Un papado itinerante
China y Rusia, 'asignaturas pendientes' en la particular vuelta al mundo de Juan Pablo II
La sola enumeraci¨®n de los pa¨ªses que ha visitado Juan Pablo II en 25 a?os de Pontificado resulta un ejercicio agotador. Nada menos que 129 naciones en 102 viajes internacionales (los desplazamientos dentro de Italia no se cuentan). Hasta el punto de que podr¨ªa decirse que el suyo ha sido un pontificado itinerante. En la infinita lista de pa¨ªses visitados no figuran, sin embargo, ni Rusia ni China, pese a los muchos esfuerzos realizados por el Vaticano.
A los cuatro meses de su elecci¨®n como Papa, Karol Wojtyla emprendi¨® su primera visita oficial, a la Rep¨²blica Dominicana, M¨¦xico y Bahamas, en enero de 1979. El Papa no quer¨ªa convertirse en un funcionario religioso, quer¨ªa ser un misionero y M¨¦xico, con sus casi cien millones de habitantes, cat¨®licos en su mayor¨ªa, era un destino perfecto. Pocos meses despu¨¦s le toc¨® el turno a Polonia, su patria. El r¨¦gimen pro sovi¨¦tico de Varsovia le acogi¨® con comprensible aprensi¨®n. Los discursos de Wojtyla, entonces pleno de fuerza y energ¨ªa, provocaron un vendaval que tendr¨ªa consecuencias fatales para los reg¨ªmenes comunistas de la Europa del Este. El apoyo del Papa al sindicato cat¨®lico Solidaridad fue absoluto. El movimiento de protesta iniciado en Polonia terminar¨ªa diez a?os despu¨¦s con la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn y el derrumbamiento poco despu¨¦s de la Uni¨®n Sovi¨¦tica.
A?os despu¨¦s, Wojtyla que ha visitado numerosas veces su pa¨ªs como Papa, se ha visto obligado a criticar en sus discursos los excesos consumistas de una sociedad que ha sufrido duramente la transici¨®n al capitalismo. Pero en aquellos momentos, el comunismo era el enemigo a batir, y Juan Pablo II puso en ello todas sus energ¨ªas. El programa que el Papa se hab¨ªa trazado qued¨® interrumpido abruptamente el 13 de mayo de 1981 cuando un joven turco, Al¨ª Agca, le dispar¨® casi a quemarropa en la plaza de San Pedro del Vaticano. Wojtyla, que respond¨ªa a los saludos de la multitud, a bordo del Papam¨®vil, fue alcanzado de plano. El atentado sigue siendo uno de los episodios m¨¢s misteriosos de la reciente historia vaticana. Detr¨¢s de Agca, un extremista de ultraderecha muchos vieron la mano de los servicios secretos sovi¨¦ticos, a trav¨¦s de sus aliados b¨²lgaros. Wojtyla rechaz¨® siempre esa hip¨®tesis y en su reciente visita a Bulgaria, la primavera de 2002, exculp¨® a los b¨²lgaros de cualquier sombra de culpa en este suceso.
Pese a la gravedad de las heridas sufridas en el atentado, el Papa se restableci¨® pronto y fue capaz de reanudar sus viajes ese mismo a?o. Con la salud minada Juan Pablo II ha seguido adelante con su misi¨®n. Ha estrechado la mano de dictadores, l¨ªderes populistas de dudoso pedigr¨ª democr¨¢tico, y de pol¨ªticos anticat¨®licos. Su visita a Cuba, en enero de 1998, ha pasado a la historia como uno de los momentos estelares de su pontificado. A cambio de mayor tolerancia para la Iglesia local, Wojtyla se pase¨® por la isla acompa?ado por Fidel Castro y evit¨® condenar en sus discursos al r¨¦gimen castrista. La pol¨ªtica de conciliaci¨®n le llev¨® tambi¨¦n, en marzo de 2000, a visitar Israel y los territorios bajo la Autoridad Nacional Palestina. Era la primera visita oficial de un Papa al Estado jud¨ªo, aunque Pablo VI hab¨ªa viajado a Jerusal¨¦n, lo hab¨ªa hecho sin mencionar siquiera en su discurso el nombre del pa¨ªs.
El avi¨®n papal ha aterrizado en los aeropuertos de casi todo el mundo, pero hay lagunas importantes en este itinerario wojtyliano. Ni Rusia ni China han consentido que el Papa ponga pie en sus territorios. La intransigencia del patriarca de Mosc¨², por un lado, y la feroz oposici¨®n del r¨¦gimen chino, por otro, han sido inconvenientes insalvables. Juan Pablo II ha tenido que renunciar a este ¨²ltimo sue?o.
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