Hagamos que pague la OPEP
Esta columna trata de la guerra de ideas, pero primero hablemos de los precios de la gasolina y de los todoterreno Hummer. Por si no se han enterado, la OPEP acaba de decidir recortar su producci¨®n de petr¨®leo para mantener elevados los precios de la gasolina. Supongo que ser¨ªa absurdo esperar que Arabia Saud¨ª o Kuwait usaran su influencia en la OPEP para mantener los precios bajos en una ¨¦poca en que las econom¨ªas occidentales luchan por salir de la recesi¨®n. Cada uno se ocupa de s¨ª mismo. ?Por qu¨¦ no lo hacemos nosotros? Se est¨¢ hablando mucho acerca de c¨®mo pagar la cuenta de 87.000 millones de d¨®lares por la reconstrucci¨®n de Irak. Yo digo: hagamos que la pague la OPEP, indirectamente. Pongamos un impuesto de un d¨®lar a cada gal¨®n (3,78 litros) de gasolina y llam¨¦moslo "impuesto patriota". Podr¨ªamos usar los ingresos recaudados -aproximadamente 110.000 millones de euros al a?o- para financiar la reconstrucci¨®n de Irak, y a¨²n quedar¨ªa de sobra para otras buenas obras.
La reconstrucci¨®n a largo plazo de Irak no necesita ninguna ayuda financiera extranjera
?sta es la l¨®gica: las dos cosas que m¨¢s odia la OPEP son la ca¨ªda de los precios del petr¨®leo y los impuestos sobre la gasolina, y el impuesto patriota promover¨ªa ambas. La raz¨®n por la que la OPEP odia los impuestos sobre la gasolina es que si alguien va a beneficiarse de que en la gasolinera los precios est¨¦n m¨¢s altos, quiere ser ella misma, no los pa¨ªses consumidores. A la OPEP le descompone el que los europeos paguen aproximadamente el doble por litro de gasolina que los estadounidenses, por los impuestos tan elevados que imponen sus gobiernos. Un impuesto de un d¨®lar por gal¨®n de gasolina, introducido paulatinamente, no s¨®lo generar¨ªa enormes ingresos (incluso con rebajas fiscales para aliviar la carga de la gente con ingresos bajos, de los agricultores y de los camioneros), sino que tambi¨¦n impulsar¨ªa enormemente el ahorro de energ¨ªa y reducir¨ªa las importaciones de petr¨®leo. No s¨®lo significar¨ªa que Arabia Saud¨ª dispondr¨ªa de menos dinero para transferir a los sacerdotes wahab¨ªes a fin de que extiendan su intolerante red por todo el mundo, sino que mejorar¨ªa radicalmente el prestigio de Estados Unidos en Europa, donde se sienten molestos con nosotros por el hecho de que seamos el mayor devorador de energ¨ªa del mundo.
El presidente Bush podr¨ªa incluso decir que este impuesto es la alternativa a Kioto que desde hace tanto tiempo lleva prometiendo, porque la cantidad de ahorro de energ¨ªa que generar¨ªa dar¨ªa como resultado una reducci¨®n mucho mayor del consumo de energ¨ªa y de las emisiones de gases de invernadero en Estados Unidos que todo lo que Kioto pueda haber establecido. En resumen, un impuesto que financie la democratizaci¨®n de Irak, les quite dinero a aquellos que lo utilizan para propagar ideas perjudiciales para nosotros, debilite a la OPEP, nos haga m¨¢s independientes en el aspecto energ¨¦tico, reduzca el d¨¦ficit y mejore de la noche a la ma?ana el concepto que el mundo tiene de nosotros -de ego¨ªstas patanes conductores de Hummer a buenos ciudadanos globales- ser¨ªa una verdadera ley patriota. (Tambi¨¦n animar¨ªa a Irak a no convertirse en otro pa¨ªs dependiente del petr¨®leo, y a crear en cambio una clase media aprendiendo a explotar la capacidad empresarial y la creatividad de su gente, no s¨®lo sus pozos de petr¨®leo.)
"Mientras no subamos los precios de la energ¨ªa no estaremos luchando verdaderamente contra el terrorismo, porque no estamos haciendo nada por negar a los pa¨ªses que financian a los terroristas el dinero que necesitan para destruirnos", opina el experto en energ¨ªa Philip K. Verleger, hijo. "Podr¨ªamos usar el aumento de ingresos para financiar un verdadero Proyecto Manhattan que reduzca a la mitad el consumo estadounidense de petr¨®leo en 2007, y de esa forma hacer que la OPEP se convierta en una organizaci¨®n irrelevante. ?sa ser¨ªa una medida verdaderamente patri¨®tica".
S¨ª, s¨ª, ya s¨¦ que el equipo de Bush nunca se plantear¨ªa siquiera imponer ese impuesto. Pero ¨¦se es mi argumento. Si tenemos un Gobierno que ni siquiera est¨¢ dispuesto a emprender la senda obviamente m¨¢s correcta -un impuesto sobre la gasolina- que producir¨ªa tantos beneficios estrat¨¦gicos, econ¨®micos y pol¨ªticos para Estados Unidos, ?c¨®mo vamos a ganar esta guerra a largo plazo? Porque esta guerra contra el terrorismo no es simplemente una lucha militar. ?sa es la parte f¨¢cil. M¨¢s importante es la guerra de ideas. Y para ganar una guerra de ideas necesitamos hacer dos cosas: primero, asociarnos con los iraqu¨ªes para crear en el seno del mundo ¨¢rabe musulm¨¢n un modelo libre, abierto y progresista, que promueva ideas de tolerancia, pluralismo y democratizaci¨®n. Pero, en segundo lugar, e igual de importante, necesitamos ser nosotros mismos un ejemplo, para conseguir que otros -tanto aliados en potencia como adversarios recalcitrantes- entren en nuestra guerra y crean que no s¨®lo queremos beneficiarnos o protegernos a nosotros mismos, sino que lo que realmente pretendemos es arreglar el mundo. Desgraciadamente, este presidente -por razones ideol¨®gicas, por aquellos con los que est¨¢ econ¨®micamente en deuda, y porque sabe que los estadounidenses nunca pidieron esta guerra, de forma que no les puede exigir mucho- no instar¨¢ al pueblo de EE UU a dar ese ejemplo. No nos animar¨¢ a hacer lo posible por ser buenos ciudadanos del mundo. El grito de guerra de Bush es: "Haz lo que decimos, no lo que hacemos. Las buenas ideas para los iraqu¨ªes, la gula para los estadounidenses". Eso est¨¢ muy mal. Puede que no consigamos sacar de esta guerra un Irak mejor, pero al menos asegur¨¦monos de que sacamos un EE UU mejor.
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