Otro modelo de crecimiento
Muchos pol¨ªticos llaman largo plazo al tiempo que resta hasta las siguientes elecciones. Por eso nuestros responsables econ¨®micos no est¨¢n preocupados por la econom¨ªa espa?ola "en el largo plazo". Sin embargo, hay motivos serios de inquietud por la sostenibilidad de un modelo de crecimiento que se ha basado en un fuerte c¨®ctel de estimulantes, pero que est¨¢ obteniendo resultados mediocres, y en muchos casos negativos, en los m¨¢s importantes pilares de los que depende el crecimiento futuro: los recursos humanos, el capital tecnol¨®gico, el capital p¨²blico, en particular las infraestructuras, y la liberalizaci¨®n de la econom¨ªa.
La econom¨ªa espa?ola ha venido disfrutando una larga fase expansiva de un ciclo econ¨®mico que comenz¨® en 1994, que ha contado con tres combustibles para su motor, con diferente intensidad a lo largo del periodo: las devaluaciones de la peseta de 1992 y 1993, el crecimiento econ¨®mico internacional y la Uni¨®n Monetaria a partir del 1 de enero de 1999.
La reducci¨®n de los tipos de inter¨¦s en m¨¢s de siete puntos respecto de 1995, mucho m¨¢s acusada en Espa?a que en el conjunto de la UE al desaparecer, con la incorporaci¨®n al euro, la penalizaci¨®n por nuestra hist¨®rica propensi¨®n a la inflaci¨®n y a la devaluaci¨®n competitiva, ha constituido el cambio m¨¢s trascendental para la evoluci¨®n de la econom¨ªa espa?ola de los ¨²ltimos tiempos. Ha aliviado la carga de intereses de la deuda p¨²blica, convirti¨¦ndose en el mejor aliado para equilibrar las cuentas p¨²blicas; ha reducido los costes financieros de las empresas, mejorando su competitividad y estimulando la inversi¨®n, y ha impulsado el endeudamiento de las familias hasta extremos desconocidos anteriormente, fomentando tanto el consumo como, sobre todo, la inversi¨®n en vivienda, con la colaboraci¨®n en este caso del alargamiento del plazo de las hipotecas. Este estimulante explica, por s¨ª solo, por su impacto sobre la construcci¨®n residencial, una parte muy importante del diferencial positivo de crecimiento que est¨¢ registrando la econom¨ªa espa?ola en la fase de ralentizaci¨®n. El otro factor relevante es el crecimiento de la poblaci¨®n por la inmigraci¨®n, probablemente muy por encima del 0,5% anual.
Todos los gobiernos procuran apropiarse de los acontecimientos positivos sobrevenidos y huyen como de la peste de asociarse a las cat¨¢strofes acontecidas. Es l¨®gico, por tanto, que el Gobierno haya pretendido, y en parte conseguido, post hoc, ergo procter hoc, vincular el crecimiento a su pol¨ªtica econ¨®mica, expresada en cuatro ejes: incorporaci¨®n al euro, equilibrio fiscal, reducci¨®n de impuestos y reformas estructurales.
El euro es lo m¨¢s importante que nos ha sucedido desde el ingreso en la UE. Es interesado por mi parte recordar que el proceso de convergencia que hab¨ªa emprendido el ¨²ltimo Gobierno socialista ten¨ªa como objetivo estar en la constituci¨®n de la UEM en su lanzamiento, y que el calendario del euro se aprob¨® en la Cumbre de Madrid de 1995. Afortunadamente, el Gobierno del PP super¨® algunos titubeos iniciales de euroescepticismo y retom¨® ese objetivo para llevarlo a buen puerto, pasando un examen que termin¨® con aprobado general para todos los presentados.
Respecto del equilibrio de las cuentas p¨²blicas, nada que objetar como principio para un sano crecimiento, y como disciplina para la austeridad y la eficiencia en el gasto, pero no ha tenido el efecto sobre los tipos de inter¨¦s espa?oles que se le pretende atribuir. Son iguales en Espa?a que en los pa¨ªses de la zona euro con elevados d¨¦ficit. Mis reservas se refieren a que se ha conseguido sobre todo por la reducci¨®n de los intereses de la deuda, por la centrifugaci¨®n del d¨¦ficit hacia el sector p¨²blico empresarial, y sacrificando las inversiones en capital humano, tecnol¨®gico y f¨ªsico.
En lo que se refiere a la reducci¨®n de impuestos, la propaganda tampoco se corresponde con la realidad. La estrategia de reformar, una vez por legislatura, el impuesto m¨¢s visible, el IRPF, y dejar que la inflaci¨®n fuera, silenciosamente, haciendo la contrarreforma a?o a a?o, puede haber funcionado desde el punto de vista de la imagen. La realidad es que la presi¨®n fiscal ha aumentado (OCDE) y se ha hecho m¨¢s injusta.
En lo que se refiere a reformas estructurales, es importante el balance en privatizaciones, pero ello no parece haber aumentado ni la libertad econ¨®mica ni la competencia, porque se ha optado por liberalizaciones de papel. En telecomunicaciones no se observa una evoluci¨®n m¨¢s favorable que en el resto de la UE, ni en precios ni en desconcentraci¨®n respecto del operador dominante. En energ¨ªa no ha habido ni cambio estructural ni competencia real. Las reformas m¨¢s relevantes en el mercado de trabajo (reforma Gri?¨¢n) o en la Seguridad Social (Pacto de Toledo) se aprobaron o se pactaron entre 1994 y 1996. Cada pocos meses se han anunciado hist¨®ricos paquetes liberalizadores que han terminado como ratones paridos por una monta?a, muy exagerada, eso s¨ª, en sus contracciones. Mientras tanto, han aumentado el intervencionismo sucio, la inestabilidad regulatoria y la arbitrariedad.
Pero, m¨¢s all¨¢ de los m¨¦ritos y los dem¨¦ritos, de las relaciones causales o concursales, del ¨¦nfasis en las carencias o en los logros (hemos crecido y creado empleo, y nuestra situaci¨®n presupuestaria est¨¢ m¨¢s saneada, y eso es positivo), lo preocupante es el deterioro de nuestra posici¨®n relativa en la UE en los elementos de los que depende nuestro crecimiento, empleo y bienestar futuros. Demasiados indicadores de organismos nacionales e internacionales muy solventes as¨ª lo expresan, y alg¨²n debate debieran provocar.
Se ha producido un deterioro de la competitividad de nuestra econom¨ªa respecto del conjunto de la UE, como reflejan el indicador sint¨¦tico del Banco de Espa?a (BDE), el diferencial de precios y de productividad (BDE) o el deterioro de la balanza comercial (INE).
Nuestro capital humano se ha visto favorecido por la llegada al mercado de trabajo de los j¨®venes mejor formados de la historia de Espa?a, fruto de la universalizaci¨®n de la educaci¨®n en los ochenta, por la mayor incorporaci¨®n de la mujer al mercado de trabajo y, en los ¨²ltimos a?os, por la inmigraci¨®n. Pero dedicamos menos dinero a educaci¨®n en porcentaje del PIB que en 1995, situ¨¢ndonos casi a la cola de la UE (OCDE). Estamos tambi¨¦n a la cola de la UE en la poblaci¨®n activa que participa en programas de formaci¨®n continua y a la cabeza en j¨®venes entre 20 y 24 a?os que han abandonado ya su formaci¨®n (Comisi¨®n Europea). La precariedad en el empleo desincentiva la inversi¨®n en formaci¨®n ocupacional.
Est¨¢ aumentando la brecha tecnol¨®gica con la UE (BDE). Algo debemos estar haciendo mal en el sistema I+D+i [Investigaci¨®n + Desarrollo + innovaci¨®n], con un gasto que apenas alcanza el 54% de la media de la UE (BDE), y en el desarrollo de la sociedad de la informaci¨®n, con un gasto en torno al 60% de la media de la UE. Somos el segundo pa¨ªs por la cola en la UE en el peso de la alta tecnolog¨ªa en nuestras exportaciones (Comisi¨®n Europea). En infraestructuras se ralentiz¨®, con la llegada del PP, el esfuerzo inversor realizado entre 1985 y 1995. S¨®lo muy recientemente parece que se recupera un cierto nivel.
La ampliaci¨®n de la UE constituye un reto a?adido para la econom¨ªa espa?ola. No s¨®lo va aacentuar el desplazamiento del centro de gravedad econ¨®mico hacia el centro y el este de Europa, sino que se incorporan pa¨ªses con una ventaja competitiva en la relaci¨®n entre nivel de formaci¨®n y esfuerzo tecnol¨®gico, y costes laborales, como ha puesto de relieve el Banco de Espa?a en su ¨²ltimo informe anual. Es preocupante el deterioro, en los ¨²ltimos a?os, del saldo comercial con los pa¨ªses candidatos en los sectores con mayor contenido tecnol¨®gico.
El encarecimiento de la vivienda, cuyo precio ha alcanzado m¨¢ximos hist¨®ricos en relaci¨®n con la renta familiar media, ha absorbido el fuerte incremento del endeudamiento de las familias, que ha pasado del 46% de la renta bruta disponible en 1995 al 83% en 2002 (BDE).
No es tarea agradecida criticar a un entrenador al que le sonr¨ªen los resultados. Muchos prefieren dejarse arrastrar por la euforia de la clasificaci¨®n m¨¢s que atender a los aguafiestas que alarman sobre el descuido de la cantera, la mala preparaci¨®n f¨ªsica o t¨¦cnica, o el desequilibrio de un equipo que va bien en casa (demanda interna) pero obtiene resultados mediocres fuera (mercado exterior). Aunque cuando los resultados no acompa?en, porque los estimulantes no compensen nuestras debilidades, nos encontremos con la cruda realidad de las oportunidades perdidas y los deberes sin hacer.
Por ello, el PSOE se encuentra ante un reto dif¨ªcil en el debate pol¨ªtico de sus propuestas econ¨®micas. Aspira a fortalecer las bases de nuestro modelo de crecimiento a medio y largo plazo, invirtiendo en capital humano, f¨ªsico y tecnol¨®gico, frente a un PP instalado con relativa comodidad en la apropiaci¨®n del crecimiento de los ¨²ltimos a?os, y en una coyuntura econ¨®mica en la que los bajos tipos de inter¨¦s garantizan el mantenimiento de la actividad econ¨®mica en "su largo plazo", el horizonte electoral. Quiere hacer m¨¢s justos los impuestos, sin elevar la presi¨®n fiscal, frente a un PP que ha subido la presi¨®n fiscal haciendo como que la bajaba. Necesita hacer cre¨ªble su compromiso firme con la libertad y la competencia en los mercados, con la lucha contra los monopolios, que ha sido en el pasado m¨¢s consustancial con su pr¨¢ctica de gobierno que con su doctrina pol¨ªtica, frente a un PP que lo ha incorporado siempre con desparpajo a su doctrina, pero escasamente a su pr¨¢ctica de gobierno, intentando hacernos pasar las privatizaciones como liberalizaciones. Por ¨²ltimo, pretende mantener la estabilidad presupuestaria, aun desconociendo la magnitud del d¨¦ficit oculto, y concentrar sus energ¨ªas en la reestructuraci¨®n del gasto, para recuperar la brecha en productividad, formaci¨®n tecnol¨®gica y de infraestructuras. Se trata de un firme compromiso con la disciplina presupuestaria que globalmente comparto, aunque es discutible si no debi¨¦ramos avanzar en la fijaci¨®n de criterios de estabilidad del gasto que discriminen el gasto corriente de las inversiones en capital f¨ªsico, humano y tecnol¨®gico. Una dif¨ªcil y ambiciosa tarea que requiere un fuerte impulso pol¨ªtico.
Luis Atienza Serna es economista y fue ministro socialista entre 1994 y 1996.
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