Hoces pintadas de amarillo

Desfiladeros, hoces, ca?ones, potxes o gargantas son algunas de las denominaciones que se dan en las distintas regiones espa?olas para nombrar los profundos tajos que los r¨ªos excavan a su paso por determinadas tierras. El espectacular encanto de estos despe?aderos ha llamado siempre la atenci¨®n, al descubrirse en ellos el fabuloso poder y fuerza de la naturaleza. Pero adem¨¢s, cuando los vientos del oto?o ti?en de rubio esplendor los sotos de sus ribazos, los encajados cauces pasan a convertirse en paisajes impresionantes.

Ca?¨®n del r¨ªo Lobos

(SORIA)

Chopos, sauces, fresnos, alisos y avellanos ti?en los cauces fluviales de los colores m¨¢s rutilantes. Rutas y claves para vivir la oto?ada junto al r¨ªo Lobos, el Ebro, el J¨²car, el Jerte y el Duero.

Los terrenos calizos f¨¢cilmente desmoronables del noroeste de la provincia de Soria han dejado que las aguas del r¨ªo Lobos horaden en su relieve una profunda hendidura flanqueada por vertiginosos paredones. Los resecos p¨¢ramos de las partes altas, cubiertos de pinos negrales, sabinas, enebros, tomillos y romeros, contrastan con las h¨²medas tonalidades verdiamarillas de la vegetaci¨®n ribere?a, que acompa?a las aguas en el fondo del ca?¨®n. Antes de que los fr¨ªos desnuden las arboledas de alisos, chopos y sauces, la oto?ada tinta las orillas acuosas con sus dorados y gualdas m¨¢s rutilantes. La mejor panor¨¢mica elevada del ca?¨®n se obtiene desde el mirador de las Guller¨ªas, y para disfrutar del bosque ripario existe un camino que bordea el r¨ªo.

Ca?ones del Ebro y el Rudr¨®n

(BURGOS)

El quebrado paisaje de la comarca burgalesa de la Lora, desparramado entre grandes parameras salteadas de estructuras rocosas, pierde el equilibrio al toparse con la enorme rotura que supone el desfiladero del r¨ªo Ebro y de su afluente el Rudr¨®n. Una gigantesca grieta en forma de Y, con paredes que alcanzan los 200 metros de altura, donde la naturaleza ha querido marcar una zona de transici¨®n entre los ecosistemas atl¨¢nticos y mediterr¨¢neos. Todo se retuerce en estas gargantas: los r¨ªos, los ca?ones, los caminos...

Como en muchos tramos ribere?os, la frondosa vegetaci¨®n arb¨®rea se compone de chopos, sauces, fresnos, alisos y avellanos, pero la particularidad de estos tajos es la orograf¨ªa que los acompa?a en las laderas, denominada ruiniforme, y en la que la propia roca erosionada crea peculiares formaciones, que simulan pin¨¢culos, arcos, agujas o torres a modo de viejas fortalezas arruinadas.

Hoces del J¨²car

(ALBACETE)

Los ¨¢ridos y resecos relieves de la comarca albacete?a de La Manchuela se ven sorprendidos por el accidente geogr¨¢fico que protagoniza el r¨ªo J¨²car dentro de sus l¨ªmites. Una sinuosa garganta convertida en el contrapunto de una tierra llana, donde las aguas esmeraldas se cimbrean parapetadas entre barrancos, meandros y crestas. La peculiaridad de este retorcido enclave se incrementa con los pueblos y casas-cueva, habitados desde la ocupaci¨®n ¨¢rabe sobre los m¨¢s escarpados altozanos. Tolosa, Alcal¨¢ del J¨²car, Jorquera y La Recueja son algunos de estos llamativos pueblos, cuyas casas hacen equilibrios sobre las pronunciadas pendientes del cauce fluvial. Y es en este tramo donde se encuentran los parajes m¨¢s espectaculares del tortuoso desfiladero, acompa?ado de alamedas, choperas y huertas, que convierten el oto?o en el mejor momento para recorrer la peque?a carretera que discurre por su interior.

Garganta de los Infiernos

(C?CERES)

En las cercan¨ªas del trashumante puerto de Tornavacas, all¨¢ donde los escarpes de la sierra de Gredos pierden pie mirando las tierras sure?as de C¨¢ceres, una sucesi¨®n de estrechas gargantas se abre paso por la dura roca en busca del valle del Jerte. Reconocidas y bautizadas, cada una de estas angosturas tiene sus propios atributos naturales y paisaj¨ªsticos, pero ninguna en la magnitud de la denominada garganta de los Infiernos. Desde sus nacederos en la cumbre m¨¢s alta, un sendero recorre toda la variedad de h¨¢bitats que se suceden dando vida a paisajes muy diversos. Parajes que cambian radicalmente desde los llamados Pilones, compuestos de marmitas de gigante, excavados en la roca de forma escalonada por las aguas, hasta los bosques de casta?os y robles tapizados de helechos, que durante la oto?ada muestran toda su exuberancia.

Los Arribes del Duero

(ZAMORA-SALAMANCA)

Antes de que el Duero pase a convertirse en Douro y abandone territorio espa?ol para acogerse a la Administraci¨®n lusa, realiza un recorrido fronterizo que aturde por su belleza, fuerza e inaccesibilidad. Un espacio alargado realmente extraordinario, de 122 kil¨®metros de r¨ªo flanqueados por paredones gran¨ªticos con desniveles de hasta 400 metros de altura.

Varias presas han logrado calmar el antiguo car¨¢cter brav¨ªo que ten¨ªan las aguas de este arisco enclave, cuando en tiempo de deshielos se dec¨ªa que rug¨ªa, mientras ahora discurre calmo y sosegado. La vegetaci¨®n que acompa?a a estos barrancos grises y fr¨ªos es puramente mediterr¨¢nea, con encinas cubriendo sus solanas, y alcornoques, madro?os, almeces y acebuches en las umbr¨ªas. Mientras, las rojeces oto?ales de los vi?edos que cuelgan de sus laderas mezclan aqu¨ª sus tonos con los verdes de la foresta perenne y los amarillos de la caduca.