La despedida

El d¨ªa de hoy es el ¨²ltimo que paso completo en la estaci¨®n. Sigue habiendo mucho que hacer, pero ya el acento se centra m¨¢s en terminar todo y empaquetar correctamente los resultados de los experimentos.

A¨²n hay una buena cantidad de experimentos que se puede aprovechar para hacer antes de volar, y as¨ª exprimir las horas de ingravidez para el estudio de l¨ªquidos o materiales.

Otros han de mantenerse congelados o a temperatura controlada hasta inmediatamente antes del aterrizaje, para luego no perder los resultados en las horas que estar¨¢n en la c¨¢psula, puesto que ah¨ª no tenemos ni refrigeradores ni calentadores para ellos, y se mantienen en termos.

El ambiente en la nave ha cambiado. La tripulaci¨®n saliente ya tiene la mente en la Tierra y ha pasado el relevo a la tripulaci¨®n nueva de forma completa.

Algunas peque?as cosas han cambiado, aunque los nuevos a¨²n tardar¨¢n un tiempo, me imagino, en ponerlo todo a su gusto. Hoy me ha llamado tambi¨¦n la atenci¨®n que los nuevos tripulantes quieren saber d¨®nde he dejado todo, para continuar trabajando en ello o guardarlo donde a ellos les parezca.

La sensaci¨®n del que se marcha despu¨¦s de muchos, much¨ªsimos d¨ªas aqu¨ª no la puedo conocer de primera mano, pero me imagino que ya est¨¢n listos para volver y tienen ganas de encontrarse con su familia. Ellos dicen que han pasado unos meses agradables en la estaci¨®n y que no se arrepienten de haber venido, pero puedo imaginarme que cuando lleguen a la Tierra ser¨¢ mucho mayor la felicidad que la nostalgia.

S¨®lo he conocido un compa?ero que, el mismo d¨ªa del aterrizaje, al pie del avi¨®n que le tra¨ªa de la estepa, me dijo: "Lo echo de menos, en la estaci¨®n estaba yo mejor". ?se fue Valeri Poliakof en 1995, premio Pr¨ªncipe de Asturias, despu¨¦s de la estancia m¨¢s larga hasta el momento de un astronauta en el espacio: 14 meses. No s¨¦ qu¨¦ pensar¨¢ Valeri ahora, no se me ha ocurrido pregunt¨¢rselo; quiz¨¢s me diga que fue un pronto y luego se lo pens¨® mejor. Pero s¨ª hay que reconocer que trabajar aqu¨ª un tiempo es un privilegio y la experiencia es inolvidable.

En mi caso, despu¨¦s de s¨®lo 10 d¨ªas, desde luego me podr¨ªa quedar m¨¢s si el ritmo de trabajo bajara a los niveles de mis compa?eros, para poder tener algo de sosiego y disfrutar de las ventajas.

Tengo esa sensaci¨®n del turista que ha estado unos cuantos d¨ªas en un centro tur¨ªstico y ve acercarse el ¨²ltimo d¨ªa, esa sensaci¨®n de que queda mucho m¨¢s por hacer y disfrutar de lo que da tiempo.

En estos d¨ªas le he robado al d¨ªa cinco minutos de aqu¨ª y cinco de all¨¢ para aprender a moverme con soltura, para mirar por la ventana la Tierra de d¨ªa, la Tierra de noche, las estrellas.

Hoy he tenido suerte: he podido ver los fuegos en California, impresionantes, y he decidido dedicar unos minutos a meterme en un m¨®dulo fuera del camino de los dem¨¢s y apagar las luces para ver la noche. All¨ª he visto algo que se ve con frecuencia, una tormenta el¨¦ctrica en la que los rayos se propagan de unas nubes a otras. Y, en medio de ese espect¨¢culo, he visto algo peque?o pero muy bonito: una estrella fugaz debajo de nosotros. Una bonita despedida.