"Dadme, al menos, el consuelo de la verdad"
"Carta a la opini¨®n p¨²blica:
Me imagino sus caras de alegr¨ªa y su alma llena de paz despu¨¦s de haber llevado a cabo esa misi¨®n tan gratificante, la despedida de sus compa?eros, llena de abrazos, el rostro sonriente y un hasta pronto. Tambi¨¦n me imagino su gesto al subir a aquel avi¨®n en el que iban a emprender el viaje de regreso a casa, para seguir dando amor y cari?o a los suyos. Pero la ilusi¨®n en el reencuentro se resquebraj¨® de golpe en una colina turca. Ellos estaban llenos de generosidad y todo lo daban, pero tambi¨¦n necesitaban del abrazo y los besos de todos cuantos hoy les lloramos y no les olvidamos. Eran generosos y nada ped¨ªan, pero se les debe respeto, se merecen que se les trate, al menos, con la misma dignidad con la que ellos cumplieron con su deber (...) Pero sobre todo, ellos y todos cuantos les a?oramos, merecemos la verdad. Estamos cansados de que con tanta mentira se haya pretendido construir un muro de olvido y desesperanza. Cada d¨ªa una nueva noticia que no permite cicatrizar una herida incurable, una nueva evidencia de que nada es como se nos ha dicho, una nueva pu?alada en nuestro coraz¨®n y en su recuerdo, sin un momento de respiro, de reposo, de descanso. Ellos no merecen este trato: Corazones rotos pedimos justicia. El ej¨¦rcito ha perdido unos buenos soldados (...)
Sus viudas, sus hijos, sus padres, sus hermanos, sus amigos, se han quedado hu¨¦rfanos de su amor, de su cari?o, de su compa?¨ªa, vac¨ªos de su presencia, solos con su recuerdo imborrable, irreemplazable. Todos hemos perdido mucho con su ausencia, pero yo, como madre he perdido a mi peque?o, me han quitado a mi peque?o y nadie podr¨¢ devolv¨¦rmelo jam¨¢s y la magnitud de este dolor no pueden ustedes entenderla, ni siquiera imaginarla, porque s¨®lo puede ser comprendida por alguien que viva mi misma situaci¨®n, porque nadie puede ponerse en el lugar de una madre que pierde a su hijo sino otra madre que sufra la misma p¨¦rdida (Desgraciadamente somos muchas las madres que compartimos la misma angustia desde aquel 26 de mayo). Dadme al menos el consuelo de la verdad, dejadme conocer la raz¨®n de la que nace mi dolor, no me castigu¨¦is m¨¢s con vuestra dejadez y vuestra indiferencia, dejad de fabricar m¨¢s mentiras, no jugu¨¦is ni hag¨¢is pol¨ªtica con mis sentimientos, porque mi dolor es algo real, angustiosa y terriblemente real y no un pu?ado de palabras en un discurso.
Sed nobles y dignos como lo fueron ellos. No os escond¨¢is tras falsas excusas e informaciones a medias y aceptad y encarad, de una vez por todas, vuestras responsabilidades. Corazones rotos pedimos justicia".
Elo¨ªna Castilla, madre del capit¨¢n Ignacio Gonz¨¢lez Castilla.
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