Oleadas
Me niego a admitir que no haya soluci¨®n a la entrada ilegal de inmigrantes por aguas del Estrecho o de cualquier otro punto del litoral espa?ol. Y me niego a admitir que la culpa sea, principalmente, del Gobierno de Marruecos, como se dice. Las oleadas de inmigrantes llegadas en los ¨²ltimos d¨ªas, incluidas madres embarazadas y beb¨¦s de pocos meses, evidencian que el problema va a peor. El mi¨¦rcoles pasado fue tremendo. La segunda oleada m¨¢s grande de las registradas este a?o y todos los grupos de asistencia se vieron desbordados, teniendo que recurrir a la poblaci¨®n y pedir ropa, comida y mantas. La Ley de Extranjer¨ªa, reformada en tantas ocasiones en tan poco espacio de tiempo, ha evidenciado que no soluciona este drama.
Ya no llegan en pateras casi artesanales, aunque haya desesperados que se lancen al mar en neum¨¢ticos de cami¨®n, sino que se trata de embarcaciones que admiten a m¨¢s de medio centenar de personas. Y estas embarcaciones, l¨®gicamente, no se pueden ocultar en cualquier sitio. Y es aqu¨ª donde hay que pedirle al Gobierno de Marruecos mayor control y medidas m¨¢s duras contra las mafias que explotan la necesidad de quienes huyen del hambre y la miseria.
No se entiende que en T¨¢nger, Tetu¨¢n, Cabo Negro y otros puntos del litoral marroqu¨ª se oculten durante siete o diez d¨ªas quienes luego cruzan las aguas del Estrecho, sin que la polic¨ªa los descubra. Por mucho que lo quieran negar las autoridades de Rabat, estas mafias tienen ciertos apoyos internos que est¨¢ haciendo rico a m¨¢s de un funcionario.
Pero Espa?a no debe cerrar los ojos y mirar a otro lado, como tampoco la Uni¨®n Europea. No se puede soportar por m¨¢s tiempo una situaci¨®n que, adem¨¢s, viene dejando un reguero de muertos en aguas del Estrecho. Madrid y Rabat deben encontrar soluciones factibles. No valen meras intenciones o promesas que no siempre se pueden cumplir.
Tanto Madrid, pero sobre todo la Uni¨®n Europea, tienen suficientes medios para obligar al Gobierno de Mohamed VI a controlar y eliminar estas mafias y a quienes las promueven. Aunque sigo pensando que la mejor medida es que Europa ayude a Marruecos en su desarrollo y creaci¨®n de empleo.
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