llevado a cabo pol¨ªticas econ¨®micas y sociales conservadoras y ha ejercido de grupo de presi¨®n de los empresarios catalanes en Madrid; por su parte, los poderes econ¨®micos catalanes han permitido a Pujol desarrollar sus pol¨ªticas nacionalistas identitarias. Todo seg¨²n el gui¨®n previsto.
Pero en las elecciones votan los ciudadanos, no s¨®lo las c¨²pulas pol¨ªticas y econ¨®micas. El pr¨®ximo 16 de noviembre, el elector tendr¨¢ en cuenta tambi¨¦n otros factores. Por ejemplo, la ineficacia en la gesti¨®n de la Generalitat y el clientelismo con aroma de corrupci¨®n. Una de las dos cosas o ambas a la vez refleja el caso Eurobank, que tanto da?o puede hacer a CiU en este ¨²ltimo tramo electoral. Adem¨¢s, la demagogia electoralista de CiU se pone de relieve, por ejemplo, en la abstenci¨®n en la votaci¨®n de los Presupuestos Generales del Estado, en el apoyo al plan Ibarretxe, en la propuesta de reforma del Estatut sobre las inconsistentes bases de unos supuestos derechos hist¨®ricos y en la fantasmag¨®rica reaparici¨®n de la Declaraci¨®n de Barcelona. Todo ello revela los nervios convergentes, su pol¨ªtica de bandazos que no lleva a ninguna parte, su p¨¦rdida de credibilidad.
?Ad¨®nde va Artur Mas? Aparentemente, s¨®lo tiene un objetivo: conservar el gobierno de la Generalitat, sea como sea. Dif¨ªcilmente, con este ¨²nico objetivo, se pueden ganar unas elecciones.
Francesc de Carreras es catedr¨¢tico de Derecho Constitucional de la UAB.
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