Re¨ªrse de uno mismo
Conviene decirlo de entrada, para evitar equ¨ªvocos: con sus concesiones a los modos contempor¨¢neos del cine de acci¨®n y su gusto por la hip¨¦rbole y la desmesura, sus situaciones improbables y sus villanos de opereta, Hollywood homicide no pasar¨¢ seguramente a la historia del g¨¦nero criminal, al que se afilia a pesar de que su apariencia no deja de ser la de una comedia de situaciones desopilantes, una buddy movie de poli veterano y jovencito principiante como hay mil, desde Arma letal hasta Dos polic¨ªas rebeldes, por poner s¨®lo dos ejemplos contempor¨¢neos. De los que, por cierto, no se aleja mucho en lo que hace a lo que antes se llamaba el "procedimiento", la m¨¢s o menos minuciosa narraci¨®n de la materia criminal propiamente dicha que la pel¨ªcula afronta.
HOLLYWOOD: DEPARTAMENTO DE HOMICIDIOS
Direcci¨®n: Ron Shelton. Int¨¦rpretes: Harrison Ford, Josh Hartnett, Lena Olin, Bruce Greenwood, Isaiah Washington, Lolita Davidovich. G¨¦nero: comedia criminal, EE UU, 2003. Duraci¨®n: 111 minutos.
Lo que hace que, a pesar de todo, pueda ser mirada de otra manera, y que incluso se extraiga de ella un inopinado beneficio c¨®mico est¨¢ en otra parte: en la ins¨®lita capacidad que tiene el gui¨®n, escrito por el propio director y por Robert Souza, de tomar el pelo a su principal gancho, que no es otro que Harrison Ford. Y la habilidad de ¨¦ste para encajar con toda elegancia la tunda de bofetadas que caen sin cesar sobre su m¨¢s aquilatado arquetipo cinematogr¨¢fico, el h¨¦roe de una pieza aunque un tanto ir¨®nico; el donju¨¢n irresistible, a pesar del paso inexorable de los a?os, de las d¨¦cadas, en realidad.
O dicho de otra manera, que lo que menos importa en un filme como Hollywood homicide es qu¨¦ hacen sus protagonistas por la restauraci¨®n del orden, y lo que m¨¢s, qui¨¦nes son y c¨®mo se comportan sus criaturas. De ah¨ª sale la comicidad: del hecho de que Ford sea no s¨®lo un (moderadamente) eficaz polic¨ªa, sino de que se dedique, en sus ratos libres, pero a veces desgraciadamente tambi¨¦n durante el desempe?o de sus funciones, a la venta inmobiliaria; y de que su joven acompa?ante (un Hartnett que jam¨¢s le pierde la cara a su experimentado partenaire) tenga no ya su can¨®nico empleo como agente del orden, sino tambi¨¦n ¨ªnfulas de actor, y que se dedique a dar clases privadas de meditaci¨®n a mujeres m¨¢s o menos ricas y atractivas..., lo que se dice dos verdaderos pluriempleados.
Lucimiento de Ford
A tenor de lo expuesto, de m¨¢s est¨¢ decir que Hollywood homicide no es m¨¢s -pero tampoco menos- que un inmenso veh¨ªculo para el lucimiento del gran Harrison Ford, a quien el gui¨®n le obliga a hacer piruetas, echar carreras y ponerse como unos zorros. De sus aquilatadas habilidades de amante s¨®lo quedan en pie los restos -y el propio personaje se lo recuerda a su acompa?ante-; pero, a pesar de todo, el actor da un verdadero recital de saber estar, de autoiron¨ªa, de inmenso talento. Con tales personajes, se comprender¨¢ igualmente que la administraci¨®n del orden salga malparada, aunque eso est¨¢ en la l¨®gica contempor¨¢nea de un g¨¦nero que parece harto de hablar de polic¨ªas heroicos y de delincuentes astutos, y de cuando en cuando orienta sus tiros hacia estas peculiares operaciones de desmontaje de la estrella. Y tal vez sea ¨¦sta una de las ¨²ltimas veces que el veterano actor ejerza sus aquilatadas dotes de gal¨¢n... porque el tiempo jam¨¢s pasa en balde, como Shelton se encarga de dejar tan palmariamente claro.
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