Un teatro que sue?a

A finales de los a?os setenta, un grupo de artistas independientes, hu¨¦rfanos de cualquier escuela y m¨¦todo, decidieron fundar en Jerez una compa?¨ªa teatral. Su prop¨®sito era despojar a la escena de todo academicismo y todo estereotipo, y hacer un teatro de ra¨ªces con un lenguaje espec¨ªfico.

Naci¨® as¨ª La Zaranda, teatro inestable de Andaluc¨ªa la Baja, con el concurso de tres actores, Gaspar Campuzano y los hermanos Paco y Juan S¨¢nchez, que escribi¨® y dirigi¨® los primeros montajes. Lo que empez¨® como aventura incierta acaba de cumplir 25 a?os sobre las tablas y ha cosechado aplausos en todo el mundo. "Viv¨ª aquello con la edad que ten¨ªa", recuerda Campuzano. "Uno lee revistas de teatro, tiene la cabeza llena de fantas¨ªas, vive como en el poema de Machado, 'so?ando caminos de la tarde...' pensando a ver d¨®nde puede uno llegar".

Se sucedieron los primeros, discretos estrenos: Esconde las gallinas que vienen los c¨®micos, Oj¨², oj¨², oj¨², Los tinglaos de Maricasta?a, un homenaje al poeta Julio Mariscal... Pero ser¨ªa con Mariameneo, mariameneo (1985) cuando se le abrieran a La Zaranda las puertas del p¨²blico internacional.

El entonces director del Festival Iberamericano (FIT) de C¨¢diz, Juan Margallo, se empe?¨® en incluir este montaje en el programa ya cerrado, y el cr¨ªtico Rub¨¦n Castillo, que se hallaba entre el p¨²blico, se los llev¨® a Uruguay. All¨ª comenz¨® la expansi¨®n de La Zaranda por los principales festivales de Am¨¦rica Latina, y m¨¢s tarde Estados Unidos, Alemania, Francia, B¨¦lgica...

"Entonces ni nos lo cre¨ªamos", asegura Campuzano. "Con los a?os, hemos tenido que volver a bucear en nuestros sue?os. No nos gusta decir 'En mis tiempos...'. Nuestros tiempos son los que estamos viviendo ahora, para nosotros s¨®lo hay presente".

Los siguientes ¨¦xitos del grupo, El corral de San Ant¨®n de las moscas (1987) y, sobre todo, Vinagre de Jerez (1989) fueron clamorosos en todos los escenarios de habla hispana. Es a partir de ese momento cuando Juan S¨¢nchez abandona el grupo y se incorpora un joven dramaturgo, Eusebio Calonge. "Cuando llegu¨¦ a La Zaranda, ¨¦sta ten¨ªa ya un claro camino emprendido", comenta. No obstante, la aportaci¨®n de los textos de Calonge supone ya casi media vida de la compa?¨ªa: Perdonen la Tristeza (1992), Obra P¨®stuma (1995), Cuando la Vida Eterna Se Acabe (1997), La Puerta Estrecha (2000) y Ni Sombra De Lo Que Fuimos, que se presentar¨¢ el pr¨®ximo mi¨¦rcoles en el FIT, llevan su firma.

"Lo que verdaderamente persegu¨ªa y persigue el grupo son los misterios que encierra el gran secreto de la existencia: ese soplo de vida y de muerte, de presentimientos y de nostalgias, es decir, la presencia del infinito. Intentando abrir un sendero entre el espectador y su alma", asegura Calonge. "Para ello, trabajamos siempre desde nuestra memoria ¨ªntima, mostrando la po¨¦tica de unos personajes acorralados en sus destinos".

?Cu¨¢l es la meta de la Zaranda? Gaspar Campuzano vuelve a echar mano de Machado para esbozar una respuesta: "Hacer camino al andar. Estar aqu¨ª para algo, para darse. No existir en vano y hacer las cosas para siempre".