"Me impresiona el misticismo del Papa"
El cardenal Juli¨¢n Herranz, doctor en Psiquiatr¨ªa y en Derecho, pertenece a la Curia desde 1960. Ha trabajado con Juan Pablo II durante los 25 a?os de su pontificado. Como nuevo miembro del Colegio cardenalicio, participar¨¢ en la elecci¨®n del pr¨®ximo Papa.
Pregunta. Juan Pablo II ha sido un papa viajero, peregrino. Aparentemente, se ha ocupado m¨¢s de la misi¨®n evangelizadora que de la gesti¨®n del Vaticano.
Respuesta. Se da mucha importancia en los medios a los viajes del Papa, m¨¢s de cien; a los miles de personas que ha encontrado, a las docenas de documentos doctrinales que ha promulgado. Pero hay otra actividad enorme de la que no se habla y que est¨¢ en el origen de todo eso: la cantidad de horas que Juan Pablo II ha pasado rezando ante el Sagrario. De mi experiencia en el trato personal con ¨¦l me impresiona su misticismo. Es un hombre que vive en continua uni¨®n con Dios. No s¨®lo es vicario de Cristo: quiere encarnar a Cristo en las palabras, en la ense?anza, en los gestos, y para m¨ª esa dimensi¨®n m¨ªstica es la fuente de toda su energ¨ªa apost¨®lica y misionera.
"Hay que preocuparse por las v¨ªctimas de pederastia, pero tambi¨¦n por el acusado"
"Me pescaron pintando en la Castellana: 'Viva la revoluci¨®n agraria en Andaluc¨ªa"
"Una escolta dijo que el Papa tiene m¨¢s fuerza de atracci¨®n que los Rolling Stones"
P. Es un Papa no italiano y no perteneciente a la Curia. ?En qu¨¦ ha hecho cambiar la Iglesia?
R. M¨¢s que cambiar, ha subrayado algunos aspectos fundamentales. La misi¨®n de la Iglesia, confiada por Cristo a los ap¨®stoles, es llevar al mundo el mensaje de salvaci¨®n. Y eso lo destac¨® desde el principio Juan Pablo II. Aqu¨ª, en esta plaza de San Pedro, en su primer discurso, dijo: "Abrid las puertas a Cristo, no teng¨¢is miedo". No ha hecho otra cosa en estos 25 a?os que anunciar Cristo al mundo. Al Papa le gusta subrayar la armon¨ªa entre raz¨®n y fe, que se complementan. Y ha obtenido la admiraci¨®n general. En su ¨²ltimo discurso ante la ONU fue aplaudido cinco minutos, porque hab¨ªa tocado el fondo de la gran preocupaci¨®n de los hombres: ?qu¨¦ va a ser del futuro de la Humanidad? El hombre ha sido creado libre, Dios le deja libertad. El Papa explica que esa libertad hay que defenderla, que esa libertad, que permite a la inteligencia crear tantas maravillas, no puede divorciarse de la verdad sobre el hombre, sobre sus derechos y deberes. Juan Pablo II ha respaldado siempre la Declaraci¨®n Universal de los Derechos del Hombre. ?sa es la grandeza del pontificado de Juan Pablo II, e incidir¨¢ mucho en todos los pontificados futuros, porque ha trasladado al mensaje de Cristo todo lo que se fragu¨® en el siglo XX.
P. Karol Wojtyla se ha convertido en un referente moral y ha asumido un enorme protagonismo pol¨ªtico, desde su lucha contra el comunismo a su oposici¨®n a la guerra en Irak. ?Ser¨¢ capaz de asumir ese protagonismo su sucesor?
R. As¨ª ser¨¢, por el bien de la humanidad. El Papa ama la Iglesia como cuerpo m¨ªstico de Cristo, pero ama toda la humanidad porque por esa humanidad muri¨® Cristo. Ha dado un gran empuje al movimiento ecum¨¦nico para lograr la unidad de los cristianos, superando dificultades ancestrales, pidiendo perd¨®n como hacen quienes aman. El Papa afirma que la religi¨®n nunca puede ser motivo para hacer la guerra. A lo largo de la historia ese principio no siempre ha sido respetado, pero tiene que serlo en el futuro. Juan Pablo II posee la fuerza de atracci¨®n de sus cualidades humanas excepcionales, pero en la ra¨ªz est¨¢ el mensaje de Cristo. Que ofrece una visi¨®n alta del amor humano, que supone darse de verdad, entregarse al otro, m¨¢s all¨¢ del puro sexo animal. Y ah¨ª est¨¢ el secreto, tambi¨¦n, de su afinidad con la gente joven. Yo le acompa?¨¦, con otros de la Curia, en su reciente viaje a Espa?a. Se le ve¨ªa feliz. Uno de los polic¨ªas de escolta, una mujer, exclam¨®: "?Este Papa tiene m¨¢s fuerza de atracci¨®n ante los j¨®venes que los Rolling Stones!". Le coment¨¦ a la agente que el Papa no cantaba ni tocaba la guitarra. Y ella dijo: "No, pero hace sonar una musiquilla dentro". Es la "musiquilla" de los valores que la gente joven tiene en el alma, en mayor medida que los adultos. Juan Pablo II exige a los j¨®venes solidaridad, generosidad, amplitud de miras. En Cuatro Vientos, un mill¨®n de personas empez¨® a gritar: "?El Papa es joven!". Es cierto: la edad de las personas no la dan los a?os, sino la capacidad de amar. El joven ama. Ama la vida. El Papa ama. Hace de su vida una donaci¨®n, lo vemos diariamente por televisi¨®n, se da hasta m¨¢s no poder. Y la juventud lo entiende. ?sa es la fuerza de este Papa, ese gran viejo, tan joven.
P. En su pontificado II ha habido tambi¨¦n crisis. Una, muy grave, la abierta en Estados Unidos por una serie de casos de pederastia en el clero. Usted preside el consejo pontificio del Derecho Can¨®nico. ?Dispone la Iglesia de mecanismos preventivos y punitivos para evitar esas cosas?
R. Eso hay que contemplarlo con objetividad, porque el problema se refiere a una parte m¨ªnima del clero de Estados Unidos. La inmensa mayor¨ªa de los sacerdotes estadounidenses son magn¨ªficos y muy queridos. Los casos de pederastia producen un dolor enorme y la Iglesia ha intervenido, con todas las exigencias del Derecho. No vamos a extendernos en los mecanismos can¨®nicos, pero son muy claros. Ese delito est¨¢ sancionado con la pena m¨¢s grave que se puede imponer a un cl¨¦rigo: la expulsi¨®n del estado clerical. En los casos que usted se?ala, se llega a esa sanci¨®n si hay pruebas. ?sa es otra cuesti¨®n a tener en cuenta. Hay que preocuparse por las v¨ªctimas, pero tambi¨¦n por el acusado, para que tenga la posibilidad de defenderse.
P. ?Se actu¨® correctamente en Estados Unidos? ?No se reaccion¨® con demasiada lentitud?
R. Pudo haber descuido en alg¨²n sitio, quiz¨¢ no se actu¨® con suficiente rapidez. Pero hay que tener en cuenta que en Estados Unidos no son inusuales las acusaciones montadas por intereses de determinados grupos. No se debe difamar a una persona, y la peor difamaci¨®n que puede sufrir un sacerdote es que se diga que ha abusado sexualmente de un ni?o. Equivale a destruirle moralmente. El derecho y la teolog¨ªa de la Iglesia son suficientes para prevenir y reprimir esos delitos. Pero comprenda que no todos aman a la Iglesia Cat¨®lica en EEUU, que hay determinados grupos que hacen lo posible por enfangar la imagen del sacerdocio cat¨®lico ante la opini¨®n p¨²blica.
P. Quiz¨¢ para usted la mayor alegr¨ªa de estos 25 a?os fue la santificaci¨®n de Josemar¨ªa Escriv¨¢ de Balaguer, con quien convivi¨® y trabaj¨® muchos a?os.
R. Viv¨ª 22 a?os con ¨¦l, y desde el primer d¨ªa, desde que le conoc¨ª, v¨ª en ¨¦l a un santo. Esto puede parecer demasiado tajante o injustificado. Pero percib¨ª en ¨¦l una serie de manifestaciones de fe heroica y de continua uni¨®n a Dios. Mire, el d¨ªa en que le conoc¨ª hab¨ªa fallecido un chico joven que viv¨ªa con nosotros en la residencia y ¨¦l entr¨® en la habitaci¨®n con todo el dolor de un padre al que se le ha muerto un hijo. El sufrimiento se reflejaba en su rostro. Se puso de rodillas, bes¨® al chico en la frente, rezamos un responso y, luego, saliendo de la habitaci¨®n, su rostro se transform¨®, empez¨® a sonre¨ªr. Y dijo: "Sonr¨ªo porque este hermano vuestro ha ganado la ¨²ltima batalla, ha consumido su vida cumpliendo la voluntad de Dios". Vi reflejadas en ¨¦l dos dimensiones, humana y divina, que me enamoran de la humanidad de Cristo: perfectus Deus y perfectus homo, perfecto Dios y perfecto hombre. Le voy a decir una cosa, el otro d¨ªa le¨ª en un peri¨®dico una frase, una exclamaci¨®n gozosa que se le atribu¨ªa y que era absolutamente falsa: "?Nos han hecho ministros!". Yo le escuch¨¦ justamente lo contrario. Cuando Alberto Ullastres fue nombrado ministro, en 1957 si no me equivoco, yo estaba con monse?or Escriv¨¢ al saberse la noticia. ?Sabe lo que coment¨®? "Que hayan hecho ministro a este hijo m¨ªo no me importa nada, lo que me importa es que sea santo. Tengo hijos que son barrenderos, y un barrendero puede dar tanta gloria a Dios como un ministro".
P. Esa frase que cita se ha publicado muchas veces, y recientemente en EL PA?S.
R. Yo no quiero criticar a ning¨²n peri¨®dico. Pero esa frase no es verdad y me apena mucho.
P. Sin embargo, suele atribuirse al Opus Dei voluntad de poder y de influencia. ?Cu¨¢l ser¨ªa la explicaci¨®n?
R. Dir¨ªa que hay dos razones. Una, que los focos se encienden para iluminar a las personas que ocupan puestos de relieve en la sociedad, en el mundo econ¨®mico, universitario y pol¨ªtico. En cambio, no se encienden para esa otra multitud de miembros del Opus Dei cuya actividad brilla menos: profesionales, artistas, obreros, campesinos. La segunda raz¨®n es que hay quienes no comprenden la libertad pol¨ªtica y la libertad en cuestiones temporales de los miembros de la Prelatura. A m¨ª siempre me impresion¨® la diversidad de tendencias pol¨ªticas dentro del Opus Dei. Cuando llegu¨¦ al Opus ten¨ªa la personalidad bastante hecha, ten¨ªa 20 a?os, hab¨ªa dirigido en Madrid una revista universitaria... Por citarle algo anecd¨®tico, termin¨¦ una noche en la Direcci¨®n General de Seguridad porque me pescaron cuando pintaba con otros estudiantes grandes carteles en La Castellana con la frase "Viva la revoluci¨®n agraria en Andaluc¨ªa". En el Opus hab¨ªa una gran libertad en todo lo opinable. Hay un com¨²n denominador de verdades en el cual se forman muy bien todos los miembros del Opus Dei, el com¨²n denominador en el que insiste tanto Juan Pablo II: son las exigencias de la doctrina social de la Iglesia para defender la vida, el matrimonio, la libertad de ense?anza, la patria potestad, la ¨¦tica en la econom¨ªa, la igualdad de todos los hombres...Ah¨ª, todos tienen que estar de acuerdo. Pero no s¨®lo los miembros del Opus Dei: absolutamente todos los cat¨®licos.
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