La gozosa esclavitud de escribir
Pilar Paz Pasamar cumple m¨¢s de medio siglo de labor po¨¦tica con la publicaci¨®n de 'Sophia'
Pilar Paz Pasamar (Jerez de la Frontera, 1933) es memoria viva de la poes¨ªa gaditana. Descubierta en 1951 con Mara, gracias al Premio Adonais que tambi¨¦n dio a conocer al Claudio Rodr¨ªguez de Don de la ebriedad, form¨® parte desde muy joven del grupo Platero. Su obra po¨¦tica se compone de t¨ªtulos como Los buenos d¨ªas, Ablativo amor, Del abreviado mar, La soledad contigo, Violencia inm¨®vil, La torre de Babel y otros asuntos, La alacena, Textos lapidarios, Philomena... Su ¨²ltimo poemario, Sophia (Ed. Angaro), fue presentado la semana pasada en C¨¢diz.
En este nuevo t¨ªtulo, Pilar Paz parece retornar a algunas exigencias formales y tem¨¢ticas de sus primeros poemas, aunque no le gusta hablar de retroceso: "Sophia supone el eslab¨®n de la cadena que enlaza con Mara. Se mantienen unas fidelidades, a pesar de haber decantado hacia una poes¨ªa m¨¢s narrativa. Las cosas surgen as¨ª, es un impulso y una b¨²squeda. He cuidado mucho la unidad tem¨¢tica: Es como una composici¨®n musical en tres tiempos, con un ritmo interior muy sostenido de principio a fin", asegura.
Pilar Paz Pasamar es, junto a su paisano Jos¨¦ Manuel Caballero Bonald, el ovetense ?ngel Gonz¨¢lez o el valenciano Francisco Brines, una de las escasas supervivientes de la Generaci¨®n del 50, que dio a la l¨ªrica espa?ola nombres como los del propio Claudio Rodr¨ªguez, Fernando Qui?ones o Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo. "Todav¨ªa me siento en una fila un poco m¨¢s retrasada que los dem¨¢s. Yo era una ni?a cuando Jos¨¦ Manuel ya era un poeta. ?l fue mi primer maestro junto con Juan Valencia. Ambos me arrastraron hacia la publicaci¨®n, a Platero...", recuerda.
La poeta resta importancia al hecho de pertenecer a la ¨²ltima promoci¨®n de cl¨¢sicos espa?oles: "Podr¨ªa darme pudor decir esto pero donde te coloquen es lo de menos. El objetivo es ser fiel a esta vocaci¨®n, a esta gozosa esclavitud de escribir. Los que sobrevivimos hemos mantenido esa lealtad, esa permanencia en silencio, en la soledad muchas veces amarga. Pero calibrar nuestra calidad ser¨¢ cosa de otros", a?ade. Su ¨²nica adscripci¨®n confesa es a la vida y a la memoria: "As¨ª como en narrativa yo fabulo, en poes¨ªa todo parte de una experiencia de vida interior, inconsciente o conscientemente elaborada y meditada. Para cantar, cuento lo vivido; para contar, invento".
Con La dama de la perla, de Tracy Chevalier, Gast¨®n Bachelard y San Agust¨ªn como lecturas de cabecera, la poeta jerezana gusta de rodearse tambi¨¦n de voces nuevas: "Me encanta la compa?¨ªa de los j¨®venes. De hecho, Sophia est¨¢ hecha gracias a ellos, a partir de una lectura en Sevilla para conmemorar el Aula Atenea. All¨ª estaban V¨ªctor Jim¨¦nez y Rosa D¨ªaz, que me dijeron 'vamos a hacer una edici¨®n especial con estos poemas'. Yo soy incapaz de ir a buscarme editor, por eso tiran de m¨ª quienes est¨¢n en la brecha", afirma.
Cuando apenas era una ni?a, Pilar Paz recibi¨® un generoso piropo de Juan Ram¨®n Jim¨¦nez, quien la calific¨® de "genial". Cuando se le recuerda que un parabi¨¦n similar de Borges persigui¨® a Fernando Qui?ones toda la vida, la poeta suspira y sonr¨ªe: "He hecho lo que he podido", comenta. "Me enoj¨® que aquello se repitiera. Pero pienso que Juan Ram¨®n -Gary Cooper que est¨¢s en los cielos- no me estar¨¢ mirando con malos ojos por ello. M¨¢s bien con una sonrisa, ?no?". Junto a su faena en verso, la otra gran dedicaci¨®n literaria de Pilar Paz Pasamar es la narrativa. Despu¨¦s de publicar la colecci¨®n de relatos Historias balnearias, pr¨®ximamente reunir¨¢ toda su prosa corta en un solo volumen. ?Vocaci¨®n o reto personal? Ella misma responde: "Tampoco lo tomo como un desaf¨ªo. Es que ocurre que ahora tengo necesidad de hacerla".
Aunque Paz Pasamar ha recibido numerosos homenajes institucionales y el afecto reiterado de sus compa?eros de oficio, no puede evitar sentir que algo se le escatima despu¨¦s de una vida dedicada a la poes¨ªa, tal vez porque nunca ha pertenecido a sectas ni clanes: "No soy ambiciosa, salvo en que quiero hacer lenguaje con la palabra. Tengo los dolorcillos normales de la lucha, y aunque estoy fuera de la batalla literaria, a veces hay cosas que te duelen. Lo mismo pasa con los hijos o la familia, ?verdad? Y ante eso s¨®lo hay un sistema: Apartarse, no por arrogancia, sino por necesidad. Ver correr el tiempo y pensar que uno no se ha equivocado con el camino escogido, comprobar que te lleva a donde t¨² quer¨ªas", apostilla.
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