La crisis econ¨®mica y pol¨ªtica pone en duda el prestigio de California
El martes se vota sobre el relevo del gobernador y qui¨¦n lo sustituir¨ªa
Como va California, as¨ª va EE UU. Durante muchos a?os, la afirmaci¨®n era indiscutible. El gran Estado de la costa oeste -considerado la quinta econom¨ªa mundial- marcaba el paso al resto del pa¨ªs en pol¨ªtica, econom¨ªa, demograf¨ªa, tendencias y modas. Lo que pasaba en California pasaba, tarde o temprano, en el resto de EE UU. ?Sigue siendo as¨ª? Dentro de 48 horas, los californianos van a las urnas para contestar a dos preguntas: si debe seguir en su puesto el gobernador Gray Davis, reelegido hace once meses por esos mismos californianos, y, en caso de que la mayor¨ªa decida echarle, qui¨¦n deber¨ªa ser gobernador.
No hay problemas para la sustituci¨®n: hasta 135 candidatos reunieron 65 firmas y pagaron 3.500 d¨®lares para que su nombre figurara en las papeletas. All¨ª est¨¢n los grandes favoritos, como Arnold Schwarzenegger y Cruz Bustamante, pero tambi¨¦n un luchador de sumo, un bronceado surfista, un fumador que se rebela contra la tiran¨ªa de las leyes antitabaco y una actriz porno que pretende recortes fiscales para ciertas actividades en bares a los que no se va a tomar copas. Para que Davis siga, le hace falta mayor¨ªa absoluta; para sustituirle, basta con la relativa.
?C¨®mo y por qu¨¦ se ha llegado a esto? Porque en una situaci¨®n de crisis econ¨®mica y de crisis de representaci¨®n pol¨ªtica, una amplia movilizaci¨®n de descontentos -encabezada por un libertario antiimpuestos, Ted Costa, y financiada por un congresista republicano, Darrell Issa- ha aprovechado la oportunidad prevista en la Constituci¨®n de California -y en las de otros 17 Estados- para convocar nuevas elecciones. Las firmas necesarias eran 897.158. Se empezaron a recoger en febrero; en julio, hab¨ªa casi 1,3 millones.
?Siguen entonces los californianos marcando el paso? No, seg¨²n aquellos que dicen que esta convocatoria es un circo que sienta un peligroso precedente -el de anular elecciones v¨¢lidas- y creen que esto es la caricatura de lo que era California. S¨ª, para los que observan que, con estridencias y maneras cuestionables, se est¨¢ poniendo el mismo dedo en la llaga que, por ejemplo, ponen las bases dem¨®cratas que rechazan a los candidatos establecidos y apoyan a Howard Dean.
Descr¨¦dito de los pol¨ªticos
"Con raz¨®n o sin ella, la gente cree que los pol¨ªticos no se han ocupado ni se ocupan de los problemas que afectan a la vida de los ciudadanos corrientes, desde la factura de la luz y los atascos de tr¨¢fico a la p¨¦rdida de empleo", se?ala en The Washington Post el analista David S. Broker: "Si Davis finalmente es desalojado menos de un a?o despu¨¦s de haber sido reelegido, ser¨¢ una se?al del grado de impaciencia que los votantes tienen ante unos Gobiernos que son vistos como indiferentes a sus necesidades". Schwarzenegger critica a "los pol¨ªticos de Sacramento" igual que Dean se mete con los de Washington.
?Cu¨¢nta culpa tiene el gobernador de lo que pasa? Davis, que fue reelegido en noviembre de 2002 con una abstenci¨®n superior al 53%, ten¨ªa en 1999 un super¨¢vit en las cuentas del Estado de 10.000 millones de d¨®lares. Ahora, el d¨¦ficit de California es de 38.000 millones. En la ¨¦poca de bonanza, todo lo que se le ocurri¨® al dem¨®crata Davis -con el incondicional aplauso de los republicanos y la satisfacci¨®n popular- fue bajar los impuestos.
Inmediatamente despu¨¦s, la econom¨ªa se estanc¨®, Silicon Valley sufri¨® el revolc¨®n de las nuevas tecnolog¨ªas y California padeci¨® la puntilla de una crisis energ¨¦tica de escasez de suministro y encarecimiento de precios. El gobernador no reaccion¨®, y dem¨®cratas y republicanos volvieron a coincidir: los primeros consiguieron que no se recortara ning¨²n gasto y los segundos lograron que no aumentaran los impuestos. La potencia de California le ha permitido endeudarse para salir de la crisis, pero ah¨ª est¨¢ el d¨¦ficit y el mal humor de unos ciudadanos a los que nunca les ha gustado pagar impuestos. En esto, y en la crisis, California s¨ª es vanguardia del pa¨ªs.
?Acertar¨¢n los sondeos que le dan la victoria al actor? ?Volver¨¢ otro Ronald Reagan a California? El tambi¨¦n actor Reagan fue gobernador de California en 1966 y, 14 a?os despu¨¦s, lleg¨® a la presidencia de EE UU. Davis es m¨¢s fr¨ªo que un t¨¦mpano. Su puesto est¨¢ en peligro a pesar de tener detr¨¢s a la plana mayor dem¨®crata, con Clinton a la cabeza, y al estrellato de Hollywood; un 57% no quiere que siga. Su n¨²mero dos, Cruz Bustamante, no lo tiene mejor: pese al respaldo hispano, es tan gris como Davis y no ha propuesto nada para salir del bache.
Schwarzenegger ha llevado una campa?a inteligente, con apoyos pol¨ªticos y econ¨®micos diversos. No es un profesional, y parte del electorado valora eso m¨¢s que su desconocimiento de los temas o su borrascoso pasado. Aunque no es f¨¢cil valorar el impacto de las recientes revelaciones, a quien le cae bien no le ha alterado el recuerdo de su machismo o sus aparentes veleidades nazis de juventud: "Lo que hizo hace a?os no me afecta. Todos cometemos errores; ¨¦l se ha arrepentido, as¨ª que adelante. Ser¨¢ un gran gobernador", asegura Tom Coates, de Castro Valley, en Internet. Pero el que odia a Schwarzenegger lo odia hasta el fondo tambi¨¦n, como J. C., de 33 a?os, funcionario de la C¨¢mara estatal en Sacramento: "Si gana ser¨¢ un desastre, como un golpe de Estado. Siempre est¨¢ hablando de quitar funcionarios y me pone muy nervioso". J. C. cree que hay que subir impuestos "porque prevenir es mejor que tener una mala educaci¨®n y unos malos servicios", pero reconoce que est¨¢ en minor¨ªa. ?Su deseo? "Espero que, si gana, haya otro refer¨¦ndum para quitarlo". ?Por qu¨¦ no? A fin de cuentas, esto es California.
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