Retaguardia
Hace dos d¨¦cadas, cuando investigaba la represi¨®n llevada a cabo en Madrid durante la Guerra Civil, habl¨¦ varias veces con Enrique L¨ªster. Al principio era dif¨ªcil superar la impresi¨®n que le hac¨ªa a uno estar delante del m¨ªtico personaje a quien Antonio Machado dedicara un soneto. Pero el ex jefe del Quinto Regimiento, que cuando yo le conoc¨ª ten¨ªa ya sus setenta y pico a?os a cuestas, era afable y charlat¨¢n, y poco a poco fue posible sentirse m¨¢s c¨®modo en su presencia. L¨ªster, h¨¦roe de tantas batallas durante la contienda, y valiente defensor de la capital, me expres¨® su desprecio por los que se hab¨ªan entregado a asesinar en la retaguardia madrile?a, y me jur¨® que ¨¦l nunca hab¨ªa participado en tales vilezas. En la presentaci¨®n del libro habl¨® apasionadamente -le estoy viendo mientras escribo- de aquel lado oscuro de la resistencia a Franco. Lamento no tener una grabaci¨®n del acto, que por cierto result¨® muy alborotado.
En estos d¨ªas en que tanto se habla de los cr¨ªmenes de los fascistas durante la guerra de 1936-39, creo que no debemos olvidar la muerte de miles de inocentes en Madrid (y en otros sitios), sin juicio alguno, a manos de los rojos. Y digo inocentes porque en la gran mayor¨ªa de los casos el ¨²nico pecado de las v¨ªctimas era el de ser de derechas y encontrarse en la c¨¢rcel gracias a una denuncia. La izquierda nunca ha asumido la responsabilidad de aquellos met¨®dicos asesinatos, en cuya orquestaci¨®n la preponderancia comunista parece fuera de duda, y me cost¨® much¨ªsimo trabajo localizar a personas del lado republicano, aqu¨ª o fuera, dispuestas a ayudarme con mis pesquisas.
S¨¦ que quienes se sublevaron contra la Rep¨²blica usurparon el poder leg¨ªtimo de un Gobierno salido de las urnas. Entiendo que lo que hicieron fue un acto criminal. Y les culp¨® de lo ocurrido posteriormente. Pero ello no puede de ninguna manera justificar la matanza en masa de prisioneros de derechas llevada a cabo en Madrid a espaldas de la legalidad vigente. Siempre he estimado que hay que limpiar la casa propia antes de criticar el mal estado de la del vecino.
Es correcto que, veintisiete a?os despu¨¦s de muerto Franco, los que quieran dispongan de todos los apoyos necesarios para poder buscar los restos de sus desaparecidos. Correcto y de elemental justicia. Los otros tuvieron cuarenta a?os para hacerlo, y lo hicieron. All¨ª est¨¢ el Valle de los Ca¨ªdos. All¨ª est¨¢ Paracuellos. Lo que no quisiera de ninguna manera es que ello tuviera como consecuencia la apertura de viejas heridas mal curadas, la remoci¨®n de viejos rencores, incluso de viejos odios. No pienso que ocurra. Creo, sinceramente, que a estas alturas la sociedad espa?ola es capaz de perdonar.
En cuanto a Lorca, uno respeta el deseo de la familia de que no se toquen sus restos. Pero Federico no s¨®lo es de ellos, sino, tambi¨¦n, de las much¨ªsimas personas alrededor del mundo que aman su obra, que se sienten en deuda para con ella y que quieren saber exactamente d¨®nde est¨¢ el poeta y c¨®mo muri¨®. No es bueno que sigan circulando al respecto tantas versiones, tantas vaguedades. S¨®lo nos satisfar¨¢ la verdad, toda la verdad posible.
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