La iglesia m¨¢s azul de Van Gogh
Auvers-sur-Oise, el ¨²ltimo refugio franc¨¦s del genial pintor
Ver surgir de pronto, al subir una escalinata de piedra medieval, la iglesia de Auvers-sur-Oise produce un efecto alucinante. "Es la misma", piensa uno. Como si el cuadro, mil veces reproducido en postales y cuyo original cuelga en el parisiense Museo d'Orsay, hubiera servido de modelo al edificio santo, y no al rev¨¦s. Es la iglesia azul que Vincent van Gogh pint¨® magistralmente al final de su vida. A 35 kil¨®metros de Par¨ªs, la peque?a localidad de Auvers recuerda la presencia del genial pintor y evoca el paisaje de los ¨²ltimos meses de su vida. All¨ª, el artista holand¨¦s pint¨® sus ¨²ltimos cuadros; all¨ª, en un campo de trigo, se dispar¨® un tiro en el vientre, y all¨ª, en una habitaci¨®n del albergue Ravoux, agoniz¨® y muri¨® dos d¨ªas despu¨¦s.
La Casa Instituto, fundada en 1987, es un espacio de memoria de la vida y obra de Van Gogh. El centro abriga archivos, iconograf¨ªa, prensa, libros y documentos a la disposici¨®n de investigadores y profesores de la historia del arte. Con un objetivo no lucrativo realizan publicaciones, exposiciones y coloquios. Y dando satisfacci¨®n al artista -quien, en una carta a su hermano, expresa: "Un d¨ªa u otro creo que encontrar¨¦ el medio de hacer una exposici¨®n personal en un caf¨¦"-, el instituto exhibe regularmente uno de sus cuadros prestado por museos o alquilado a colecciones privadas.
El albergue Ravoux, antigua tienda de especias y cava de licores, edificado en 1855, ha sido restaurado con materiales tradicionales y mobiliario del siglo XIX. En el patio, empedrado, bellamente ornamentado con flores y enredaderas, el viajero puede degustar gastronom¨ªa y vinos regionales. Comprende tambi¨¦n una librer¨ªa, boutique y sala de proyecci¨®n donde ver un documental de 15 minutos sobre la vida y obra del artista. A pocos pasos se hallan el Museo de la Absenta, Le Chateau y la casa del doctor Gachet, el ¨²ltimo protector de Van Gogh, pintor aficionado y amigo de C¨¦zanne y Pissarro.
Tras los episodios vividos en Arles y su reclusi¨®n en el hospital psiqui¨¢trico de Saint-R¨¦my, Van Gogh lleg¨® a Auvers en mayo de 1890, consciente, seg¨²n sus propias palabras, de hacer "una pintura de gamberro". En realidad, v¨ªctima de una inconsolable decepci¨®n amorosa y un deseo insensato ("Yo querr¨ªa hacer", afirm¨®, "retratos que, para las personas de los siglos venideros, sean apariciones"), termina absolutamente dolorido ante el desmesurado objetivo est¨¦tico que se hab¨ªa impuesto. Aunque en cierta manera lo logr¨® (el pintor m¨¢s caro del mundo s¨®lo vendi¨® un cuadro durante su vida y se mat¨® a los 37 a?os), y as¨ª lo reconoce su puesto en la historia y su merecida gloria p¨®stuma. El periodo en Auvers-sur-Oise fue f¨¦rtil para el autor de Los girasoles. Realiz¨® cerca de 70 cuadros, estudios y numerosos dibujos. Desde el albergue, Vincent escribe numerosas cartas a su hermano Th¨¦o. El instituto va a publicar pr¨®ximamente la totalidad de la abundante correspondencia.
Soledad en la pensi¨®n
La habitaci¨®n de Van Gogh inspira una emoci¨®n extra?a. El lugar exiguo y con un olor a humedad fr¨ªa, de otra ¨¦poca, contrasta con el entorno perfectamente conservado, pero restaurado o reconstruido a efectos del turismo. Los muros, el ventanuco, la habitaci¨®n de su amigo de pensi¨®n transportan literalmente a otro tiempo. Este espacio de "ninguna parte", y que no pertenece a ning¨²n c¨®digo visual, si no es a la dureza espl¨¦ndida del arte, estremece por su pobreza y soledad. Van Gogh muri¨® desangrado aqu¨ª el 29 de julio de 1890, sobre una cama desvencijada. Fue su compa?ero de pasillo, el pintor holand¨¦s Anton Hirschig, quien descubri¨® el drama y se precipit¨® a Par¨ªs para advertir a su hermano Th¨¦o.
La sepultura del pintor se encuentra 200 metros arriba de la iglesia. Por un ancho sendero se sube hasta una meseta de inmensos campos de trigo, y enseguida divisamos el cementerio, a la derecha. Subir por ese camino hace pensar en un calvario, punto final de una peregrinaci¨®n. La explanada donde est¨¢ ubicado el camposanto es maravillosa. El viento golpea el rostro; huele a trigo, a centeno mojado, a cielo abierto. La luz intensa, la claridad descarnada de los tonos, junto al silencio del p¨¢ramo, emocionan. Durante algunos segundos, uno est¨¢ dentro -tanto es el parecido con la c¨¦lebre pintura- del Campo de trigo con cuervos, cuya inspiraci¨®n bien podr¨ªa haber surgido en ese mismo lugar. Una vez en el cementerio, siempre a ras de los trigales en extensi¨®n, con muros muy bajos y vistas al campo y a una ladera de montes, no es f¨¢cil encontrar la tumba. Ning¨²n signo ostentoso ni fetiche se?aliza su emplazamiento. Al contrario. Los restos del genio yacen como los de los dem¨¢s ciudadanos. La sorpresa consiste en encontrar dos l¨¢pidas de piedra, bellas y sobrias, en el muro noroeste. Sobre ellas, dos nombres y fechas grabados con elegancia. Los hermanos, tan unidos en vida, est¨¢n enterrados juntos. Una enredadera de hiedra recubre parcialmente las tumbas. Se hace casi palpable la presencia de dos hombres muertos j¨®venes en un intervalo de pocos meses. El viajante percibe entoces que cualquier biograf¨ªa o reproducci¨®n hist¨®rica es insignificante, secundaria, y nota que, por encima de cualquier concepto est¨¦tico o animaci¨®n cultural prevalece el contacto directo con las cosas.
GU?A PR?CTICA
C¨®mo ir
- Auvers-sur-Oise se encuentra a 35 kil¨®metros al noroeste de Par¨ªs en coche (se toma la autopista A-15 y luego la Nacional 184). Tambi¨¦n se puede ir en tren; el viaje dura una hora desde Par¨ªs (saliendo de la estaci¨®n de Saint Lazare o Gare du Nord).
Visitas e informaci¨®n
- Albergue Ravoux (0033 1 30 36 60 60). 52, Rue du G¨¦n¨¦ral de Gaulle. Auvers-sur-Oise. Entrada individual, 5 euros; familiar (dos adultos y dos ni?os), 10 euros.
- Oficina de turismo de Auvers-sur-Oise (0033 1 30 36 10 06 y www.auvers-sur-oise.com).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.