Bayona encontr¨® su b¨®lido
Una de las satisfacciones que me producen estas 75 l¨ªneas que desde hace cerca de nueve a?os aparecen cada domingo en este diario, es cuando doy con una historia, cuando, con la ayuda del lector, despejo un interrogante que aparec¨ªa en mis l¨ªneas o se ocultaba tras ellas. Tal sucedi¨® cuando Xavier de Caralt me llam¨® para decirme que la historia que contaba Brigitte Bardot en sus memorias sobre aquel Xavier, un conserje de un hotel de Sevilla, al que tildaba de homosexual o de puceau (con 20 a?os), era totalmente falsa, al tiempo que me hac¨ªa, nos hac¨ªa part¨ªcipes de la apasionada historia de amor que hab¨ªa vivido con la actriz y atribu¨ªa las mentiras y los insultos de ¨¦sta al hecho de que el muchacho Xavier no hubiese aceptado la apremiante invitaci¨®n de la estrella de irse a vivir con ella a Par¨ªs.
Otro tanto me ocurri¨® cuando con la ayuda de Juli Lorente, memoria viviente del boxeo catal¨¢n, logr¨¦ dar con el paradero de la hija del campe¨®n europeo de peso pluma Josep Giron¨¨s, el Crack de Gr¨¤cia, un personaje injustamente calumniado, acusado de torturador, y juntos logramos reivindicar la noble persona de aquel gran campe¨®n, reivindicaci¨®n que concluy¨® con la colocaci¨®n de una placa conmemorativa en el n¨²mero 29 de la calle de la Llibertat, donde hab¨ªa nacido Giron¨¨s el 29 de abril de 1904 (una placa cuya colocaci¨®n, con todos los honores, no hubiese sido posible sin la colaboraci¨®n de mi querido colega Llu¨ªs Permanyer).
Otra posible historia que me tuvo muy ilusionado en su momento fue la que me sirvi¨® en bandeja mi buen amigo Jordi Bayona. El 13 de mayo de 2001, Bayona me escribi¨® una carta en la que me contaba que tomando el t¨¦ en casa de una amiga hab¨ªa descubierto una curiosa y sorprendente fotograf¨ªa. En la foto, que acompa?aba la carta, se ve¨ªa un b¨®lido, un Am¨ªlcar, subiendo La Rambla. Un b¨®lido de dos plazas, conducido por un chico, y en el asiento de al lado pod¨ªa verse a una chica de pie, enarbolando una enorme bandera republicana. Seg¨²n me dec¨ªa Bayona en su carta, la foto hab¨ªa sido tomada por el padre de su amiga, Josep Corrons, hijo de otro Josep Corrons, propietario de un par de tiendas de aparatos ¨®pticos, fotogr¨¢ficos y gramolas, ambas ubicadas en La Rambla. Seg¨²n Bayona, la foto pudo ser tomada el domingo 12 de abril de 1931, el d¨ªa de las elecciones municipales. Mi amigo se preguntaba en su carta c¨®mo era posible que ning¨²n peri¨®dico hubiese recogido una imagen tan espectacular como la de este b¨®lido circulando por La Rambla con una gigantesca bandera republicana. Al d¨ªa siguiente de recibir la carta, tomando el aperitivo en el Bauma en compa?¨ªa de mis amigos Pilar Aymerich y Juan Mars¨¦, les mostr¨¦ la fotograf¨ªa y Juan hizo el siguiente comentario: "?Qu¨¦ no hubiese dado yo por conocer esta foto y esos hechos hace unos a?os! Aqu¨ª hay una historia, un cuento estupendo". El domingo de aquella semana recog¨ª en estas p¨¢ginas el contenido de la carta de Bayona, historia que ilustr¨¦, claro est¨¢, con la curiosa y sorprendente fotograf¨ªa de Josep Corrons hijo. Mi escrito terminaba con estas palabras dirigidas a mis posibles lectores: "?Han visto este b¨®lido, han o¨ªdo hablar de ¨¦l? ?Conocen la identidad de la chica, del piloto? ?Qu¨¦ se hizo de ellos?".
Confiaba en tener pronto una respuesta. Como me dec¨ªa Bayona en su carta, era pr¨¢cticamente imposible que una imagen tan espectacular hubiese quedado borrada de la memoria de la gente y, seg¨²n muestra la fotograf¨ªa, hab¨ªa mucha gente paseando por La Rambla aquella ma?ana del 12 de abril de 1931. Pero no tuve suerte, tan s¨®lo un periodista deportivo me escribi¨® d¨¢ndome datos t¨¦cnicos sobre el b¨®lido.
Por su parte, Bayona se puso a investigar a partir de algunos de los n¨²meros que, pese a la velocidad del veh¨ªculo, pudo descifrar de su matr¨ªcula, n¨²meros que luego cotej¨® con los de algunos anuarios de la ¨¦poca. Y escribi¨® a los propietarios o descendientes de algunos propietarios de Am¨ªlcars en 1931 que figuraban en los anuarios. Un se?or de Igualada le contest¨® diciendo: "A casa en ten¨ªem un d'Am¨ªlcar, per¨° els rojos el van requisar amb els altres cotxes de la fam¨ªlia". Una se?ora de Barcelona le escribi¨® dici¨¦ndole que s¨ª, que su padre, de joven, hab¨ªa tenido un Am¨ªlcar, pero que nanay de ir por ah¨ª enarbolando una bandera republicana: "A casa ¨¦rem gent d'ordre". Otros, la mayor¨ªa, ni se dignaron responderle. Total que el bueno de Bayona se pasaba las noches sin dormir pensando en qu¨¦ se hab¨ªa hecho de su b¨®lido, de su conductor y de esa muchacha que enarbolaba una gigantesca bandera republicana. Hasta que un buen d¨ªa dio con ¨¦l. ?D¨®nde? En su memoria. Un buen d¨ªa, Bayona record¨® que cuando trabajaba, siendo todav¨ªa un chaval, en un taller de reparaci¨®n de motos de la calle de Santal¨®, su patr¨®n lo mand¨® a hacer un trabajo discreto y bien remunerado -cambiar las placas de unas motos- a un almac¨¦n de la calle de Arag¨® que regentaba un taimado falangista, y all¨ª, en un rinc¨®n, se encontr¨® con su b¨®lido, hecho un desastre. Y a partir de esa visi¨®n, el amigo Bayona fue construyendo la historia de aquel espectacular paseo por La Rambla y la rocambolesca historia de los dos ocupantes del veh¨ªculo. Una historia apasionante, que no sobrepasa las 100 p¨¢ginas: La noia de la tricolor, premio de novela corta 2002 de la Universidad de Lleida (Pag¨¨s Editors, 2003).
Bayona encontr¨® su b¨®lido. Ahora ya es suyo, la historia es suya. Y de todos.
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