No ser¨ªa deporte
El mundo del deporte se ha visto sacudido por el mayor esc¨¢ndalo de dopaje desde el caso Ben Johnson en los Juegos de Se¨²l 88. La droga THG, anabolizante dise?ado en un laboratorio de San Francisco, ha sido consumida por algunos de los mejores atletas del mundo. La particularidad del THG es que ofrec¨ªa los beneficios de los anabolizantes prohibidos sin ninguna contraindicaci¨®n legal: no pod¨ªa ser detectado en los laboratorios. Hab¨ªa sido dise?ado por los cient¨ªficos para burlar los controles antidopaje convencionales. La creaci¨®n de un patr¨®n cient¨ªfico para detectar la sustancia ha desvelado un fraude colosal. Comienzan a aparecer nombres de famosos atletas que se beneficiaban del THG para sacar ventaja a sus rivales y vulnerar todos los principios ¨¦ticos del deporte.
La detecci¨®n de la sustancia prohibida, y la identificaci¨®n de algunos de sus consumidores, es una magn¨ªfica noticia en la lucha contra el dopaje. El deporte necesita protegerse de los tramposos y enviar un mensaje disuasorio a aquellos que pretenden sacar ventaja por m¨¦todos indecentes. Pero nada puede evitar el tremendo da?o del esc¨¢ndalo. No s¨®lo circulan y se utilizan sustancias prohibidas, sino que ciertos laboratorios dedican sus mejores esfuerzos a crear drogas indetectables, comerciar con ellas, enriquecerse de manera fraudulenta y alterar las competiciones. Por desgracia, comienza a extenderse la idea del deporte como una entelequia. Cada vez es menor el n¨²mero de certezas y mayor la sensaci¨®n de sospecha que acompa?a a las grandes competiciones. La perversa idea de la barra libre para la droga, seg¨²n la cual se acabar¨ªa con esta desoladora carrera contra el fraude, significar¨ªa el fin del deporte como tal: la ¨¦pica y el triunfo de aquellos que se distinguen del com¨²n de los humanos por unas condiciones singulares para competir en el umbral m¨¢ximo de la exigencia.
Esos elegidos, a los que la humanidad ha admirado desde tiempos inmemoriales, comienzan a perder su singularidad porque no resultan cre¨ªbles. Pensar que son un producto de probeta y que el futuro de la competici¨®n es la guerra entre laboratorios es una noticia devastadora para el deporte. Ese futuro que se adivina ser¨ªa otra cosa, mucho m¨¢s vulgar, menos interesante y m¨¢s c¨ªnico. No ser¨ªa deporte. Por ello, es necesario progresar en la lucha contra el dopaje, establecer pol¨ªticas globales para su persecuci¨®n, sancionar con la m¨¢xima dureza y mantener la idea de que todav¨ªa hay alguien limpio por ah¨ª. Y a ¨¦se hay que protegerle contra los tramposos.
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