Ibarretxe culmina el salto del PNV desde el Estatuto al soberanismo

Con la aprobaci¨®n del proyecto de ley que incorpora el llamado nuevo Estatuto de Libre Asociaci¨®n con el Estado Espa?ol, el nacionalismo vasco escenifica hoy el abandono formal del pacto auton¨®mico consagrado por el Estatuto de Gernika y el salto hacia una realidad de bases difusas y lleno de incertidumbres que se ha convenido en llamar soberanismo. El lehendakari, Juan Jos¨¦ Ibarretxe, ha puesto la etiqueta y el discurso, y ha definido los plazos y la formulaci¨®n jur¨ªdica del "nuevo pacto". Sin embargo, la g¨¦nesis es muy anterior al primer enunciado del plan Ibarretxe y no surge de Ajuria Enea, sino de los despachos de Sabin Etxea (la sede del PNV en Bilbao). Su motivaci¨®n no viene determinada tanto por el "incumplimiento sistem¨¢tico" del Estatuto -argumento central del nacionalismo para explicar su desafecto sobrevenido al texto de Gernika-, cuanto por la impugnaci¨®n violenta del mismo que ha realizado ETA desde su aprobaci¨®n en 1979.

La ecuaci¨®n 'soberan¨ªa m¨¢s libre asociaci¨®n' y el recurso a la consulta popular provienen de la experiencia de Quebec

En la entrevista publicada el pasado d¨ªa 15 por el diario portugu¨¦s 24 horas, dos portavoces de ETA calificaban de "plan-contrapropuesta" la iniciativa de Ibarretxe. Aunque esa caracterizaci¨®n era malintencionada, no resulta inexacta del todo. La filosof¨ªa germinal del plan Ibarretxe est¨¢ enunciada en el texto que la direcci¨®n del PNV remiti¨® en agosto de 1999 a ETA, en respuesta a otro documento de la organizaci¨®n terrorista en la que condicionaba la conversi¨®n en "definitiva"

de la tregua "indefinida" que manten¨ªa desde 11 meses antes a que se convocasen elecciones en Euskadi, Navarra y Pa¨ªs Vasco franc¨¦s para elegir un Parlamento constituyente del conjunto de Euskal Herria.

Fue la propuesta que Joseba Egibar tild¨® de "estramb¨®tica" por irreal y que anticipaba el fin de la tregua, formalizado a finales de noviembre de ese a?o. En su contestaci¨®n, la ejecutiva nacional del PNV se?ala que la salida "al conflicto" debe pasar por "estructurar el estatus pol¨ªtico y jur¨ªdico necesario y conveniente para que sea reconocido el car¨¢cter de Naci¨®n de Euskadi", partiendo de que Euskal Herria "constituye un PUEBLO que posee la capacidad de DECISI?N" sobre su futuro.

Para ese momento, en plena vigencia del Pacto de Lizarra, la c¨²pula del PNV ya hab¨ªa interiorizado que la salida al contencioso vasco pasaba por abordar simult¨¢neamente la soluci¨®n del "problema" de la violencia de ETA y del "conflicto pol¨ªtico", en t¨¦rminos de soberan¨ªa, territorialidad y reconocimiento del derecho de autodeterminaci¨®n. Esta asunci¨®n de la doctrina tradicional de la izquierda abertzale estuvo propiciada por los efectos de la "socializaci¨®n" del terrorismo a mediados de los 90 y la influencia de factores externos (Declaraci¨®n de Downing Street en 1993, seguida de la primera tregua del IRA) e internos: las actividades de Elkarri, culminadas en su conferencia de Paz de 1995, y de los sindicatos nacionalistas ELA y LAB, que a partir del Aberri Eguna de ese mismo a?o ponen en marcha la din¨¢mica que cristalizar¨ªa, en septiembre de 1998, en el Pacto de Lizarra y la subsiguiente tregua de ETA.

Un texto "muerto"

Previamente, en octubre de 1997, el secretario general de ELA, Jos¨¦ Elorrieta, hab¨ªa firmado el acta de defunci¨®n del Estatuto. Se refer¨ªa a su vertiente socio-laboral, pero en el seno del nacionalismo cal¨® la idea de que el marco que ha permitido al Pa¨ªs Vasco constituirse pol¨ªticamente por primera vez en su historia estaba "muerto" y hab¨ªa que sustituirlo. De hecho, cuando el lehendakari volvi¨® a reivindicar el Estatuto tras su espectacular (por no esperada) victoria en las elecciones auton¨®micas de1 13 de mayo de 2001, lo hizo para exigir en t¨¦rminos perentorios al Gobierno central su cumplimiento "¨ªntegro" y fundamentar en su falta de desarrollo la necesidad de "un nuevo Estatuto" construido sobre bases diferentes. Para entonces ya hab¨ªa hecho fortuna la versi¨®n de Joseba Egibar de que el de Gernika fue una "carta otorgada", y no un pacto democr¨¢tico -de las partes de la plura sociedad vasca entre s¨ª y de ¨¦sta con el Estado- configurado en gran medida seg¨²n el ideario nacionalista, como ha destacado el profesor Alberto L¨®pez Basaguren (EL PA?S, 23-X-2003).

Las ideas matrices del plan Ibarretxe, apuntadas en la contestaci¨®n de la c¨²pula peneuvista a ETA de agosto de 1999, se desarrollan con cierta amplitud en el documento Reconocimiento del ser para decidir, incorporado por el PNV a su ponencia pol¨ªtica en la Asamblea General del 15 de enero de 2000. Con este documento, elaborado un mes antes por el EBB y apenas debatido internamente, se intent¨® evitar in extremis que se produjera la vuelta de ETA a los atentados. Pese a no lograrlo, sus contenidos han quedado incorporados como la doctrina oficial del PNV.

La definici¨®n que hace la ponencia peneuvista del "ser" del "pueblo vasco" como "sujeto pol¨ªtico" presente en los seis territorios de Euskal Herria, y titular del derecho a "decidir" democr¨¢ticamente "su propio futuro" en relaci¨®n con los Estados espa?ol y franc¨¦s, articula el "Pre¨¢mbulo" del "nuevo Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi", seg¨²n lo anticip¨® el lehendakari el pasado d¨ªa 26. Hay analistas que consideran que el ser para decidir del PNV y su concreci¨®n en el plan Ibarretxe encierran una reformulaci¨®n de la apuesta hecha en Lizarra con las correcciones aprendidas de su fracaso y nuevas aportaciones externas.

M¨¢s all¨¢ de la fundamentaci¨®n esencialista del pre¨¢mbulo, la ecuaci¨®n soberan¨ªa m¨¢s libre asociaci¨®n aplicada de forma unilateral y el recurso a la "consulta popular" como expresi¨®n democr¨¢tica del "derecho a decidir" est¨¢n claramente prestados de la experiencia de Quebec. ?stas y otras influencias del "Nuevo Estatuto" pueden rastrearse en el libro Propuestas para un nuevo escenario, editado por la fundaci¨®n del sindicato ELA, que recoge las ponencias de varios profesores (ninguno de ellos miembro del PNV), en una reflexi¨®n abierta tras el Pacto de Lizarra. Pero, a diferencia de entonces, el camino hacia la soberan¨ªa lo dirige con mano firme

el nacionalismo gobernante y desde las instituciones nacidas del Estatuto de Gernika, mientras que ETA ya no es el agente que controla el proceso, sino s¨®lo un factor que puede favorecerlo u obstaculizarlo.

Sin embargo, la mayor limitaci¨®n del proyecto de Estatuto de Libre Asociaci¨®n est¨¢ en configurar una naci¨®n vasca construida ¨²nicamente por y para los nacionalistas, que ya de partida le impide aspirar a recabar el consenso con que naci¨® el Estatuto de Gernika que pretende sustituir.