Grecia gana a una Irlanda p¨¦sima
La selecci¨®n de Tsartas se clasifica gracias a un penalti ante un conjunto muy pobre
Irlanda del Norte, porque no quiere o porque no sabe hacer otra cosa, plante¨® el partido para empatar a cero. Todos atr¨¢s. Nadie arriba. Patada a seguir y todos muy juntos y muy pegados a la l¨ªnea de gol propia. As¨ª, cada desma?ado despeje de los irlandeses volv¨ªa a los pies de alg¨²n jugador griego. Sencillamente, porque ning¨²n jugador irland¨¦s se aventuraba m¨¢s all¨¢ de la sombra que proyectaba su propio larguero. Y casi les funcion¨® la estrategia. Principalmente, por la falta de imaginaci¨®n y los nervios de los griegos. Pero tambi¨¦n por su propia aplicaci¨®n en el m¨¢s pedestre de los sistemas defensivos.
Grecia acept¨® con bastante poca inteligencia la invitaci¨®n al front¨®n que plante¨® Irlanda del Norte. As¨ª, los jugadores de la selecci¨®n helena mov¨ªan el bal¨®n hasta la frontal y all¨ª pod¨ªan tomar dos decisiones. Dos malas decisiones. O bien Charisteas, Tsartas o Bryzas se pon¨ªan a regatear adversarios hasta perder la pelota liados en una interminable madeja verde o bien colgaban la pelota al ¨¢rea peque?a.
GRECIA 1 - IRLANDA 0
Grecia: Nikopolidis; Seitaridis, Fyssas, Dabizas (Nikolaidis, m. 46), Dellas, Antzas; Giannakopoulus, Tsartas, Basinas; Vryzas y Charisteas.
Irlanda del Norte: Taylor; Baird, Hughes, McCartney, Kennedy; Doherty (Murdock, m. 72), Griffin, Whitley, Gillespie (Smith, m. 60); Healy y M. Hughes.
Goles: 1-0. M. 69. Tsartas, de penalti cometido sobre Bryzas.
?rbitro: Lucilio Cardoso (Portugal). Amonest¨® a Charisteas, Taylor, Whitley y McCartney. Expuls¨® por roja directa a McCartney (m. 69).
Unos 15.000 espectadores en el estadio Apostolos Nikolaidis.
En alguna ocasi¨®n, muy espor¨¢dica, casi extraordinaria, los irlandeses consegu¨ªan acercarse a la porter¨ªa defendida por Nikopolidis. Generalmente ese avance se produjo por un pelotazo o un rebote que llegaba a los pies de Gillespie. ?ste, aguantaba con un estilo poco elegante pero efectivo la pelota y la met¨ªa a la banda derecha, desde donde Doherty se sac¨® un par de centros al ¨¢rea.
Dos cabezazos desviados y un c¨®rner fue el bot¨ªn de esa estrategia. Adem¨¢s de un contraataque p¨¦simamente interpretado, finalizado por Whitley de manera tan lastimosa que acab¨® resbalando antes de golpear al bal¨®n. Tambi¨¦n dispuso de otra ocasi¨®n antes de concluir el encuentro y cuando ya arrastraban el gol en contra.
Otra oportunidad que define con precisi¨®n el talento y el juego de los irlandeses. Whitley intent¨® centrar desde la banda izquierda, pero se cay¨® antes de golpear el bal¨®n. La pelota hizo un efecto extra?o y un defensor griego fue incapaz de despejar. Smith, completamente solo y a dos metros de la l¨ªnea de gol, mand¨® el bal¨®n varios cuerpos por encima del larguero.
Grecia, por su parte, tampoco estuvo mucho mejor y apenas dispuso de ocasiones de gol reales. S¨ª de muchos lanzamientos lejanos desde fuera del ¨¢rea. Pero s¨®lo la jugada que concluy¨® en el penalti sobre Bryzas se puede calificar de ocasi¨®n indiscutible. La vigilancia de los irlandeses, muy concentrados en dar dos pases seguidos tras sacar de banda, la aprovech¨® el delantero griego para escaparse solo hac¨ªa la porter¨ªa que defend¨ªa Taylor. McCartney le trab¨® por detr¨¢s cuando iba a disparar y Tsartas, ayer tan gris como el resto de sus compa?eros, se encarg¨® de marcar.
La selecci¨®n griega, con el marcador a favor y la clasificaci¨®n ya en el bolsillo, entretuvo la pelota con la intenci¨®n de dormir pl¨¢cidamente el partido hasta su conclusi¨®n. El gol a favor, aunque fuera de penalti y ante una selecci¨®n penosa, bastaba y sobraba.
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