Primeras obras
A veces, cuando siento agitarse en m¨ª el irresistible impulso de hacer el bien, me voy a alg¨²n lugar donde expongan arte contempor¨¢neo, me planto frente a una obra abstracta y espero a que aparezcan por all¨ª personas con pinta de ser entendidas en arte. Entonces suelto en voz muy alta: "?Esto podr¨ªa hacerlo un ni?o!". De esa forma, yo quedo como una cateta reci¨¦n aterrizada en Culturburgo, pero no me importa, porque as¨ª contribuyo a engordar el ego de los entendidos en arte, que, tras fingirse escandalizados por la burricie ajena, siempre tan atrevida, me miran por encima del hombro y se dejan embargar por un embriagador sentimiento de pertenencia a un selecto club de iniciados en los misterios del arte, y as¨ª olvidan por unos instantes sus vidas frustrantes y miserables. Convendr¨¢n conmigo en que eso es tener esp¨ªritu de renuncia y sacrificio y buscar nuevas formas de sembrar el bien por el mundo y no lo que corre por ah¨ª. Don't imitate, innovate, que dec¨ªa el anuncio de no recuerdo ya qu¨¦ eau de cologne.
Los dibujos de 'Early works' podr¨ªan ser las obras primerizas de Matisse, Calder, o C¨¦zanne, conservadas por ni?eras, pap¨¢s y maestros
El otro d¨ªa, sin embargo, met¨ª la pata. Entr¨¦ en una galer¨ªa donde hab¨ªa un cuadro que parec¨ªa de Jackson Pollock, pero cuando, en estricta aplicaci¨®n de mi m¨¦todo personal para sembrar el bien en este valle de l¨¢grimas, dije que eso podr¨ªa hacerlo un ni?o, en lugar de escandalizarse o de re¨ªrse por lo bajo, una mujer que andaba por all¨ª se me acerc¨® sonriente y me dijo que, efectivamente, eso lo hab¨ªa hecho un chaval. Me qued¨¦ de piedra. Encima, no se trataba de un dibujo perge?ado por Jackson Pollock en el parvulario y guardado por alguna maestra con sensibilidad art¨ªstica y visi¨®n del futuro, sino que su autor es un ni?o desconocido que probablemente no sepa qui¨¦n diablos es Pollock ni sospeche que su obra est¨¢ expuesta en la Ego Gallery (Doctor Dou, 11) hasta el 20 de diciembre, dentro de una exposici¨®n titulada Early works, junto a otros dibujos que podr¨ªan ser de Matisse, de Hermann Nitsch o de los enfants terribles brit¨¢nicos Damien Hirst y Jake y Dinos Chapman, pero no lo son.
La mujer sonriente que me ilustra acerca de estas cosas se llama Vict¨°ria Campillo y es la responsable de esta curiosa exposici¨®n. "Acababa de hacer Intimacy, una exposici¨®n en la que asoci¨¦ a 100 artistas masculinos con ropa usada (generalmente calzoncillos). La serie hab¨ªa tenido mucho ¨¦xito y me preguntaba, aterrada, qu¨¦ har¨ªa a continuaci¨®n, cuando un d¨ªa, en la feria de arte de Bruselas, me puse a curiosear en un stand y encontr¨¦ una serie de dibujos realizados por ni?os desfavorecidos y conflictivos. Al ver ¨¦ste, pens¨¦: '?Toma! ?Si es un Pollock!'. Lo curioso del caso es que el dibujo hab¨ªa sido hecho colocando canicas pintadas dentro de una caja y agit¨¢ndola. Es decir, que no se trata de la obra de un ni?o que se propone imitar a Pollock, cosa que no tendr¨ªa el menor inter¨¦s, sino de alguien que llega al mismo resultado por un camino totalmente distinto".
A partir de ah¨ª la idea de hacer una serie surgi¨® r¨¢pidamente y Campillo se puso a la b¨²squeda desesperada de dibujos infantiles que, como los 50 adquiridos en Bruselas a 10 euros cada uno, mantuvieran cierta similitud con las obras de artistas conocidos. Huelga decir que el azar tuvo alguna intervenci¨®n magistral, como cuando la artista encontr¨® casualmente en un contenedor de basura un par de ¨¢lbumes de dibujos infantiles entre los que se hallaba un dibujo lleno de cruces y con una gran a en primer plano, cuya semejanza con la obra de T¨¤pies es realmente asombrosa. El resultado de la aventura son las 100 piezas expuestas en la Ego Gallery, que podr¨ªan ser las obras primerizas e in¨¦ditas de Yves Klein, Richard Long, Matisse, Michaux, C¨¦zanne, Calder, Baselitz, Klee, Mir¨®, Picasso, Braque, Dubuffet, Jasper Johns, Richard Serra, Motherwell, Jaume Plensa, Santiago Sierra y Marcel Broodthaers amorosamente conservadas por ni?eras, pap¨¢s, mam¨¢s y maestros. Las piezas de este sugerente y jocoso canon ap¨®crifo que mezcla realidad y ficci¨®n adoptan dos formas distintas. Por un lado, Campillo ha convertido la galer¨ªa en una vieja escuela donde, sentados en una sillas diminutas, podemos contemplar un audiovisual que re¨²ne las 100 piezas. Por otro lado, ha ampliado algunas de las fotos de los dibujos y las ha montado en metacrilato, de modo que, aunque la obra es conceptual, se plasma tambi¨¦n en un objeto.
"Lo que me interesa es revalorizar lo cutre", explica la artista. "Y establecer relaciones entre dos cosas. No tergiverso nada, me limito a crear asociaciones, a reutilizar im¨¢genes con un uso distinto. Aqu¨ª relaciono a determinado artista con determinado dibujo infantil, como en Intimacy asociaba un par de calzoncillos usados con determinado artista en funci¨®n de la tela, la forma, el estampado y los colores. Tambi¨¦n me interesa el humor. Desde que en la Documenta de Kassel vi una pieza muy irreverente que consist¨ªa en una caseta de perro colgada del techo y titulada La casa de Dios, me sedujo la posibilidad de que el arte sea divertido".
Y lo cierto es que Early works es una obra traviesa, que rezuma un humor m¨¢s ir¨®nico que sarc¨¢stico y conecta con la gente. En el momento de mi visita a la galer¨ªa convertida en escuela, casi no hay sillas libres. Una docena de alumnos de la escuela Massana debaten acerca de todo lo que la obra les sugiere. Se habla del valor intr¨ªnseco de la obra de arte, de la idea del trauma asociado al impulso creador, de la precocidad, del artista como ni?o prodigio...Yo me alejo pensando en lo radicalmente que niega el concepto de autor¨ªa. Fantaseo incluso acerca de la posibilidad de que uno de los autores de los dibujos llegara casualmente a visitar la exposici¨®n. ?Qu¨¦ sentir¨ªa al reconocer su dibujo?
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