El ¨²ltimo que vio a Sadam
Joseph C. Wilson, el diplom¨¢tico que revel¨® la falsedad de la compra de uranio por Irak en N¨ªger, fue asesor de Clinton
El 6 de julio, en sus p¨¢ginas de opini¨®n, el diario The New York Times publicaba un texto titulado Lo que no encontr¨¦ en ?frica, firmado por Joseph C. Wilson. El nombre era lejanamente conocido para los lectores; Wilson, adem¨¢s de embajador en varios pa¨ªses, hab¨ªa pasado unos a?os en el Consejo de Seguridad Nacional de Bill Clinton, el organismo que toma las decisiones sobre lo que EE UU hace o deja de hacer.
Al lector le faltaba saber lo que Wilson no encontr¨® en ?frica: pruebas que demostrasen el inter¨¦s de Sadam Husein por comprar uranio en las minas de ese pa¨ªs. ?se era el encargo que hab¨ªa recibido de la CIA y de la Casa Blanca. Si de algo encontr¨® pruebas fue de lo contrario. Los documentos en los que se basaba esa imputaci¨®n estaban falsificados, la operaci¨®n de compraventa no habr¨ªa podido saltar los controles internacionales a los que est¨¢n sujetas las extracciones mineras y, por tanto, acusar a Sadam Husein de intentar comprar uranio nuclear era simple y llanamente una mentira.
Entre el viaje de Wilson y el art¨ªculo de The New York Times transcurrieron 17 meses. Pasado ese tiempo, el embajador se cans¨® de escuchar c¨®mo George W. Bush y los miembros de su Gobierno segu¨ªan refiri¨¦ndose en p¨²blico a las supuestas aspiraciones nucleares del ex presidente iraqu¨ª, cuando en privado sab¨ªan -porque Wilson lo hab¨ªa documentado- que la acusaci¨®n era infundada. Ahora, el Departamento de Justicia investiga si la Casa Blanca, por venganza contra ¨¦l, ha filtrado la ocupaci¨®n real de su mujer: agente encubierta de la CIA.
No deja de resultar extra?o que un clintonita -como se llama en Washington a los diplom¨¢ticos heredados del Gobierno anterior- acabe encargado de realizar una investigaci¨®n tan trascendental para la Administraci¨®n republicana de Bush. Sea o no un desliz pol¨ªtico en una Administraci¨®n que apenas los comete, Wilson est¨¢ ahora en el ojo del hurac¨¢n.
Californiano de 53 a?os, Joseph C. Wilson IV es un diplom¨¢tico at¨ªpico. No se educ¨® con intenci¨®n de serlo, sino que escogi¨® la profesi¨®n m¨¢s bien de manera sobrevenida. Su dominio del franc¨¦s le permiti¨® entrar en la n¨®mina del Departamento de Estado. Cuando le dijeron que gracias al conocimiento de ese idioma hab¨ªa conseguido su primer destino, pens¨® en Par¨ªs. El destino era N¨ªger.
A partir de ah¨ª, Wilson pas¨® 23 a?os en peregrinaci¨®n constante. Fue destinado a Togo, a Sur¨¢frica y a varios pa¨ªses del continente africano. Por ascenso o por falta de voluntarios, Wilson acab¨® en una Embajada que estaba casi desmantelada cuando lleg¨®: Bagdad.
Aterriz¨® en Irak en 1988. Dos a?os despu¨¦s, Wilson negoci¨® la liberaci¨®n de decenas de ciudadanos estadounidenses refugiados en su Embajada. Lleg¨® a convocar una rueda de prensa en la que compareci¨® con una soga atada al cuello. Tal y como lo recordaba en un relato a The Washington Post, Wilson trataba de plantar cara a Husein, quien, justo antes de la primera guerra del Golfo y ya invadido Kuwait, hab¨ªa amenazado con ejecutar, incluidos diplom¨¢ticos, a quien diera cobijo a extranjeros.
Al final, Wilson logr¨® la liberaci¨®n y se convirti¨®, de paso, en el ¨²ltimo representante del Gobierno estadounidense que ha mantenido una entrevista con Sadam Husein. Semejante demostraci¨®n de valent¨ªa mereci¨® elogios p¨²blicos del presidente Bush, padre del actual, que destaco su "coraje" y conmin¨® a otros diplom¨¢ticos a inspirarse en el comportamiento de Wilson.
Quiz¨¢ Bush senior no sab¨ªa entonces que Wilson era profundamente de izquierdas, pero su hijo deb¨ªa haberlo imaginado porque, tras aquella heroicidad, cuando Clinton le quit¨® la Casa Blanca a los republicanos, el diplom¨¢tico se convirti¨® en uno de los principales asesores presidenciales. Clinton puso a Wilson en el Consejo de Seguridad Nacional y confi¨® en ¨¦l como enviado del Gobierno a varias misiones diplom¨¢ticas.
Sigue siendo amigo personal de Clinton y Al Gore, y ya ha mostrado su apoyo a uno de los candidatos dem¨®cratas a la presidencia, John Kerry. Que Wilson est¨¢ casado es ahora un dato obvio. ?l y su mujer, la esp¨ªa destapada Valerie Plame, debaten ya a qu¨¦ actores prefieren para interpretar sus papeles cuando se haga la pel¨ªcula.
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