Noche crom¨¢tica
El jueves por la noche, Yoko Taira dej¨® de ser una promesa. Su debut como core¨®grafa de la Compa?¨ªa Nacional de Danza es una consecuencia l¨®gica de su evoluci¨®n dentro de la agrupaci¨®n que dirige Nacho Duato, en la que fue, primero, bailarina; m¨¢s tarde, repetidora, y finalmente, creadora.
En las obras que hab¨ªa estrenado con el ap¨¦ndice juvenil de la agrupaci¨®n, la CND2, despuntaba ya el talento y la sensibilidad que estallan en esta obra de emociones desbordadas que es Nasciturus.
Desde su danza, la joven asturiano-nipona se hace preguntas trascendentales acerca del amor, la sexualidad, la maternidad y el nacimiento. Preguntas acerca de la vida. Y aunque no tiene respuestas, con su imagen final, ese ni?o encantador que saluda desde la pantalla parece querer convencernos de que el ser humano es un milagro, no importa c¨®mo ni por qu¨¦.
Compa?¨ªa Nacional de Danza
Director art¨ªstico: Nacho Duato. Programa: Nasciturus (Yoko Taira / Varios autores, estreno mundial). Cuarteto n¨²mero 8 (?rjan Andersson / Shostak¨®vich, 2001, estreno en Espa?a). Tabulae (Nacho Duato / Alberto Iglesias, 1994). Teatro de la Zarzuela (Madrid). Jueves 16 de octubre de 2003.
De blanco cegador arranca la obra, y progresivamente va convirti¨¦ndose en una femenina explosi¨®n crom¨¢tica, una esc¨¦nica celebraci¨®n de la vida francamente conmovedora, en la que los hombres permanecen blancos orbitando alrededor de ellas, sin por ello ser una obra feminista.
Entretanto, un v¨ªdeo de im¨¢genes inicialmente abstractas va avanzando hacia la definici¨®n de coloridos objetos concretos, en armon¨ªa con el discurso. A pesar de la escena del hospital, que chirr¨ªa dentro del conjunto, la obra transcurre con una sosegada placidez que invita a la concentraci¨®n y convoca a las emociones m¨¢s aut¨¦nticas, lo cual no es poco decir en el debut de una creadora con una compa?¨ªa profesional.
Inquietante navajazo
En brutal contraste, Cuarteto n¨²mero 8, del core¨®grafo sueco ?rjan Andersson, es una obra fr¨ªa, racional, milim¨¦trica y cortante como un navajazo. La propuesta es abstracta, de oscuras pulsaciones, y suple su ausencia de emociones con una lograda atm¨®sfera inquietante. No hay concesiones en esta pieza fascinante y dif¨ªcil, que alcanza velocidad de v¨¦rtigo con esos 12 bailarines que, a momentos, parecen mil.
La precisi¨®n es m¨¦rito importante de la pieza y la m¨²sica alucinada de Shostak¨®vich marca el ritmo fustigante al que los bailarines responden con asombrosa sinton¨ªa. Lo crom¨¢tico tampoco es secundario. Los colores ocres, el rojo oscuro, juegan fundamental papel en esta propuesta cercana a la pl¨¢stica, con reconocida y notoria influencia del pintor Mark Rothko, investigador de los vol¨²menes.
Core¨®grafo poco conocido por estos lados, Andersson es artista al que habr¨ªa que seguir la pista. Procedente de la compa?¨ªa israel¨ª Batsheva Dance Company, tiene desde 1996 su propia compa?¨ªa.
Oscuros tambi¨¦n son los colores de Tabulae. No es de extra?ar que Nacho Duato decida reponer esta obra, gema brillante de su repertorio, y una de sus fruct¨ªferas relaciones con el compositor Alberto Iglesias, que cre¨® una partitura emocionante que no es desperdiciada desde la escena. La fusi¨®n movimiento-m¨²sica es indisociable de la propuesta, una caracter¨ªstica que, a su vez, es una constante en Duato.
Pero aqu¨ª el tono es m¨¢s bien solemne y el gesto, decididamente ritual. Visualmente sugerente y estudiada, es una pieza complicada de bailar, especialmente por esos entramados de virtuoso movimiento que los int¨¦rpretes resuelven con la eficacia de costumbre.
La compa?¨ªa luce caras nuevas, bailarines reci¨¦n incorporados, de vers¨¢tiles cuerpos, que saben estar a la altura de las exigencias, destacando el grupo masculino en la pieza de Andersson y todo el conjunto en ¨¦sta de Duato.
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