Fomentar la lectura
Resultan parad¨®jicas las quejas de editores, distribuidores y libreros sobre el excesivo n¨²mero de libros que se publican en nuestro pa¨ªs. Con m¨¢s de 60.000 t¨ªtulos cada a?o, Espa?a es el quinto productor mundial y el tercero de Europa. Y esto tiene como m¨ªnimo alg¨²n aspecto positivo. Revela la buena salud de la industria editorial y ofrece al p¨²blico un variado cat¨¢logo de textos y a los autores una amplia posibilidad de expresarse. Pero si se compara ese dato con la persistencia en nuestro pa¨ªs de un bajo ¨ªndice de lectura -s¨®lo el 53% de los espa?oles dice leer-, es imposible evitar la perplejidad. En Espa?a se publican miles de t¨ªtulos que casi nadie lee. M¨¢s de cincuenta millones de ejemplares fueron devueltos intactos el pasado a?o por los libreros.
Tal es la avalancha de libros que se publican en Espa?a que la gran mayor¨ªa apenas dura unos pocos d¨ªas en los escaparates, expositores y anaqueles de las librer¨ªas, si es que llega a ellos. Las novedades de las editoriales desahucian de inmediato a obras que ellas mismas acaban de colocar en el mercado. Es una espiral viciosa, seg¨²n reconocen los profesionales que estos d¨ªas se han congregado en Liber 2003 y que se aprestan a viajar a la Feria del Libro de Francfort.
De todas las industrias culturales espa?olas, la del libro es quiz¨¢ la m¨¢s poderosa, din¨¢mica y floreciente. En general est¨¢ saneada econ¨®micamente y goza de prestigio internacional. Para mantener y mejorar esta situaci¨®n, la receta a corto plazo deber¨ªa incluir probablemente una cierta disminuci¨®n del n¨²mero de novedades. Pero a medio y largo plazo, y como en cualquier otra industria, la f¨®rmula no pasa por la reducci¨®n de la oferta, sino por la ampliaci¨®n de la demanda. Se impone una gran campa?a para incrementar entre los espa?oles el h¨¢bito de leer, algo que hace a los seres humanos m¨¢s sabios, m¨¢s divertidos y m¨¢s libres. E incumbe a los poderes p¨²blicos la gran tarea de formar a nuestra poblaci¨®n infantil y juvenil en el amor a la lectura. La escuela debe ser el lugar natural donde se desarrolle, pero tambi¨¦n las televisiones p¨²blicas, donde hace falta m¨¢s educaci¨®n y cultura y menos programas basura y propaganda partidista.
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