Con la comida no se juega

Leo en la prensa que, seg¨²n la ¨²ltima Encuesta Nacional de Salud, el porcentaje de espa?oles que sufren enfermedades cr¨®nicas sigue aumentando y que se est¨¢ abandonando la dieta mediterr¨¢nea. Leo el mismo d¨ªa sobre los precios de esc¨¢ndalo de los alimentos frescos, en particular frutas y verduras. El sentido com¨²n nos dice que esto no deber¨ªa ocurrir en un pa¨ªs

como Espa?a, productor y exportador de frutas y productos hort¨ªcolas. Llevo dos a?os trabajando como investigadora para el Departamento de Nutrici¨®n de la Universidad de Leeds, y ante la desolaci¨®n que me produce comprobar la dificultad que tienen las personas de bajos ingresos para acceder a una dieta m¨ªnimamente sana (seg¨²n est¨¢ndares de la OMS) y sus efectos en el aumento exponencial de enfermedades cr¨®nicas como las cardiovasculares y la diabetes, siempre me consol¨® pensar que esto en Espa?a no pasar¨ªa. Pero la ¨²ltima vez que estuve en casa no me pod¨ªa creer los precios que vi. Y no nos olvidemos de que ni los niveles de empleo, ni los salarios, ni los beneficios sociales espa?oles son los mismos que en la mayor¨ªa de Estados de la UE; sin embargo, los precios de la alimentaci¨®n crecen por encima de la media comunitaria. Est¨¢ muy bien crear un Observatorio de Precios de los Alimentos, pero aquellos que se est¨¢n enriqueciendo con tama?os m¨¢rgenes comerciales no van a renunciar graciosamente a la fuente de su riqueza. A ver si el Gobierno se pone las pilas y hace algo r¨¢pidamente, porque esto es serio, y las consecuencias, tanto en t¨¦rminos de salud como de gasto sanitario, no se har¨¢n esperar.