No hay novedad...
En estas tristes v¨ªsperas electorales, la ¨²nica nota de humor la puso el catalanista Artur Mas y el episodio me lleva a evocar una vieja lectura. All¨¢ por los a?os cincuenta, en aquel Pulgarcito de Escobar y su Carpanta, uno de tantos entre sus personajes tragic¨®micos se cre¨ªa por un momento Napole¨®n y proclamaba sus grandiosos objetivos: "?Esta vez ser¨¦ audaz, con un mill¨®n de infantes ocupar¨¦ Andorra!". Ahora el heredero de Pujol intenta hacer realidad la gesta so?ada por Carioco, evitando que el principado pirenaico se limite a servir de para¨ªso fiscal, para convertirse en el glorioso refugio de los anhelos de cientos de miles de nacionalistas, los cuales bajo los colores de Andorra escapar¨ªan a la insufrible pertenencia a una selecci¨®n espa?ola. L¨¢stima que el COI haya frustrado el intento.
Lo que no va a frustrarse es la presentaci¨®n del texto articulado correspondiente al plan Ibarretxe, visto por sus promotores como la revancha definitiva a la inserci¨®n de las provincias vascas en el marco constitucional espa?ol que representara la ley de 25 de octubre de 1839. Si entonces, en la interpretaci¨®n de Sabino Arana, fue suprimida la supuesta independencia vasca, ahora se reanuda en serio el camino de su recuperaci¨®n. Pasqual Maragall, de quien lamento discrepar tantas veces, afirma en TVE que el plan Ibarretxe no va a ninguna parte y que lo necesario es dejar tranquilos a los vascos, es decir, que desde fuera de Euskadi se mire con respeto reverente lo que all¨ª sucede. "Utzi paken Euskal Herriari!", "?Dejad en paz al Pa¨ªs Vasco!", que cantaba Urko en la transici¨®n. S¨®lo que una vez que la acci¨®n criminal de ETA ha sido reducida al m¨ªnimo desde el Estado de derecho y que toda la perturbaci¨®n procede de un proyecto pol¨ªtico dispuesto a partir a la sociedad vasca en dos con tal de alcanzar el triunfo definitivo del nacionalismo, tal vez ser¨ªa mejor dirigir la recomendaci¨®n al Gobierno vasco y no a quienes le critican en nombre de la democracia.
El hecho es que la decisi¨®n que adoptar¨¢ ma?ana el Gobierno vasco supone mucho m¨¢s que la puesta en marcha de una reforma radical del Estatuto: es la expresi¨®n inequ¨ªvoca en el plano normativo de la voluntad de establecer un poder constituyente vasco por encima y en contra de la legalidad constitucional vigente. Un poder leg¨ªtimo se vuelve contra la fuente de su propia legitimidad. El recurso a los eufemismos no debe enga?ar a nadie. Presentar el plan Ibarretxe como una invitaci¨®n "amable" o como "un proyecto de convivencia" tiene la misma carga de falsificaci¨®n que la etiqueta colocada por los nazis a su ley de plenos poderes de 1933 como "ley para la lucha contra la miseria del pueblo y del Estado". Ese 24 de marzo tuvo de hecho lugar la abolici¨®n de la Constituci¨®n de Weimar. Este 25 de octubre pone en marcha la ofensiva del Gobierno de Vitoria contra la Constituci¨®n de 1978 y contra el Estatuto de Gernika.
Por otra parte, mal va a facilitar la soluci¨®n del problema vasco que aqu¨ª y ahora los pol¨ªticos catalanes emprendan la superaci¨®n de su propio Estatuto. Flojo argumento es la necesidad de hablar del euro como moneda en la Constituci¨®n espa?ola o enumerar "los pueblos de Espa?a", cosas por las que nadie en Europa piensa reformar sus Constituciones, ni lo esencial en Catalu?a es incluir la educaci¨®n o la seguridad en el nuevo Estatuto: lo que contar¨¢ es la proyecci¨®n pol¨ªtica dada a la afirmaci¨®n de Catalu?a en tanto que naci¨®n ¨²nica, con la consideraci¨®n de Espa?a como naci¨®n de naciones en el desv¨¢n, y el contenido de la organizaci¨®n estatal resultante tras aceptar la presi¨®n de los nacionalistas catalanes profesos o encubiertos.
El gesto tranquilo de los l¨ªderes catalanistas parece desechar toda conmoci¨®n, incluso al hablar de Euskadi. Es como aquella siniestra canci¨®n de los a?os cuarenta, No hay novedad, se?ora baronesa. La gravedad de los problemas nada importa. El poder permanece. Ahora bien, lo mismo puede predicarse, con mayor raz¨®n a¨²n, de un PP dispuesto a conservar el poder en Madrid sobre las ruinas de la democracia y a machacar a un PSOE que se ha ganado buena parte de su castigo. Pero resulta de una formidable miop¨ªa que Aznar no perciba hasta qu¨¦ punto va a necesitar la cooperaci¨®n de sus rivales en la crisis que se avecina. El t¨ªtulo original de la letrilla resulta aqu¨ª el m¨¢s adecuado: No hay novedad, Madame la Marquise.
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